No sabía si estaba en un sueño, pero mi suelo no era el de siempre. No recordaba cómo era el de antes, pero sabía que no eran cuadrículas lo que con anterioridad habían pisado mis pies. E intuía que eran cuadrículas porque había visto la esquina negra de una de ellas. “¿Qué es esto? ¡Socorro!”.
Una mano gigante, que había venido de no sé dónde, me estaba cogiendo por los hombros y me izaba. Yo siempre he tenido vértigo. Cerré los ojos… Y no los abrí hasta que noté tierra firme sobre mis pies.
Estaba un poco mareada. Lo primero que vislumbré fue un dibujo en el suelo. Empecé a recorrerlo, era mucho más grande que yo. Aquel dibujo me era conocido. Pero mi cabeza no quería creer lo que mis pupilas estaban viendo.
Era un dibujo de un hombre en una cárcel. ¿Cómo había llegado yo allí y quién me había movido? Cuando aún no me había recuperado de la visión, noté una sacudida brutal del suelo. Nunca había vivido un terremoto, pero aquel tenía que ser parecido al del Juicio Final…
“Tengo miedo, mucho miedo, todo es plano, estoy sola, no hay ningún sitio donde esconderme...”. Corro a través de los barrotes de la cárcel... Un dado gigante viene hacia mí, salto hacia un lado... He escapado por poco, mi corazón bombea a una velocidad que hace que mi cabeza esté a punto de explotar. Y entonces… una luz brilla en mi cerebro.
El condenado, el dado, todo cuadraba... Estaba en un tablero del Monopoly. Yo era simplemente una ficha. Y aquí sigo, atrapada en el tablero, sin poder salir, sin saber quién me mueve y lo peor… Sin saber cuándo será la próxima partida.
Una mano gigante, que había venido de no sé dónde, me estaba cogiendo por los hombros y me izaba. Yo siempre he tenido vértigo. Cerré los ojos… Y no los abrí hasta que noté tierra firme sobre mis pies.
Estaba un poco mareada. Lo primero que vislumbré fue un dibujo en el suelo. Empecé a recorrerlo, era mucho más grande que yo. Aquel dibujo me era conocido. Pero mi cabeza no quería creer lo que mis pupilas estaban viendo.
Era un dibujo de un hombre en una cárcel. ¿Cómo había llegado yo allí y quién me había movido? Cuando aún no me había recuperado de la visión, noté una sacudida brutal del suelo. Nunca había vivido un terremoto, pero aquel tenía que ser parecido al del Juicio Final…
“Tengo miedo, mucho miedo, todo es plano, estoy sola, no hay ningún sitio donde esconderme...”. Corro a través de los barrotes de la cárcel... Un dado gigante viene hacia mí, salto hacia un lado... He escapado por poco, mi corazón bombea a una velocidad que hace que mi cabeza esté a punto de explotar. Y entonces… una luz brilla en mi cerebro.
El condenado, el dado, todo cuadraba... Estaba en un tablero del Monopoly. Yo era simplemente una ficha. Y aquí sigo, atrapada en el tablero, sin poder salir, sin saber quién me mueve y lo peor… Sin saber cuándo será la próxima partida.
MARÍA JESÚS SÁNCHEZ A.