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Somos inocentes

No es la primera vez que escucho a alguien decir: “es que durante años hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. Y no es tampoco la primera vez en la que he tenido que responder que esa es una falsedad más de las que está desviando la clase política hacia la ciudadanía en su intención de autoinculparla por la situación de crisis que vivimos. En absoluto es cierto. La inmensa mayoría de los españoles hemos vivido a lo largo de los últimos años de acuerdo con nuestras posibilidades.

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Escasas habrán sido las familias –y allá quienes así hayan actuado- que, de forma irresponsable, hayan gastado por encima de lo que ingresaban o hayan asumido compromisos de pagos que superasen sus previsiones de ingresos mensuales.

Y claro que las familias españolas han ahorrado. La inmensa mayoría de ellas ha optado por el ahorro que desde los poderes públicos más se ha incentivado, hasta fiscalmente, como es el ahorro en la vivienda en propiedad.

Entonces, ¿cómo es que el país está en quiebra? Muy simple: son las instituciones públicas, los partidos políticos en suma quienes, de forma temeraria e irresponsable, han ido viviendo a lo largo de todos estos años muy por encima de los ingresos que España generaba, gastando electoralistamente aquello que no se poseía, a la vez que asumiendo unos compromisos de pago a acreedores que les era imposible hacer efectivos, como ahora se ha demostrado, arrastrándonos a todos a tener que padecer el embargo internacional que estamos pagando con paro, bajadas salariales, subidas de impuestos, etcétera, etcétera.

Si, Gobierno central, comunidades autónomas, ayuntamientos y diputaciones han venido tirando alegremente de talonario en ayudas e inversiones, muchas de ellas improductivas, sin criterio técnico en muchas ocasiones y siempre con el objetivo de lograr el voto fácil sin importar el coste social del mismo.

En lugar de fomentar tejido productivo estable, lo que han hecho nuestros partidos políticos, desde su poder institucional, ha sido generar una gran trama especulativa sin soporte real alguno que, lógicamente, se ha venido abajo atrapándonos a todos en ella.

Los propios partidos políticos han sido sumamente irresponsables en sus finanzas, alimentándose de la teta del Estado, cobrando sus cargos orgánicos sobresueldos vergonzantes que añadir a los que percibían como cargos institucionales en parlamentos o municipios –algo que, supongo, no habrán corregido-, para finalmente tener, como le ha sucedido al PSOE pero también lo estará haciendo o lo hará el PP, que despedir a sus trabajadores a fin de salvar el estatus de las cúpulas.

No. No somos los ciudadanos culpables en absoluto de la actual situación. Los verdaderos culpables siguen ocupando cargos de responsabilidad política o a la sombra del poder, en empresas públicas o privadas, mientras cinco millones de españoles pasan por el frío del desempleo y muchos más tiritan porque ya no les llega la manta al cuello.

Y es contra ellos contra quienes tenemos que ir. Contra nuestro sistema de partidos y la tiranía encubierta que el mismo ha impuesto; contra la incompetencia de quienes nos representan porque, además, no nos permiten elegirlos sino que nos los imponen en listas cerradas; contra el descontrol en las Administraciones públicas y la utilización partidista de las mismas.

Ya está bien de televisiones públicas al servicio de los partidos; de empresas públicas que colocan sin transparencia, a criterio de quienes las controlan; de subvenciones y ayudas públicas que van a manos de los amigos de quienes las otorgan...

Ya está bien de obras públicas que carecen de interés público; de gasto público que elude el control de lo público; y de sueldos públicos que caen en manos de aquellos a los que les importa un bledo, salvo su propia economía particular, el servicio público.

Contra todo ello debemos ir y alzar la voz. Somos inocentes y no culpables y sólo cambiando el sistema lograremos que, al menos, los verdaderos culpables no sigan siendo los dueños de la situación.

ENRIQUE BELLIDO
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