Lidia amarilla de amarillismo, descampado sin quintos y sin dianas. Nos venden un miedo barato. El miedo de aquel negro que rebasó unos sacos vaginales y no supieron medir su embestida. Esto es España, la tierra de las autofelaciones, de los balconeos; el retrete de los locos de remate. Resuena, como de costumbre, el falso zafarrancho. Althusser escribió El porvenir es largo. Y, después, estranguló a su mujer.
Bienvenidos a la España que baja al volcán a proveerse de azufre. Aquella que bizquea ante los jornaleros del Mercadona y continúa sufragando las latitudes de aquellos que han hecho de España su mansión personificada en coño vulnerable.
Las crónicas oficiosas de este país andan revesando espumarajos rodantes en un diálogo ternario sólo apto para hombres ventrudos y locuaces a consecuencia de la irrupción en las fincas de la democracia de esa acústica espadachina tan perniciosa, tan depravada, de hombres tintados de cobre con las antorchas en las manos.
Los jornaleros andan con su herradura de frío. Señoritas de derechas, señoritas izquierdosas, chorreen temblores que se les cae el azul de las paredes. Se terminó el mecanismo de risas. Se acabó el seccionar las barajas. Dejen de jopear como zorras con botas altas de látex y emblemas de las SS.
País de mentirosos, de canalladas, de aburrimiento figurativo. ¿Pensaban, señores banqueros, señores políticos, que el perro no ladraba ni se estremecían las cancelas? Ustedes han chasqueado la brasa, nos están haciendo bailar antes de morir. La gracia cíngara no nos salvará ni las verduras cocidas de Rajoy.
Asoman las codilleras de las bestias, la gente alargada y pegajosa, esa que les molesta, y desde el primer minuto, el español absurdo, farisaico, ensabanado, comienza a merodear en la niebla, a llenarse las manos de postas, y a espaciar el promontorio del cadalso.
No se va a colgar al pirata Florín ni se va atar a un negro al parachoques de una ranchera. Nadie se va a comer a ningún pasajero. Lo que hay es mucho pellejo de chamizona, de puta viejarrona, deseando la revancha, la venganza, racionando excrementos: Gordillo y Cañamero han de ser proscritos.
Como dijo el Faraón Seti I: un instante destruyendo al enemigo es mejor que un día de júbilo. A la gente en su generalidad le importa un rábano que este sistema esté predispuesto a dejar ausentes a grandes sectores de la sociedad. Da igual mientras la almohada sea de terciopelo.
Aquí, al que corta una porción de selva a machete, se le crucifica. Tierra de asesinos, de ricos que no pagan impuestos, tierra que incentiva el pelotazo y no la creación de riqueza; tierra de pelotazos y envidias, de chismes y de juego de cortinas.
Tenemos lo merecido, tenemos la raspa de los puentes, el tiritar de otros tiempos. Por incautos, ignorantes, blandos y poco exigentes. Criticamos la hucha de nuestros ladrones pero, en el fondo, haríamos lo mismo que ellos. Preferimos que nos repartan los brillos antes que exigir lo que es nuestro de ley: la democracia del pueblo.
Huyo de los extremos, ya me conocen: prefiero el diálogo y las lonchas finas. Prefiero bañarme en el orín de todos antes que en la pólvora de unos pocos. Sin embargo, este país está repleto de ineptos. Para evitar críticas lobunas, de pastizal, me incluyo en toda esta enjundia.
El valor literario de tanto imbécil se encuentra inadaptado para nuestros políticos rufianes y no para la marcha jornalera. Con la segunda, se sienten las fiebres, nos encabritamos, dormimos atormentados aguardando a que Sánchez Gordillo, ese fruto pernicioso del bestialismo medieval y de aquellos anarquistas que ponían bombas con una caña de pescar, esté en la cabecera de sus camas. Eso sí, PP y PSOE, sagrados. Hay que votarlos, pobreticos, que les sobra el frío. Fariseos, hipócritas, antipatriotas. Así de claro.
Un señor, una señora, con sentido común, puede y hasta debe identificarse con un clamor que debiera ser universal. ¿El método empleado? Para mí, discutible y hasta censurable. Tenemos derecho, como aquella señora británica, a ser escandalosos follando.
Parta de mí que no soy partidario de ocupaciones y expropiaciones. De ninguna forma. Pero seamos sensatos: esto tiene que arder por algún costado. No soy partidario de violentar el país tal y como andan las cosas. Pero que este país prefiera seguir muriéndose con el color desnutrido de las cosechas, seguir confiando en esta gran batea de traficantes y sinvergüenzas que nos gobiernan... ¿Eso? Eso es como aplaudir a un avión Antonov a punto de estrellarse con todos dentro.
Perturbados se encuentran, españolitos de toda condición, con la diarrea del viajero, mientras lloran sus penurias como los héroes llorones de Homero. Hay aldeanos, suficientes para la autofelación porque andan sobrados de grados y centímetros, que se dan todos los días atracones de toalla y de pezones de pan, que claman al cielo.
