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Las arcadas del tigre

Se desploman las primeras lluvias tembladeras sobre el queroseno incendiario de España. Y quien no matea cachiporra en mano entre los amasijos del Boeing es que es un suicida. O un podrido. ¡Todos al saqueo y la rapiña! Se joden los que acaban con el Marlboro mojadito. España suda y resuda iracundia. Hemos desempolvado las partesanas de la infantería y a los caballistas ahumados.

Rajoy se confía al curandero Petriquillo, aquel que no salvó al general Zumalacárregui de una septicemia producida por una bala en las pantorrillas. Y habremos de enterrarlo en frac, como al carlista, una vez que no se ha puesto nunca el traje de faena.

Hemos desempolvado a los caballos y a aquella Manola de la calle Infantas que mató al general francés Legrand de un macetazo. ¿Cómo que no? Yo vi por la televisión las balas minié y los mosquetes; vi los ojos de vidrio del Parlamento y la carga de los coraceros franceses en Waterloo.

El teniente coronel Primo de Rivera, minutos antes del trompazo de Annual, ya lo aseveró sin mariguanas: "si nos hemos de llevar por delante a mil, a ver si nos podemos llevar a tres mil". Lo demás queda para la vergüenza de los lejías y los paracas.

Estoy contemplando atónito cómo arreglan los chipirones los inútiles que nos dicen representar. Y con ayuda etílica, que no es poco. Las monjas jesusean y Susana Griso nos alegra con su boquita de Winchester y sus legañas. Sabemos que España cortó su tarta de bodas con un sable hace la tira de años y también sabemos lo que le espetó el brujo a la bruja: "Te compro una escoba cuando se te acabe la que tienes". Pregúntenle a Artur Mas o a La Camacha. ¿Sable y escoba?

Y ya que menciono a nuestras hechiceras más venáticas: señor alcalde, esta mañana he escuchado a dos ingleses pedir unos umbrellas en el Hostal del César, "Los Felipes", para visitar Montilla en un día tan desapacible. Y es que con lluvia, Montilla gana en goticismo y en dinerito newtoniano. Sí, sí, el que cae en la lancha aunque sea con katiuskas.

¡Haga usted lo posible por desarrollar un merchandising sobre nuestras brujas de Salem; haga lo posible porque Lluis Homar ponga un huevo en la Montilla romana! Tenemos chicle para rato, al igual que mamíferos. Habríamos de coger el gato que fuera y levantar Montilla aunque fuese a fuerza de ratones o nardos.

Volvamos a la España de las almendrillas y las bostas en el carril. Carrillo diría, con voz de bizcocho helado y paipai filipino en los ojos que "canas y armas vencen en las batallas".

Con el ojo del culo se mira atrás y después del funeral vikingo con el que se le presentaron respetos, casi nadie pone en severa sospecha a personajes que, como él, como Fraga y como tantos otros, son vampiros literarios que seducen, someten y se alimentan de los demás.

La payasada del 23-F, cautia criminalis por chapucerismo. Faltó Isabel Gemio haciendo entrega de una cartilla de escolaridad de regalo y poniéndole unos cuernos de venado a Tejero. Más de chapú que los candiles de la Batalla del Ebro. Pasen los años que pasen, los mandamases siguen pensando que somos tontuquis.

Lo digo ahora que los tutankamones y la mosca de la burra se van como camarones en la corriente de las gaitas y en un país dado a alabar a sacerdotes trabucaires y a médicos que tiran de serrucho. A marchas forzadas estamos posibilitando que este país de paisano y paisanaje se ahorque con el sombrero puesto.

Señores políticos, en las cunetas se mató como a conejos a miles de personas tan solo por ser vecinas del follaje de al lado y en la cuneta quieren seguir dejando cadáveres meones y quintas completamente destrozadas.

