Cambio de página. Los estudiantes valencianos vienen celebrando desde hace algunos años su llamada Fiesta de la primavera: la Fiesta de la Paella. Tras este eufemístico nombre se esconde un descarado botellón: alcohol y lo que sea, a gogó. Dice un titular de prensa: “los alumnos de la UPV convocan un nuevo macrobotellón con las paellas. Se celebrará en un recinto del Grao al que se podrá entrar bebida «sin límites»”. Lo único que los organizadores están pidiendo es que no se “acarree” la bebida en recipientes de vidrio. Hay que recordar que el cristal es malo para el "estógamo".
FOTO: http://cardomaximo.wordpress.com/
Se esperaba que se reunieran unos miles de sujetos en este bonito party, citados “el 3 de mayo, entre las 12:00 y las 22:00 horas, en la explanada adyacente al puerto y frente al circuito de Fórmula 1, un espacio con capacidad para miles de personas”. La referencia al circuito urbano de Fórmula 1 la señalo para situar al personal que conoce el terreno.
El 3 de mayo era día lectivo, aunque supongo que eso no tiene mayor importancia para el sufrido y baqueteado colectivo estudiantil. ¡Hay que divertirse, quillo! La entrada al espacio habilitado cuesta dinero, caso contrario ¿de qué comen los organizadores? El aforo del barril ha sido llenado con creces.
Las entradas, que se pusieron a la venta de forma anticipada durante la semana anterior en las instalaciones de la Universidad Politécnica, incluían el pase al recinto, un plato de paella, cerveza y copa. La paella tengo entendido que no la hacían ellos. También se les unieron a la celebración los alumnos de la Universidad Católica de Valencia (será por aquello de que no les llamen santurrones... "que no, quillo, que no te enteras: que hay que ir con los tiempos").
Alguien puede preguntar con todo derecho: ¿estás en contra de que nuestros jóvenes se distraigan? ¡Por Júpiter, claro que no! Estoy en contra de la falsedad, del escamoteo, de eludir el bulto. ¿Queremos botellón? Pues botellón. Con todas sus letras y sus consecuencias. ¿Durante la semana y en un día lectivo? Pues ¡sea! Saquen las conclusiones que gusten.
El bebercio supone una pasta gansa, máxime con la subida de impuestos. Claro que los comerciantes tienen que vender para que el consumo no decaiga más de lo que ya ha decaído… Si no fuera porque el tema del trabajo está tan mal, podríamos bromear con montar un botellón en jornada laboral. Algo así como una especie de modalidad nueva de holganza sandunguera.
Volviendo al tema, una edila municipal clama que: “no es cuestión de botellódromo sí o botellódromo no, sino de dar más opciones a los jóvenes en el ocio” y matiza que el equipo de gobierno de esta metrópoli “tiene la responsabilidad de que se creen nuevos hábitos de consumo”.
¿A estas alturas pretende conducir la orquesta desde las arcaicas instituciones? ¿Acaso suspira por un dirigismo institucional que circuncide la iniciativa de la masa juvenil? ¿Más opciones de recreo a los que ya viven instalados en el solaz continuado y en una tarde de asueto prolongado?
Seguramente nuestros jóvenes carecen de posibilidades de ocio y es posible que sea necesario implementar nuevas oportunidades o, quizás, deben retomar algunas ya olvidadas como jugar a las bolas, como uebos para enfrentarse a los momentos obligatorios que impone la vida y a las circunstancias difíciles que les ha tocado vivir. ¡Posiblemente!
Nuestra ínclita edila suspira por iniciativas para transmitir valores como son “las nuevas formas de ocio y los hábitos de vida saludables”. ¿Un contrasentido o tal vez no sabe de qué habla? En ningún momento hace referencia a valores de responsabilidad, de trabajo, de cumplir con tediosos compromisos personales y sociales, de mesura y de otros tantos más que podríamos citar, supongo que añejos –me diréis- pero que preparan a la persona para transitar por la vida en sociedad.
No señor, los valores que hay que transmitir son de “ocio y hábitos de vida saludables”. Hábitos –lo que se dice "hábitos saludables"- en un macrobotellón no los atisbo. Será que estoy perdiendo agudeza visual. ¡Gracias señora edila por mostrarnos distintos caminos!
La fiesta había sido rechazada por las universidades, temida por el vecindario que se barruntaba un guirigay tumultuoso, pendenciero y enloquecedor y desautorizada por las autoridades. La asistencia a la misma superó los 10.000 concurrentes.
La presencia policial era fuerte. Las fuerzas vivas, ya se sabe, retrógradas y carcas todas ellas, son incapaces de entender a los jóvenes y, por esa razón, desautorizaban el evento.
No comprenden que en época de crisis es cuando más falta hace el jolgorio por aquello de que las “penas con pan son menos”. Aquí el pan está sustituido, como es de suponer, por sustancias purificadoras. Repito que lo de la paella es la excusa para todo lo demás.
Como hay que garantizar la seguridad de los asistentes, contaron con la presencia de dos galenos y cuatro ATS, además de cuarenta agentes de seguridad privada. Y disponían de urinarios para desbeber y tranquilizar a los vecinos por los posibles olores a ácido úrico.
Por otro lado, las policías Local, Autonómica y Nacional, en previsión de accidentes, estaban al loro para evitar que los angelitos se acercasen a la dársena, por si se caían al agua como ya ocurrió en 2010 en un lamentable incidente.
La concejala de Residuos Sólidos –¡otra que tal baila!-, con la seriedad que da el cargo, “apela a la ética tanto de los organizadores, como de los asistentes. Si se ensucia algo fuera, que la organización lo limpie. Y que los asistentes no ensucien”.
Y en este punto se me aflojan los músculos risorios. ¡Que los asistentes no ensucien…! La mayoría de nosotros sabemos que las papeleras, cuando las hay, sirven para tirar las cosas alrededor de ellas. La papelera más ecológica es el suelo, señora concejala…
La fuerte presencia policial (¿?) y el trabajo de los organizadores dio orden a una fiesta rechazada por las propias universidades, temida por los vecinos y desaconsejada por las autoridades.
De “éxito rotundo” la calificaron los responsables del evento y, también, la gran mayoría de los cerca de 10.000 asistentes. ¡Hasta la próxima! que no será a mucho tardar. Por supuesto, los exámenes pueden esperar a septiembre.
¿Está enfermo nuestro sistema educativo o lo poco que va quedando de él? El entramado del corpus “socius politicus” atacado por la carcoma ¿solamente produce el serrín que las larvas van dejando?
FOTO: http://cardomaximo.wordpress.com/
Se esperaba que se reunieran unos miles de sujetos en este bonito party, citados “el 3 de mayo, entre las 12:00 y las 22:00 horas, en la explanada adyacente al puerto y frente al circuito de Fórmula 1, un espacio con capacidad para miles de personas”. La referencia al circuito urbano de Fórmula 1 la señalo para situar al personal que conoce el terreno.
El 3 de mayo era día lectivo, aunque supongo que eso no tiene mayor importancia para el sufrido y baqueteado colectivo estudiantil. ¡Hay que divertirse, quillo! La entrada al espacio habilitado cuesta dinero, caso contrario ¿de qué comen los organizadores? El aforo del barril ha sido llenado con creces.
Las entradas, que se pusieron a la venta de forma anticipada durante la semana anterior en las instalaciones de la Universidad Politécnica, incluían el pase al recinto, un plato de paella, cerveza y copa. La paella tengo entendido que no la hacían ellos. También se les unieron a la celebración los alumnos de la Universidad Católica de Valencia (será por aquello de que no les llamen santurrones... "que no, quillo, que no te enteras: que hay que ir con los tiempos").
Alguien puede preguntar con todo derecho: ¿estás en contra de que nuestros jóvenes se distraigan? ¡Por Júpiter, claro que no! Estoy en contra de la falsedad, del escamoteo, de eludir el bulto. ¿Queremos botellón? Pues botellón. Con todas sus letras y sus consecuencias. ¿Durante la semana y en un día lectivo? Pues ¡sea! Saquen las conclusiones que gusten.
El bebercio supone una pasta gansa, máxime con la subida de impuestos. Claro que los comerciantes tienen que vender para que el consumo no decaiga más de lo que ya ha decaído… Si no fuera porque el tema del trabajo está tan mal, podríamos bromear con montar un botellón en jornada laboral. Algo así como una especie de modalidad nueva de holganza sandunguera.
Volviendo al tema, una edila municipal clama que: “no es cuestión de botellódromo sí o botellódromo no, sino de dar más opciones a los jóvenes en el ocio” y matiza que el equipo de gobierno de esta metrópoli “tiene la responsabilidad de que se creen nuevos hábitos de consumo”.
¿A estas alturas pretende conducir la orquesta desde las arcaicas instituciones? ¿Acaso suspira por un dirigismo institucional que circuncide la iniciativa de la masa juvenil? ¿Más opciones de recreo a los que ya viven instalados en el solaz continuado y en una tarde de asueto prolongado?
Seguramente nuestros jóvenes carecen de posibilidades de ocio y es posible que sea necesario implementar nuevas oportunidades o, quizás, deben retomar algunas ya olvidadas como jugar a las bolas, como uebos para enfrentarse a los momentos obligatorios que impone la vida y a las circunstancias difíciles que les ha tocado vivir. ¡Posiblemente!
Nuestra ínclita edila suspira por iniciativas para transmitir valores como son “las nuevas formas de ocio y los hábitos de vida saludables”. ¿Un contrasentido o tal vez no sabe de qué habla? En ningún momento hace referencia a valores de responsabilidad, de trabajo, de cumplir con tediosos compromisos personales y sociales, de mesura y de otros tantos más que podríamos citar, supongo que añejos –me diréis- pero que preparan a la persona para transitar por la vida en sociedad.
No señor, los valores que hay que transmitir son de “ocio y hábitos de vida saludables”. Hábitos –lo que se dice "hábitos saludables"- en un macrobotellón no los atisbo. Será que estoy perdiendo agudeza visual. ¡Gracias señora edila por mostrarnos distintos caminos!
La fiesta había sido rechazada por las universidades, temida por el vecindario que se barruntaba un guirigay tumultuoso, pendenciero y enloquecedor y desautorizada por las autoridades. La asistencia a la misma superó los 10.000 concurrentes.
La presencia policial era fuerte. Las fuerzas vivas, ya se sabe, retrógradas y carcas todas ellas, son incapaces de entender a los jóvenes y, por esa razón, desautorizaban el evento.
No comprenden que en época de crisis es cuando más falta hace el jolgorio por aquello de que las “penas con pan son menos”. Aquí el pan está sustituido, como es de suponer, por sustancias purificadoras. Repito que lo de la paella es la excusa para todo lo demás.
Como hay que garantizar la seguridad de los asistentes, contaron con la presencia de dos galenos y cuatro ATS, además de cuarenta agentes de seguridad privada. Y disponían de urinarios para desbeber y tranquilizar a los vecinos por los posibles olores a ácido úrico.
Por otro lado, las policías Local, Autonómica y Nacional, en previsión de accidentes, estaban al loro para evitar que los angelitos se acercasen a la dársena, por si se caían al agua como ya ocurrió en 2010 en un lamentable incidente.
La concejala de Residuos Sólidos –¡otra que tal baila!-, con la seriedad que da el cargo, “apela a la ética tanto de los organizadores, como de los asistentes. Si se ensucia algo fuera, que la organización lo limpie. Y que los asistentes no ensucien”.
Y en este punto se me aflojan los músculos risorios. ¡Que los asistentes no ensucien…! La mayoría de nosotros sabemos que las papeleras, cuando las hay, sirven para tirar las cosas alrededor de ellas. La papelera más ecológica es el suelo, señora concejala…
La fuerte presencia policial (¿?) y el trabajo de los organizadores dio orden a una fiesta rechazada por las propias universidades, temida por los vecinos y desaconsejada por las autoridades.
De “éxito rotundo” la calificaron los responsables del evento y, también, la gran mayoría de los cerca de 10.000 asistentes. ¡Hasta la próxima! que no será a mucho tardar. Por supuesto, los exámenes pueden esperar a septiembre.
¿Está enfermo nuestro sistema educativo o lo poco que va quedando de él? El entramado del corpus “socius politicus” atacado por la carcoma ¿solamente produce el serrín que las larvas van dejando?
PEPE CANTILLO