Hay un alcalde, un tipo barbudo, que ya está harto de cazar palomos para los sires. Que se caga en el diamante falso, en este cuadro clandestino que es la democracia de los banqueros y el puterismo. Oh, my God! quítenle la dinamita a este estruendo, dénle aguarrás o ricino.
El populacho omnívoro, ese de las sonrisas talladas y el cucurucho de flemas, revuelto con versículos y náuseas, pide la cabeza de Gordillo, del SAT. ¡Corténles el bulbo raquídeo, por favor, y déjennos con nuestros corruptos, con nuestros lechuguinos, que nosotros le lamemos la menstruación que suelten!
Los que braceen desesperados, dos tiros en el acto. Disparemos la plata y lamamos los bordillos. ¡Voten, señores y señoras, a los caimanes emplanchados en champán! ¡Metan el hocico en los fogones como una criada y voten a los que les dan las cabezas de los pescados!
Señoras, dejen su traje de novia oxidado sobre un dosel y acudan corriendo a manosear el lienzo de la democracia de los Mercados. Las resoluciones vagas y torpes no han tardado en sucederse entre los mochileros de este régimen en descomposición.
Y ese vicio diabólico tan nuestro, tan municipalista, tan cuadrumano, de sacar los paños de altar y empuñar tiragomas con las manos nos devuelve a la versión más tunante y estúpida con la que España no ha dejado de revolverse como gallina con papaya y relojería de remate. Asaltantes, bandidos, delincuentes.
Cargan el Cetme los cortijeros y los hacendados, sueltan las abejas los jardineros y resuenan los mariachis de la metralleta en las redacciones de los diarios. ¿Qué es esto?. ¿Hay gente en Andalucía suelta con muchos "noes" y pocos "síes"? No se debe permitir.
Hay que cuidarse del rataplán de los tambores, de los torsos velludos y de los escudos de mimbre, que vuelve Espartaco y su ejército de esclavos, que son como cucarachas drogadas metidas dentro de una botella.
Hace unos meses hallé en la zona de Cañalerma un par de test de embarazo esparcidos entre la hojarasca. "¿Para qué están las bolsas de pipas como preservativos?", os dirán desde Bilbao. Me resultó llamativa la marca, Confidence, puesto que estoy al día en esta clase de artilugios. ¡Ni idea de tal fabricante! Los dos daban resultados positivos... ¡Y eso que eran "confidence"!
Algún día habremos de enterarnos de lo que estamos haciendo, de nuestra complicidad e inercia. Y de que disparamos sobre objetivos siempre equivocados. Será todo confidencial. Pero, después, todo se sabe.
A Ruth Ortiz, en solidaridad con ella y su familia, instando a la Justicia a que deje de pajearse bajo las togas y metan en vereda a los criminales.
A Manolo Ruquel, que siempre me saca una sonrisa con la mostaza de sus comentarios.
Bienvenidos a la España que baja al volcán a proveerse de azufre. Aquella que bizquea ante los jornaleros del Mercadona y continúa sufragando las latitudes de aquellos que han hecho de España su mansión personificada en coño vulnerable.
Las crónicas oficiosas de este país andan revesando espumarajos rodantes en un diálogo ternario sólo apto para hombres ventrudos y locuaces a consecuencia de la irrupción en las fincas de la democracia de esa acústica espadachina tan perniciosa, tan depravada, de hombres tintados de cobre con las antorchas en las manos.
Los jornaleros andan con su herradura de frío. Señoritas de derechas, señoritas izquierdosas, chorreen temblores que se les cae el azul de las paredes. Se terminó el mecanismo de risas. Se acabó el seccionar las barajas. Dejen de jopear como zorras con botas altas de látex y emblemas de las SS.
País de mentirosos, de canalladas, de aburrimiento figurativo. ¿Pensaban, señores banqueros, señores políticos, que el perro no ladraba ni se estremecían las cancelas? Ustedes han chasqueado la brasa, nos están haciendo bailar antes de morir. La gracia cíngara no nos salvará ni las verduras cocidas de Rajoy.
Asoman las codilleras de las bestias, la gente alargada y pegajosa, esa que les molesta, y desde el primer minuto, el español absurdo, farisaico, ensabanado, comienza a merodear en la niebla, a llenarse las manos de postas, y a espaciar el promontorio del cadalso.
No se va a colgar al pirata Florín ni se va atar a un negro al parachoques de una ranchera. Nadie se va a comer a ningún pasajero. Lo que hay es mucho pellejo de chamizona, de puta viejarrona, deseando la revancha, la venganza, racionando excrementos: Gordillo y Cañamero han de ser proscritos.
Como dijo el Faraón Seti I: un instante destruyendo al enemigo es mejor que un día de júbilo. A la gente en su generalidad le importa un rábano que este sistema esté predispuesto a dejar ausentes a grandes sectores de la sociedad. Da igual mientras la almohada sea de terciopelo.
Aquí, al que corta una porción de selva a machete, se le crucifica. Tierra de asesinos, de ricos que no pagan impuestos, tierra que incentiva el pelotazo y no la creación de riqueza; tierra de pelotazos y envidias, de chismes y de juego de cortinas.
