De niño yo vivía en la calle de la Paz. Serían los años cincuenta y, por aquel entonces, Don Cristóbal Gómez no era todavía sacerdote. Sin embargo, se decidió a adecentar la casa en la que vivió y murió el por entonces Beato Juan de Ávila que, hasta ese momento, estaba al cargo de una familia formada por tres mujeres.
La madre, una señora mayor, era Dolorcitas y su hija era Soledad. Recuerdo que había otra segunda hija, Rosa, pero no vivía en la casa del Maestro de Santos, ya que regentaba la fuente pública que había en la calle Santa Brígida.
De aquella casa que hoy es centro de peregrinación para sacerdotes de todo el mundo recuerdo que había, justo al otro lado del patio –donde hay un pozo- una cocina muy grande. A las habitaciones se accedía por una escalera que comenzaba en el mismo patio y, justo allí, vivía esta familia encabezada por Dolorcitas.
Todo esto lo recuerdo como si estuviese allí mismo, pues pasé muchas horas en aquella casa, ya que yo vivía justo enfrente de la entrada. Recuerdo que cuando esta familia dejó de cuidar la casa del Beato, Don Cristóbal Gómez se hizo cargo de la misma.
Gracias a su buen hacer, restauró la capilla, el pequeño campanario, la sacristía –que estaba que daba pena- y el resto de dependencias. No sé de dónde sacó un armonio, pero el caso es que nos reunía a los muchos chiquillos de la calle para enseñarnos a cantar con vistas a los días de la Novena en honor de la Virgen de la Paz.
Don Cristóbal también construyó un paso con su correspondiente palio y, por primera vez en Semana Santa, no recuerdo exactamente el año, salió el Domingo de Ramos la Virgen de la Paz de la calle de la Paz. Curiosamente, la imagen se juntaba en la calle Costal con La Borriquita, que salía desde los Salesianos.
Aquel palio lo construyó Don Cristóbal con restos de otros palios que había en los sótanos de la Parroquia de Santiago. Un buen día, fuimos los chiquillos de la calle con él y nos trajimos todo lo que consideró aprovechable. Y él, que era un artista formidable, fue capaz de recomponerlo todo.
También formó la cofradía de nazarenos de la Virgen de la Paz, compuesta por jóvenes de 18 años, entre los que estaban Manolo el de la Casa de El Curilla, Pepe Afán, Manolo Raigón, mi hermano Pepe y algunos más que no recuerdo, ya que eran bastantes. Todos ellos eran los encargados de llevar el paso de la Virgen de la Paz .
Don Cristóbal era una persona bondadosa, siempre dispuesto a ayudar a todo el mundo. Sin duda alguna, a los chiquillos de la calle nos hizo mucho bien por aquel entonces. Los niños de la casa de La Chasquilla eran la gran mayoría de gente muy humilde y él les ayudaba en lo que podía.
¿Saben? Actualmente no soy montillano residente. ¡Qué más quisiera yo! Vivo desde hace más de cincuenta años en la localidad barcelonesa de Sampedor, últimamente más conocida por ser el lugar en el que nació el exentrenador del Barça, Pep Guardiola. Aquí hemos creado una familia aunque he de reconocer que después de 54 años lejos de Montilla no puedo remediar seguir sintiendo nostalgia al recordar mi pueblo.
Hace unos días leí en Montilla Digital que el Ayuntamiento está intentando reunir apoyos para nombrar Hijo Predilecto de Montilla, a título póstumo, a Don Cristóbal Gómez. Y, si sirve para algo, me sumo desde la distancia a este nombramiento y doy todo mi apoyo.
También me gustaría decirle a las personas que no profesan la fe católica y que, por lo que sea, no ven bien este nombramiento, que Don Cristóbal era una buena persona, muy bondadoso. Y lo afirmo yo, que lo conocí en persona y que no me escondo bajo ningún anonimato.
Es cierto que en los últimos años no tuve mucho contacto con él, pero me consta que ha hecho mucho y muy bueno por Montilla, de manera que no hace falta ser político o jugador de fútbol para que a una persona de su talla puedan concederle este nombramiento.
Con independencia de su condición de sacerdote, Don Cristóbal Gómez se multiplicó en las buenas labores por su Montilla y creo que, como todas las cosas en esta vida, en todos los ámbitos puede haber gente buena y mala. No obstante, en el caso de este paisano, fue un hombre muy trabajador, muy montillano y que hizo mucho y muy bueno por Montilla.
La madre, una señora mayor, era Dolorcitas y su hija era Soledad. Recuerdo que había otra segunda hija, Rosa, pero no vivía en la casa del Maestro de Santos, ya que regentaba la fuente pública que había en la calle Santa Brígida.
De aquella casa que hoy es centro de peregrinación para sacerdotes de todo el mundo recuerdo que había, justo al otro lado del patio –donde hay un pozo- una cocina muy grande. A las habitaciones se accedía por una escalera que comenzaba en el mismo patio y, justo allí, vivía esta familia encabezada por Dolorcitas.
Todo esto lo recuerdo como si estuviese allí mismo, pues pasé muchas horas en aquella casa, ya que yo vivía justo enfrente de la entrada. Recuerdo que cuando esta familia dejó de cuidar la casa del Beato, Don Cristóbal Gómez se hizo cargo de la misma.
Gracias a su buen hacer, restauró la capilla, el pequeño campanario, la sacristía –que estaba que daba pena- y el resto de dependencias. No sé de dónde sacó un armonio, pero el caso es que nos reunía a los muchos chiquillos de la calle para enseñarnos a cantar con vistas a los días de la Novena en honor de la Virgen de la Paz.
Don Cristóbal también construyó un paso con su correspondiente palio y, por primera vez en Semana Santa, no recuerdo exactamente el año, salió el Domingo de Ramos la Virgen de la Paz de la calle de la Paz. Curiosamente, la imagen se juntaba en la calle Costal con La Borriquita, que salía desde los Salesianos.
Aquel palio lo construyó Don Cristóbal con restos de otros palios que había en los sótanos de la Parroquia de Santiago. Un buen día, fuimos los chiquillos de la calle con él y nos trajimos todo lo que consideró aprovechable. Y él, que era un artista formidable, fue capaz de recomponerlo todo.
También formó la cofradía de nazarenos de la Virgen de la Paz, compuesta por jóvenes de 18 años, entre los que estaban Manolo el de la Casa de El Curilla, Pepe Afán, Manolo Raigón, mi hermano Pepe y algunos más que no recuerdo, ya que eran bastantes. Todos ellos eran los encargados de llevar el paso de la Virgen de la Paz .
Don Cristóbal era una persona bondadosa, siempre dispuesto a ayudar a todo el mundo. Sin duda alguna, a los chiquillos de la calle nos hizo mucho bien por aquel entonces. Los niños de la casa de La Chasquilla eran la gran mayoría de gente muy humilde y él les ayudaba en lo que podía.
¿Saben? Actualmente no soy montillano residente. ¡Qué más quisiera yo! Vivo desde hace más de cincuenta años en la localidad barcelonesa de Sampedor, últimamente más conocida por ser el lugar en el que nació el exentrenador del Barça, Pep Guardiola. Aquí hemos creado una familia aunque he de reconocer que después de 54 años lejos de Montilla no puedo remediar seguir sintiendo nostalgia al recordar mi pueblo.
Hace unos días leí en Montilla Digital que el Ayuntamiento está intentando reunir apoyos para nombrar Hijo Predilecto de Montilla, a título póstumo, a Don Cristóbal Gómez. Y, si sirve para algo, me sumo desde la distancia a este nombramiento y doy todo mi apoyo.
También me gustaría decirle a las personas que no profesan la fe católica y que, por lo que sea, no ven bien este nombramiento, que Don Cristóbal era una buena persona, muy bondadoso. Y lo afirmo yo, que lo conocí en persona y que no me escondo bajo ningún anonimato.
Es cierto que en los últimos años no tuve mucho contacto con él, pero me consta que ha hecho mucho y muy bueno por Montilla, de manera que no hace falta ser político o jugador de fútbol para que a una persona de su talla puedan concederle este nombramiento.
Con independencia de su condición de sacerdote, Don Cristóbal Gómez se multiplicó en las buenas labores por su Montilla y creo que, como todas las cosas en esta vida, en todos los ámbitos puede haber gente buena y mala. No obstante, en el caso de este paisano, fue un hombre muy trabajador, muy montillano y que hizo mucho y muy bueno por Montilla.
JUAN NAVARRO COMINO