Ya lo expresó Camilo José Cela en su dedicatoria en San Camilo 1936: "A los mozos del 37, todos perdedores de algo, de la vida, de la ilusión, de la esperanza, de la decencia". Inadmisible.

Hoy Montilla despide un aroma a pájara y ginebra, a ternera de Historia que corre a los octubres. Me fascina Montilla cuando cae en la paliza de los fríos. Se encienden las candelas y los folios de su Historia comienzan a reescribirse. Mi Montilla sigue ahí, mientras el país mamonea y es una guasa completa entre karatecas desquiciados.

Ni la pompa ni lo prestado: nada se devuelve. Políticos en calesa y mierda en los sembrados de nuestros hijos. Pienso en la democracia que creíamos tener. En lo que pudo haber sido.

Una interpretación de los retornos, a la horca y a los punzadores de brujas. Aquella otrora fabulosa respiración de un país que renacía telegénico en 1975, libre de hachazos y con somier de muelles, que renacía ancho de suelo; aquella España que vulcanizaba ansiedades pero también anhelos y expectativas; aquella España reducida a las quince pulgadas de una fotografía borrosa, arsénica, envarada y de refilón. ¿Dónde está esa España que empeñó sus óvulos de entre la niebla? No queda nada.

Escribía el pelado vasco Sabino Arana La Payasada del Riff. Ya saben, el desastre que decidieron aquellos macarenos mientras putañeaban. Esto es, el rey Alfonso XIII y sus generales bollycao del Dirty dancing.

Y con la muerte de Santiago Carrilo se nos fuga el marinado del pescado. Se acabó la farsa. Las lluvias regresan con la llenura que los campos apremian. Quizá también, con la premura para detener la muerte en carretera de una nación a la que nadie hace sitio y a la que no le bastan las kilocalorías de los sensatos.

No me gusta la risa floja ni que tus hijos te sacudan con un "aquí se hace lo que mando yo". Cataluña ansía ser la estrella solitaria de España y a todos se nos da estupendamente insultar con las manos metidas en hielo.

Artur Mas, el que hace unos meses hubo de aterrizar en la azotea del Parlament en helicóptero por miedo a ser linchado, se cree el poeta caníbal mejicano. "Algún día, todos tendrán que seguir al caminante". Dicho esto, cocinó un brazo en una estufa para después dirigirse a Rajoy, el hombre que no sabe a dónde vamos: "oye, a ver cuaádo follamos que hace mucho que no hablamos".

Hace unos días zapeaba en la televisión (mi abuela hubiese dicho con propiedad que hacía "zapás", o sea, trastadas) y había de decantarme por un programa en el Discovery donde pretendían tender una trampa al espectador: si te ataca un tigre, has de meter el brazo en sus fauces hasta darle un toque en la campanilla. De esa forma, el tigre, que sufre de arcadas, te soltaría el brazo. ¿Verdad o mentira?

Me quedé con la duda porque unos canales más arriba daban una película metalina, de antropófagos, titulada Enfermeras en crisis.

Estuve dudando durante minutos. Saber lo del tigre o quedarme con el bocadito de las señoritas de uniforme que necesitaban unos ajustes. ¿Sospechan que decisión tomé? Cuando aparecieron los filos de plata de mi mujer desnuda por entre las penumbras del pasillo, lo tuve claro. Ni tigre, ni enfermeras. Me quedo con mi mujer. Y ya lo creo, la atortujé. Y me olvidé del matarratas.

A mi mujer Aurora, siempre gracias, por estar ahí para enfadarme y enamorarme.
A un montillano muy montillano que nació allá en Marruecos. Mustafá, un amigo y fiel seguidor de Montilla Digital. Gracias.
A Manolo Bellido, al que echo de menos. Vuelve Manolo, y saca vainilla con una cuchara de un piano de cola.
A los comentaristas de Montilla Digital, a aquellos que de forma educada y respetuosa comienzan a formar parte de algo nuestro, de algo de todos.
J. DELGADO-CHUMILLA
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