Tenemos lo merecido, tenemos la raspa de los puentes, el tiritar de otros tiempos. Por incautos, ignorantes, blandos y poco exigentes. Criticamos la hucha de nuestros ladrones pero, en el fondo, haríamos lo mismo que ellos. Preferimos que nos repartan los brillos antes que exigir lo que es nuestro de ley: la democracia del pueblo.
Huyo de los extremos, ya me conocen: prefiero el diálogo y las lonchas finas. Prefiero bañarme en el orín de todos antes que en la pólvora de unos pocos. Sin embargo, este país está repleto de ineptos. Para evitar críticas lobunas, de pastizal, me incluyo en toda esta enjundia.
El valor literario de tanto imbécil se encuentra inadaptado para nuestros políticos rufianes y no para la marcha jornalera. Con la segunda, se sienten las fiebres, nos encabritamos, dormimos atormentados aguardando a que Sánchez Gordillo, ese fruto pernicioso del bestialismo medieval y de aquellos anarquistas que ponían bombas con una caña de pescar, esté en la cabecera de sus camas. Eso sí, PP y PSOE, sagrados. Hay que votarlos, pobreticos, que les sobra el frío. Fariseos, hipócritas, antipatriotas. Así de claro.
Un señor, una señora, con sentido común, puede y hasta debe identificarse con un clamor que debiera ser universal. ¿El método empleado? Para mí, discutible y hasta censurable. Tenemos derecho, como aquella señora británica, a ser escandalosos follando.
Parta de mí que no soy partidario de ocupaciones y expropiaciones. De ninguna forma. Pero seamos sensatos: esto tiene que arder por algún costado. No soy partidario de violentar el país tal y como andan las cosas. Pero que este país prefiera seguir muriéndose con el color desnutrido de las cosechas, seguir confiando en esta gran batea de traficantes y sinvergüenzas que nos gobiernan... ¿Eso? Eso es como aplaudir a un avión Antonov a punto de estrellarse con todos dentro.
Perturbados se encuentran, españolitos de toda condición, con la diarrea del viajero, mientras lloran sus penurias como los héroes llorones de Homero. Hay aldeanos, suficientes para la autofelación porque andan sobrados de grados y centímetros, que se dan todos los días atracones de toalla y de pezones de pan, que claman al cielo.
Hay un alcalde, un tipo barbudo, que ya está harto de cazar palomos para los sires. Que se caga en el diamante falso, en este cuadro clandestino que es la democracia de los banqueros y el puterismo. Oh, my God! quítenle la dinamita a este estruendo, dénle aguarrás o ricino.
El populacho omnívoro, ese de las sonrisas talladas y el cucurucho de flemas, revuelto con versículos y náuseas, pide la cabeza de Gordillo, del SAT. ¡Corténles el bulbo raquídeo, por favor, y déjennos con nuestros corruptos, con nuestros lechuguinos, que nosotros le lamemos la menstruación que suelten!
Los que braceen desesperados, dos tiros en el acto. Disparemos la plata y lamamos los bordillos. ¡Voten, señores y señoras, a los caimanes emplanchados en champán! ¡Metan el hocico en los fogones como una criada y voten a los que les dan las cabezas de los pescados!
Señoras, dejen su traje de novia oxidado sobre un dosel y acudan corriendo a manosear el lienzo de la democracia de los Mercados. Las resoluciones vagas y torpes no han tardado en sucederse entre los mochileros de este régimen en descomposición.
Y ese vicio diabólico tan nuestro, tan municipalista, tan cuadrumano, de sacar los paños de altar y empuñar tiragomas con las manos nos devuelve a la versión más tunante y estúpida con la que España no ha dejado de revolverse como gallina con papaya y relojería de remate. Asaltantes, bandidos, delincuentes.
Cargan el Cetme los cortijeros y los hacendados, sueltan las abejas los jardineros y resuenan los mariachis de la metralleta en las redacciones de los diarios. ¿Qué es esto?. ¿Hay gente en Andalucía suelta con muchos "noes" y pocos "síes"? No se debe permitir.
Hay que cuidarse del rataplán de los tambores, de los torsos velludos y de los escudos de mimbre, que vuelve Espartaco y su ejército de esclavos, que son como cucarachas drogadas metidas dentro de una botella.
Hace unos meses hallé en la zona de Cañalerma un par de test de embarazo esparcidos entre la hojarasca. "¿Para qué están las bolsas de pipas como preservativos?", os dirán desde Bilbao. Me resultó llamativa la marca, Confidence, puesto que estoy al día en esta clase de artilugios. ¡Ni idea de tal fabricante! Los dos daban resultados positivos... ¡Y eso que eran "confidence"!
Algún día habremos de enterarnos de lo que estamos haciendo, de nuestra complicidad e inercia. Y de que disparamos sobre objetivos siempre equivocados. Será todo confidencial. Pero, después, todo se sabe.
A Ruth Ortiz, en solidaridad con ella y su familia, instando a la Justicia a que deje de pajearse bajo las togas y metan en vereda a los criminales.
A Manolo Ruquel, que siempre me saca una sonrisa con la mostaza de sus comentarios.
J. DELGADO-CHUMILLA