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Los jóvenes no son tontos

Con relativa frecuencia visito Suiza, ya que allí tengo familia y buenos amigos. No es necesario que diga que este país tiene un alto grado de bienestar, tan alejado del que hoy presenta el nuestro que parece que ambos están a años luz en desarrollo y derechos sociales.

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Pero no voy a cantar las excelencias de un país que, ciertamente, tiene sus luces y sus sombras. Y la sombra más alargada es la que presentan su Banca, tal como ha denunciado el suizo Jean Ziegler, profesor de Sociología de la Universidad de Ginebra, en varios de sus libros (recomiendo la lectura de Suiza lava más blanco y El oro nazi).

Si he comenzado por este pequeño país es porque quisiera referirme a una sencilla anécdota acontecida en una de esas visitas en la que estuve con un joven amigo, Dominik, paseando por Zúrich, una de sus ciudades más importantes. Ya que Dominik trabaja en una agencia publicitaria suiza-alemana, comentábamos la publicidad que veíamos en los carteles y rótulos mientras recorríamos las calles más céntricas.

Puesto que Suiza, como sabemos, es uno de los grandes fabricantes de relojes, le estuve explicando las estrategias que utilizaban las agencias para promocionarlos, especialmente aquella que tiempo atrás comenté acerca de posición de las agujas cuando marcan las “10 y 10”.

Por su parte, me indicó que una de las campañas más exitosas a nivel internacional de la agencia en la que trabajaba fue la realizada para Media Markt, para la que crearon el eslogan “¡Yo no soy tonto!” (“Ich bin doch nicht blöd”, en el original en alemán) y que acabó siendo muy conocido en nuestro país.

No me voy a extender en las campañas promovidas por esta multinacional alemana, la más potente a nivel minorista de venta de objetos de electrónica, ya que ha sido denunciada en diferentes países por publicidad engañosa y sexista.

En cambio, si he traído a colación esta anécdota es para comentar el vídeo titulado El currículum de Precario, realizado recientemente por un grupo de estudiantes universitarios como respuesta al spot promovido por Campofrío y que fue objeto de análisis en el artículo Un gran anuncio con trampa.

Recordemos que este anuncio, creado por la potente agencia estadounidense McCann-Erickson, estuvo circulando por las redes sociales antes de que se viera por televisión durante las pasadas Navidades, pues la propia empresa ya se encargó de anunciarlo a bombo y platillo, pues para eso se había gastado una buena pasta gansa, como vulgarmente decimos.

Pues bien, la respuesta no se hizo esperar, de modo que un lector me ha enviado el vídeo que ese grupo de estudiantes universitarios ha elaborado como réplica al de la empresa cárnica. Lo considero magnífico, puesto que no solo técnicamente es irreprochable, sino que se ironiza con una gran inteligencia, siguiendo paso a paso los planos y los diálogos del primero, para responder con contundencia al discurso nostálgico, de resignación y, por qué no decirlo, manipulador de la realidad social en la que nos encontramos.

Puesto que los lectores de Montilla Digital tienen ocasión de verlo en este mismo artículo, no lo voy a analizar exhaustivamente; me detendré en aquellas frases que me parecen muy acertadas.



Una vez visto, recordemos que comienza de este modo: “Hace unos días, leía en un periódico que muchos universitarios no van a poder pagar la matrícula. Sin trabajo y rodeado de noticias que dicen que los jóvenes emigran por falta de oportunidades, es normal que uno termine pensando que Bolonia no ha servido para nada”.

Claro, eso de que “exportábamos” a nuestros mejores titulados, tal como se decía en el de Campofrío, no deja de ser una burla a la dura situación a la que se tienen que enfrentar los jóvenes y que, paradojas de la vida, los que pueden emigrar son los más preparados, porque a los otros no los quieren en los países ricos de la Unión Europea.

Continúa: “Una amiga me dijo que lo mejor que puedes hacer por la Educación Pública es defender la Universidad que un día conociste. (…) El estado de ánimo es capaz de borrar de nuestra memoria que antes no solo podían estudiar los hijos de los ricos”.

Efectivamente: no es tiempo de lamentaciones, ni de quejas, ni de mirar para otro lado. La enseñanza pública que hemos conocido, con todos sus defectos que habría que corregir, está a punto de desaparecer, siendo sustituida por otra que nos retrotrae al franquismo, ya que habrá una enseñanza de calidad para los ricos y clases pudientes y otra para la mayoría que no puede pagar esas matrículas y tasas.

Tras un repaso por los estudios que hay que realizar, y que ahora casi no cuentan para nada, siguen: “¿Has puesto las prácticas en empresa por las que no te pagaban ni un duro? (…) Y la autonomía universitaria se la hemos regalado a los bancos. Y las becas, ¡que antes existían! (…) Y no te olvides de la beca Erasmus, que eso los nuevos no lo van a conocer. (…) ¡Toma! ¿Y el que se sacó la carrera gracias a las becas del Ministerio? No, eso ya no existe. Ahora, si no tienes dinero, no puedes estudiar.”

Todo un conjunto de denuncias ante la ley que el ministro Wert, ese que es unánimemente rechazado por la mayoría de la población española, va a imponer, sí o sí, en contra de los criterios de padres y profesorado. Bueno, excluyo a los que van a llevar a sus hijos a caros colegios privados o concertados.

Continúan: “Nada como un ministro de Educación como Wert para levantar el ánimo… Y reír hasta el mayor de los desatinos”. Y es que este ministro, al que parece ser que se le ha pegado una absurda sonrisa en el rostro, ni se inmuta: anuncia los mayores atropellos a la Escuela Pública como quien da el parte meteorológico.

Los estudiantes que participan como personajes del relato, al final, van desgranando algunas de sus opiniones de resistencia y lucha, mientras que se las dictan a “Precario” el protagonista del vídeo y que emula a Milikito.

Dicen: “Pero somos valientes. Y solidarios. La fuerza de la gente ha puesto a todo el mundo de acuerdo en que con la Educación no se juega. (…) Tiene toda la razón: la Educación no se vende; se defiende. (…) ¡Que no se te olvide decir que estamos en contra de los recortes!”.

En la escena última aparece una mano que cierra un sobre dirigido al Banco SATAN.DER, al tiempo que una de las voces dice: “¡Espera! Este chorizo es para el banco que va hipotecar nuestro futuro para que paguemos con créditos nuestros estudios”.

Voces de cierre y texto sobreimpreso: “¿Cómo evitamos esta nueva burbuja, la que nos va a hipotecar para poder ir a la Universidad? (…) ¡Eso se arregla con lucha activa! Tenéis que uniros a las asambleas de vuestras facultades o centros. (…) Que nada ni nadie nos quite nuestro derecho a la Educación Pública”.

Tal como indicaba en el título, los jóvenes estudiantes no son tontos. No tragan con el desastre denominado Plan Bolonia para la Universidad, ni con la ley llamada LOMCE que Wert quiere imponer para seguir en esa línea de desmantelamiento del Estado social que tantas luchas costó lograr.

Como colofón, quisiera felicitar a los autores de esta magnífica réplica que desmonta el mensaje nostálgico, de resignación y de aceptación sumisa que por todos los medios nos hacen llegar para que acatemos sin rechistar los atropellos que se están cometiendo.

Para todos los que forman la Marea Verde Montillana, con el deseo de que no desfallezcan en esta lucha.

AURELIANO SÁINZ
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