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Tiempos de Franco

La subida de las tasas universitarias y el endurecimiento de las becas ponen sobre el tapete de los problemas el interés latente de las élites en descongestionar los paraninfos y hacinar las aulas de FP. Los recortes abusivos en materia educativa, en contraste con el "rescate" precipitado de Bankia, reflejan las intenciones de la derecha en salvar a lo privado y olvidarse de lo público. Estas maniobras orquestadas desde las capas de la nobleza son los retales que configurarán los futuros estratos de la pobreza.

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El fósil sociológico de hoy dejará para los arqueólogos del mañana una España fragmentada por los criterios del dinero y de las desigualdades de oportunidades. Mientras los hijos de los pudientes podrán estudiar tranquilamente en los paraninfos de siempre, los hijos del mileurista deberán conformarse con la FP Dual para pulsar el botón que los eleve en el ascensor social.

La desmasificación de las universidades por la culpa del dinero nos conducirá a una Hispania alemanizada, donde solamente una minoría tendrá la oportunidad de optar a los cuadros directivos de las pirámides organizativas. En la base de los triángulos corporativos se situarán una inmensa mayoría de mano de obra barata acorde con la formación adquirida.

En tiempos de Franco, dicen las voces octogenarias de la intrahistoria mundana, solamente podían aprender las cuatro reglas del saber. Aquellos hijos de familias acomodadas, que valiesen más o valiesen menos para estudiar, tenían que ser médicos o abogados para perpetuar el prestigio familiar.

Los hijos de padres con manos ásperas y caras marrones tenían que servir al nido familiar para que sus hermanos pudieran llevarse a la boca un trozo de pan con sal y medallones. Medallones, dicen las lenguas vivas de aquella triste morada, eran las huellas circulares que dejaban en el pan las boquillas de las botellas de aceite cuando la última gota se hacía de rogar.

En aquellos tiempos, de nada servía tener talento para los libros si no había ni un real en los bolsillos para vestir dignamente y para comer un buen cocido en vísperas de Navidad.

En pleno siglo XXI, las políticas educativas de la derecha son la involución acelerada a los tiempos de la dictadura. A este Gobierno le interesa a toda prisa desmantelar la educación pública para conseguir que se adhiera en el ideario popular la nefasta fórmula "lo público igual a malo".

Una vez conseguido este reto, la educación en España –la de todos- se convertirá en un negocio para unos pocos y en un producto de calidad para los fieles de la derecha. Los débiles –la mayoría– tendrán que gastarse los ahorros de toda la vida para que sus hijos tengan la oportunidad que ellos nunca tuvieron.

Las grúas del ayer volverán a subir los ladrillos en la España de Rajoy, para edificar cientos de centros educativos y perpetuar el conocimiento superior entre los hijos de los suyos. Mientras tanto, los hijos del mileurista echarán diez euros a la hucha todos los viernes al mediodía para conseguir, semana tras semana, los mil quinientos de la matrícula. Crudo.

ABEL ROS
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