Antes de empezar a hablar de ese club exclusivo que es la Unión Europea, me gustaría decirle a las mentes pensantes del actual Gobierno de la nación que para matar a impuestos y a subidas de precios a la clase media y baja, no los necesitamos, y si se van ellos y el resto de los políticos que no hacen nada de nada para que los ciudadanos de este país no paguen los platos rotos de unos cuantos, el año que viene tendremos que hacer menos esfuerzos, con el dinerito que nos vamos a ahorrar, no teniendo que mantenerlos. Porque viven gracias a nuestro esfuerzo.
¡Agárrense que vienen curvas! No me considero una persona pesimista, pero guardar un ápice de optimismo sobre la economía es difícil, si el objetivo del año que viene es el de tener un déficit del 3 por ciento. Tengan en cuenta que el del año actual ha sido del 5,5 por ciento.
Seguramente que muchos y muchas os preguntaréis por qué tenemos que tener un déficit inferior al 3 por ciento del Producto Nacional Bruto (PNB). Pues veréis, para que podamos formar parte del club exclusivo de la Unión Europea, nos pusieron una serie de requisitos y, si los cumplíamos, nos daban un premio: ¡Podíamos tener esas monedas tan monas llamadas "Euro"! Esas moneditas que cambiaron nuestra vida y convirtieron un sueldo de 1.000 euros en una Cuesta de enero permanente.
Los requisitos eran todos monetarios, teniendo en cuenta la filosofía neoliberal de la Unión. Esto quiere decir que son objetivos que tenemos que cumplir donde la persona no existe, sólo el dinero.
Os pongo un ejemplo: cumplir que el déficit público no sea superior al 3 por ciento. Da igual si ese objetivo hace que se suban los impuestos, caiga el consumo y como las empresas no producen, despidan a gente, con el consiguiente paro. Eso no importa. Como ha dicho la hija de alguien: “que se jodan”.
¿Por qué Estados Unidos está saliendo de la crisis? Y estoy hablando del país del neoliberalismo por antonomasia. Porque les importa poco el déficit con tal de que se produzcan bienes y servicios y se cree empleo.
Otros objetivos eran controlar la inflación, el tipo de interés y la deuda pública. Para nosotros, los ciudadanos de a pie, nuestros objetivos serían: que el paro no superara el 3 por ciento; que aumentara la renta per cápita (la renta media que tenemos cada uno de nosotros); que hubiera una distribución de la renta más igualitaria (que los ricos pagaran más y los pobres menos); que la educación fuera de calidad; que la vivienda tuviera un precio máximo y no se especulara con ella como si fueran acciones, etc.
Pero esto no les importa a los señores y señoras de Europa, ni al actual Gobierno, ni al anterior. Sólo a usted y a mí. A veces pienso, ¿querrán los alemanes de nuevo controlar Europa? Bueno, claro está, no todos los alemanes, sólo algunos de sus politiquillos, que quieren que la monedita siga adelante como sea, aunque la gente vuelva a los años de la Revolución Industrial, donde el trabajador era un número y no una persona.
La única esperanza que me queda es que, como dice José Luis Sampedro –al que ya saben que admiro- este modelo económico esté llegando a su fin y venga uno que esté más en consonancia con el ser humano y con el planeta. Donde el consumo no sea el motor que lo mueva; donde la gente no valga por lo que tiene; donde unos cuantos no vivan como reyes, mientras otros no tengan que vivir como esclavos para ello. Pero me temo que mientras llega ese modelo ideal, nos seguirán friendo a impuestos y haciéndonos bajar la cabeza ante cualquier dirigente explotador.
Por cierto, espero que ya que la malformación del feto no va a dar elección para poder abortar, les den muchas ayudas a las personas con hijos con minusvalías y que la Seguridad Social cubra todos los gastos que suponen sus tratamientos. Y, si es posible, que el dinero salga de los ingresos de la gente que va a votar la ley. Hay que predicar con el ejemplo.
¡Agárrense que vienen curvas! No me considero una persona pesimista, pero guardar un ápice de optimismo sobre la economía es difícil, si el objetivo del año que viene es el de tener un déficit del 3 por ciento. Tengan en cuenta que el del año actual ha sido del 5,5 por ciento.
Seguramente que muchos y muchas os preguntaréis por qué tenemos que tener un déficit inferior al 3 por ciento del Producto Nacional Bruto (PNB). Pues veréis, para que podamos formar parte del club exclusivo de la Unión Europea, nos pusieron una serie de requisitos y, si los cumplíamos, nos daban un premio: ¡Podíamos tener esas monedas tan monas llamadas "Euro"! Esas moneditas que cambiaron nuestra vida y convirtieron un sueldo de 1.000 euros en una Cuesta de enero permanente.
Los requisitos eran todos monetarios, teniendo en cuenta la filosofía neoliberal de la Unión. Esto quiere decir que son objetivos que tenemos que cumplir donde la persona no existe, sólo el dinero.
Os pongo un ejemplo: cumplir que el déficit público no sea superior al 3 por ciento. Da igual si ese objetivo hace que se suban los impuestos, caiga el consumo y como las empresas no producen, despidan a gente, con el consiguiente paro. Eso no importa. Como ha dicho la hija de alguien: “que se jodan”.
¿Por qué Estados Unidos está saliendo de la crisis? Y estoy hablando del país del neoliberalismo por antonomasia. Porque les importa poco el déficit con tal de que se produzcan bienes y servicios y se cree empleo.
Otros objetivos eran controlar la inflación, el tipo de interés y la deuda pública. Para nosotros, los ciudadanos de a pie, nuestros objetivos serían: que el paro no superara el 3 por ciento; que aumentara la renta per cápita (la renta media que tenemos cada uno de nosotros); que hubiera una distribución de la renta más igualitaria (que los ricos pagaran más y los pobres menos); que la educación fuera de calidad; que la vivienda tuviera un precio máximo y no se especulara con ella como si fueran acciones, etc.
Pero esto no les importa a los señores y señoras de Europa, ni al actual Gobierno, ni al anterior. Sólo a usted y a mí. A veces pienso, ¿querrán los alemanes de nuevo controlar Europa? Bueno, claro está, no todos los alemanes, sólo algunos de sus politiquillos, que quieren que la monedita siga adelante como sea, aunque la gente vuelva a los años de la Revolución Industrial, donde el trabajador era un número y no una persona.
La única esperanza que me queda es que, como dice José Luis Sampedro –al que ya saben que admiro- este modelo económico esté llegando a su fin y venga uno que esté más en consonancia con el ser humano y con el planeta. Donde el consumo no sea el motor que lo mueva; donde la gente no valga por lo que tiene; donde unos cuantos no vivan como reyes, mientras otros no tengan que vivir como esclavos para ello. Pero me temo que mientras llega ese modelo ideal, nos seguirán friendo a impuestos y haciéndonos bajar la cabeza ante cualquier dirigente explotador.
Por cierto, espero que ya que la malformación del feto no va a dar elección para poder abortar, les den muchas ayudas a las personas con hijos con minusvalías y que la Seguridad Social cubra todos los gastos que suponen sus tratamientos. Y, si es posible, que el dinero salga de los ingresos de la gente que va a votar la ley. Hay que predicar con el ejemplo.
MARÍA JESÚS SÁNCHEZ A.