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La productividad

Todos y todas hemos oído esta palabra que se repite más que el estribillo de la canción del verano. “Hay que bajar los sueldos, hay que despedir gente…”. Todo este sacrificio se hace por el bien del dios de la productividad. La Real Academia Española la define como “relación entre lo producido y los medios empleados, tales como mano de obra, materiales, energía, etc.”.

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Digamos que estamos ante una división donde la cantidad que se produce de un bien se divide por lo que ha costado producir esa cantidad en términos de consumo (trabajadores necesarios, pago de alquiler, pago de la luz, agua, impuestos, etc).

Y claro está que para mejorar el cociente hay dos medios: o aumentas la producción sin subir los costes, o disminuyes los costes. Pues bien, a las maravillosas mentes pensantes que gobiernan el mundo económico no se les ocurre otra cosa que bajar los costes, pero sólo los que son de personal, para aumentar la productividad. En otras palabras: bajar los sueldos y/o despedir a trabajadores.

Me pueden preguntar qué otro modo hay. Pues voy a dar dos ejemplos. Si se invierte en investigación y desarrollo e innovación (I+D+i), seguro que también han oído hablar de estos conceptos, que simplificando vienen a decir, encontrar caminos que mejoren la producción, se creen nuevos productos o se mejoren los ya existentes.

Un ejemplo es Alemania: su crisis ha sido más liviana, aparte de porque no tienen tantos corruptos como nosotros, han invertido en nuevos productos, como puede ser coches que consumen menos gasolina, productos de alta tecnología que tienen mercado y así puede seguir trabajando la gente.

¿Qué podíamos hacer nosotros? Un camino podría ser especializarnos en agricultura ecológica (investigando cómo controlar las plagas con métodos naturales). No podemos competir con Marruecos en precios, pero sí en calidad.

Si sube continuamente la factura de la luz sube el divisor, por lo que baja la productividad. A lo mejor se podría bajar las factura para ciertas empresas que controlen el consumo, incentivando que se invierta en encontrar procesos que consuman menos energía o en energías renovables (poniendo placas solares…).

Seguro que a los que lean este artículo se les ocurren muchos más ejemplos. Por cierto, estoy encantada con el nivel de los comentarios que hacéis. Me da alegría ver que hay gente que piensa, eso hace que me queden esperanzas de que no todo está perdido. Al que dio el ejemplo del estudio de mercado en Montilla, ¡felicidades!

Siguiendo con mis pensamientos, me pregunto cómo es que no ha mejorado la productividad desde que empezó la crisis. Tengo amigos y seguro que ustedes también, que están trabajando y no cobran. Es decir que se produce con coste de personal cero. ¿Existe algo que mejore más esta bonita ratio que nos ocupa?

Podían bajar los impuestos, con eso también mejoraría el cociente, pero el problema está en que con ese sobredimensionado sector público que tenemos es imposible. Y no me refiero a los funcionarios, ni a la Sanidad Pública, ni a la Educación Pública, ya saben que no soy neoliberal…

Me refiero a la cantidad de políticos a los que mantenemos, porque si es verdad el correo que circula por Internet, tenemos más políticos que nuestros vecinos europeos, siendo nosotros más pobres que ellos. Y seguro que si sumáramos las dietas (comidas, gastos de viaje…) que perciben y que no aparecen en la Declaración de la Renta, el coste sería mayor. La cadena lógica es la siguiente: si disminuimos los políticos, podemos bajar los impuestos, con lo que se disminuye el divisor y... ¡aumenta nuestra amiga la productividad!

Seguro que se hacen la pregunta de para qué hay que aumentarla. Pues bien, para que podamos ofrecer a precios más baratos nuestros productos y así ser competitivos en los mercados. Pero vuelvo a insistir: el precio no es lo único que nos tiene que diferenciar, también podemos hacerlo en calidad. ¿Qué prefieren comprar, una televisión japonesa o china? Yo japonesa: cuesta más, pero pagas calidad de imagen y que no se te rompa a los dos años de comprarla.

Alguien me puede decir que hay muchos funcionarios en España y que he pasado de puntillas sobre el tema. Yo creo en el control y en la redistribución. ¿Quién no conoce a un funcionario o funcionaria que no trabaja o que no tiene nada que hacer? Eso es lo que no se puede permitir.

Para corregir lo primero, controles de horarios y de bajas; y para lo segundo, reordenación. Que conste que yo jamás haría una generalización sobre los empleados públicos: tengo amigos y amigas que son personas muy válidas y formales. La reordenación prioritaria para todo nosotros es que reciclen a muchos funcionarios de ministerios donde no se hace nada y los asignen a los de Hacienda y Trabajo.

Otra vez la lógica. Si se controla a los que no defraudan o a los que contratan a trabajadores que trabajan “en negro”, se recaudará más, tendremos más dinero para Educación y Sanidad, y podremos incluso pagar menos impuestos. ¡Y aumentará de nuevo la productividad! Esta lógica de "esto sube y esto baja" la aprendí en mis libros neoliberales de Economía de la Universidad.

Postdata: compren productos de la tierra. Ayer me quedé muerta: compré unas naranjas que venían de Sudáfrica y me pregunté si es más barato traerlas desde el otro lado del globo. ¿No sería mejor meter las nuestras en cámaras frigoríficas y venderlas ahora? En fin…

MARÍA JESÚS SÁNCHEZ A.
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