Montilla Digital se hace eco en su Buzón del Lector de un texto remitido por un vecino de la localidad en recuerdo del montillano Juan Luque Urbano, recientemente fallecido. Si desea participar en esta sección, puede enviar un e-mail a montilladigital@gmail.com exponiendo su queja, comentario o sugerencia. Si lo desea, puede acompañarla también de alguna fotografía.
Cuando un amigo se queda para siempre en un rinconcito de tu corazón es lo más grande que te puede pasar y eso es lo que afortunadamente nos ha ocurrido a los que tuvimos la fortuna de compartir gran parte de los 91 años que pasó con todos en Montilla un “hombre bueno” llamado Juan Luque Urbano.
Por si te ayuda a recordarlo, trabajó en Bodegas Cobos siendo infatigable compañero de todos; ya jubilado, en Cáritas, para conseguir ayuda para los más necesitados. Y su mano estuvo siempre dispuesta para darte fuerzas hasta que su corazón dejó de latir.
Deja genes artísticos y grandes valores en sus descendientes. En su última etapa alguien mandó un hada llamada Ioana a su cuidado. Cuando te encuentres con tu admirado Antonio Graciano no dejaréis de hablar de vuestros nietos y te confirmará que era todo exactamente como le describías con tus ojos bondadosos.
Los que, por suerte, más cerca te tuvimos, llevaremos grabado en nuestra mente ese tango que tan bien nos cantabas y que nunca dejó de girar en tu cabecita gardeliana. Y yo, tu amigo del alma, cuando vuelva a darme “un buen baño” contigo en el mar por Fuengirola no dudaré de que el agua “está estupenda”.
Cuando un amigo se queda para siempre en un rinconcito de tu corazón es lo más grande que te puede pasar y eso es lo que afortunadamente nos ha ocurrido a los que tuvimos la fortuna de compartir gran parte de los 91 años que pasó con todos en Montilla un “hombre bueno” llamado Juan Luque Urbano.
Por si te ayuda a recordarlo, trabajó en Bodegas Cobos siendo infatigable compañero de todos; ya jubilado, en Cáritas, para conseguir ayuda para los más necesitados. Y su mano estuvo siempre dispuesta para darte fuerzas hasta que su corazón dejó de latir.
Deja genes artísticos y grandes valores en sus descendientes. En su última etapa alguien mandó un hada llamada Ioana a su cuidado. Cuando te encuentres con tu admirado Antonio Graciano no dejaréis de hablar de vuestros nietos y te confirmará que era todo exactamente como le describías con tus ojos bondadosos.
Los que, por suerte, más cerca te tuvimos, llevaremos grabado en nuestra mente ese tango que tan bien nos cantabas y que nunca dejó de girar en tu cabecita gardeliana. Y yo, tu amigo del alma, cuando vuelva a darme “un buen baño” contigo en el mar por Fuengirola no dudaré de que el agua “está estupenda”.
JOSÉ GRACIANO MAIRELES
Si lo desea, puede compartir este contenido: