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No es la deuda pública

Nos han hecho creer, deliberadamente, que la crisis económica en la Unión Europea (UE) se debe a las abultadas deudas públicas y al déficit que presentan países como Portugal, Irlanda, Grecia, España o Italia, a los que la ideología que manda en Europa han denominado, por sus siglas en inglés, "Estados PIGS" (que significa "cerdos" en inglés).

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Nos han convencido de que el sistema de protección social no es "viable" porque genera una deuda pública insostenible. Y los portavoces políticos de la deuda, claro, están encantados, ya que les sirve para su fin último: desamortizar el patrimonio de los pobres.

De un tiempo a esta parte, todos hablamos de la deuda; todos nos sentimos endeudados; e, incluso, muchos están dispuestos a ser "castigados" por haber vivido "por encima de nuestras posibilidades".

Sorprendentemente, en el año 2011, la deuda española fue ligeramente inferior que la de Alemania, Francia o Reino Unido. El total de la deuda en la Zona Euro (87,4%) está muy por encima de la deuda española. Es más, la deuda española (66%) es inferior que la de la Europa de los 27, que está en el 82,2 por ciento.

Sin embargo, la cura aplicada entre el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea (CE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha sido la de constreñir el gasto público para reducir una supuesta abultada deuda pública. Mientras tanto, los mercados siempre piden más: más recortes, más subidas de impuestos, más privatizaciones de servicios públicos, menos gasto social, etc… hasta conseguir que el Estado del Bienestar quede reducido al esqueleto.

Ni más ni menos, se trata de aplicar las políticas neoliberales que comenzaron Thatcher y Reagan en los años ochenta y que la Tercera Vía de Tony Blair se encargó de continuar casi dos décadas después para acabar con el Estado del Bienestar.

Europa asiste aturdida a una crisis que tiene poco de financiera y mucho de política. En EEUU, los Estados de California, Illinois, Nueva Jersey y Florida –juntos constituyen más del 21 por ciento del PIB americano- estuvieron en grave riesgo de bancarrota. Sin embargo, a estos tres Estados estadounidenses los salvó la Reserva Federal, que viene a ser el Banco Central de EEUU.

De esta forma, el dólar está dotado de una institución monetaria federal con la capacidad de emitir moneda para comprar deuda pública y evitar el acoso de los mercados a la deuda de los Estados americanos. Por contra, el euro ni tiene Estado ni cuenta con una Reserva Federal europea, por lo que los mercados saben que acosar a un Estado de la UE es fácil porque ninguna institución federal europea saldrá al rescate de ningún territorio europeo.

Ni la crisis de deuda de California, Illinois, Nueva Jersey o Florida ha puesto en jaque la viabilidad del dólar; la crisis de deuda de Irlanda, Italia, Grecia, Portugal o España sí han puesto en entredicho el futuro del euro. ¿Por qué?

Pues porque el Banco Central Europeo robó las competencias a los bancos centrales nacionales –que sí emitían moneda y compraban deuda pública- pero no actúa como un banco central. Eso sí, el BCE da créditos al 1 por ciento a los bancos privados para que estos compren deuda pública europea al 5 por ciento de interés. Todo un negocio.

El BCE, con sede en la ciudad alemana de Frankfurt –no es casualidad su ubicación-, nació maniatado debido a que los líderes europeos no pensaron que ninguna moneda sobrevive sin Estado o sin una entidad que le dé soporte.

En aras de instalar en Europa una política económica no intervencionista, la única competencia atribuida al BCE es la de controlar la inflación –que no puede superar el 2 por ciento anual- a través del control de los tipos de interés. Y esta es toda la política monetaria que sostiene al euro y a las economías de la Eurozona: manifiestamente insuficiente a tenor de la realidad.

Nos están recetando unos medicamentos inadecuados a nuestra enfermedad. Recorte de derechos laborales, reducciones salariales, congelación de sueldo a los funcionarios, menos gasto educativo y sanitario, adelgazamiento de la I+D, endurecimiento de las leyes penales para los disidentes que se atrevan a cuestionar la dictadura de los mercados, etc.

Este desenfreno de recortes porque “no hay más remedio” que nos está lastrando a la pobreza extrema europea, a la pérdida de nuestros garantías democráticas y al agotamiento del proyecto europeísta –que aun con todos sus errores sigue mereciendo la pena defender- solo se solucionará con más Europa.

Si el BCE fuera un verdadero banco central que diera respaldo financiero a las economías amenazadas por los mercados, los PIGS no serían tan cerdos y Europa ganaría en estabilidad política, económica y social.

Si algo nítido nos está queriendo decir la crisis es que los Estados-nación europeos son insuficientes para garantizar la igualdad, la libertad y la protección social, por lo que de esta crisis, que no es de deuda pública sino de insuficiencia política europea, no saldremos si la UE no se dota de mecanismos políticos para actuar como un escudo frente a los mercados.

El federalismo estadounidense ha demostrado que la deuda pública no es razón suficiente para que los mercados hagan temblar ni a un Estado americano ni a los mismos Estados Unidos de América.

Al otro lado del Atlántico, nos debiera quedar claro que si queremos seguir siendo el continente que conocemos, preservar nuestro modelo social y ser relevantes en un mundo multipolar, que ha venido para quedarse, los Estados Unidos de Europa no pueden esperar más.

RAÚL SOLÍS
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