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Europeísta y de izquierdas

¡Soy europeísta y apoyo a Syriza! Llevo defendiendo el proyecto europeísta desde que soy un adolescente. Dedico parte de mi esfuerzo y activismo a promocionar las bondades de la unión política y económica de los pueblos de Europa. Pero desde ayer me he convertido en bárbaro a golpe de titular.

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Me expulsan del europeísmo los poderes económicos a los que les molesta la pluralidad y la democracia. Los beatos de esta UE sin alma me permiten ser europeísta, pero no de izquierdas.

Los medios de comunicación son los portavoces de sus acreedores. Las empresas informativas son eso, empresas, pero que hacen periodismo. Empresas compuestas por consejos de redacción y consejos de administración. Y si los administradores prevalecen sobre los redactores, son empresas no informativas donde se mata el periodismo por mandato de los consejos de administración.

El periodismo ha muerto, como la democracia y los suicidados de los planes de rescate inhumanos que defienden las portadas de todos los diarios del establishment informativo.

Es una broma macabra que Nueva Democracia (ND), la derecha pro-rescate griega, sea ahora el paladín del europeísmo y de la salvación del euro. ND fue el partido que engañó a la UE con las cuentas públicas helenas, provocó la crisis griega y su contagio a toda la eurozona pero, sin embargo, es “el partido europeísta” para los medios de comunicación que ejercen de empresas olvidando que el periodismo es su función principal.

“La Grecia pro-europea” la representan quienes han mentido a la UE sobre los datos contables de Grecia, han convertido al país heleno en un Estado fallido en vías de subdesarrollo o enterrado a más de 2,5 millones de griegos en las cloacas de la pobreza. Una paradoja insultante que funciona como moraleja de lo que significa la UE para la ideología que se ha adueñado de lo que nació como proyecto colectivo.

De un día para otro, me he convertido en un bárbaro del europeísmo por pensar que quienes han convertido la UE en un lodazal no pueden ser los salvadores ni la esperanza del euro ni de la UE.

Soy un bárbaro expulsado del europeísmo a golpe de titular por defender que los planes de rescate son un secuestro de la soberanía de los pueblos europeos, más pensados para humillar que para salvar las economías en crisis.

“La presión internacional ha surtido efecto”, como bien escribía El País en su editorial de ayer: han ganado el miedo, los poderes económicos, la miseria y la ideología que parió la crisis. Pierden los pobres, los jubilados, lo público, el periodismo libre y honesto y el proyecto europeísta plural, democrático y humanista que representa el sueño europeísta que defiendo y defenderé aunque no me lo permitan los actuales beatos de esta UE de capitales libres y ciudadanos soterrados.

Lo que nos estamos jugando no es más o menos Europa. Nos jugamos, de ahí que nos quieran expulsar, una Europa social o una Europa ultraliberal tan insolidaria, individualista y desalmada como los Estados Unidos de América. Aunque nos expulsen y nos gane la decepción, es más necesario que nunca resistir y militar la senda de la Europa de los valores y la democracia. Si claudicamos, ganarán los que persiguen hacernos pasar de ciudadanos a clientes.

RAÚL SOLÍS
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