Antes de que Science publique mi investigación en su próximo número, quería compartir con todos ustedes las conclusiones de mi trabajo. De manera casi imperceptible, que es, precisamente, el modo en el que se producen los grandes cambios evolutivos en la naturaleza, una nueva especie humana ha hecho acto de aparición y convive con nosotros desde hace tiempo. Señoras y señores, les presento al Homo Ineptus.
Esta nueva especie ha venido para quedarse y representa un paso más en la carrera de la evolución humana al haber desarrollado una mayor eficiencia adaptativa al medio: consigue más con menos recursos.
No intenten diferenciar a simple vista a un Homo Ineptus de un Homo Sapiens sapiens: sus características fisiológicas son idénticas a las de su antecesor evolutivo. Han conseguido tal grado de camuflaje en el mundo Sapiens que, hasta que no llegan a la edad adulta, los individuos Ineptus no demuestran su verdadera naturaleza.
No se extrañen por esto: recuerden que hasta que no se arrancaban la cara y devoraban a un roedor con sus sauropsidas fauces, no éramos capaces de diferenciar a un invasor V de un ser humano. Aprovechan, pues, el mismo sistema de camuflaje para pasar desapercibidos.
Dadas estas dificultades a la hora de diferenciar a los sujetos Ineptus, paso a ofrecerles una serie de claves fundamentales para la correcta discriminación de los ejemplares.
Los matrimonios cuyos miembros proceden del mundo folclórico tienen grandes posibilidades genéticas de engendrar un Homo Ineptus. De este modo, la comunidad científica asiste expectante a los enlaces torero-coplera; coplera-boxeador y otros del estilo porque se sabe que, tras años de rigurosa y empírica observación, es bastante probable que el descendiente alfa se caracterice finalmente como Ineptus.
Los individuos son fácilmente reconocibles: presencia asidua en portada e interiores de revistas del corazón, apariciones numerosas en programas de televisión de escasa ética y moralidad, trabajos esporádicos como presentadores en televisiones autonómicas... Todo ello sin conocimientos ni talento previos, de ahí su mayor adaptación al medio, base para su catalogación dentro de la rama Ineptus.
Aunque no siempre la predisposición genética es la causa de la aparición de un nuevo Homo Ineptus. La evolución es caprichosa y, en numerosas ocasiones, la mutación es un factor clave que se debe tener en cuenta.
Los Homo Ineptus suelen reunirse en grupos de individuos de su misma especie estructurados jerárquicamente. La pertenencia a un escalafón u otro de la pirámide lo marcan tanto el nivel de su lenguaje soez como su grado de chabacanería en una relación directamente proporcional.
Determinados tipos de canales de televisión gustan de retransmitir este tipo de reuniones. Pueden sintonizarlos en las sobremesas y en las noches previas a los fines de semana.
El mundo político es también hábitat natural de esta nueva especie. Aunque un Homo Ineptus intente pasar desapercibido camuflado bajo las siglas de cualquier partido político, sus resultados son visibles en el medio y el largo plazo.
Hablamos del conocido como Homo Ineptus Politicians, rama más evolucionada de esta especie caracterizada por aparentar un mayor barniz cultural. El Homo Ineptus Politicians tiene un discurso fácil, pero vacío, con el que intenta atraer para sí el mayor número de incautos votantes.
Su población ha aumentado en grado tal que, para evitar su extinción, al igual que se hacía con los nativos americanos, se les recluye y congrega en reservas que, integradas en la estructura administrativa del Estado, han tomado el nombre de "Senado" y "Diputaciones".
Antes de terminar, paso a describirles algunos ejemplos de casuística concreta, extraídos directamente de los resultados de trabajo de campo sobre este nueva especie.
Acude a una ventanilla de algún organismo público y le atiende un amable sujeto que le afirma que, para la presentación de su solicitud, no es necesaria la fotocopia del DNI y que, además, tiene de plazo hasta el viernes en lugar del lunes, como usted pensaba.
El miércoles, en ese mismo organismo, le informan de que, realmente, sí era necesaria la fotocopia del DNI, compulsada además, y que el plazo terminó hace dos días. No lo dude: le atendió un Homo Ineptus.
Desea consultar, con su compañía de telefonía móvil, una serie de errores en sus últimas facturas. O en todas, quién sabe. La persona que le atiende después de que, por su seguridad, haya comprobado que, efectivamente, usted calza un 42, que el apellido de soltera de su abuela era Jiménez y tras pasar los últimos quince minutos escuchando el Für Elise en versión organillo de cabra, termina reconociendo que no es capaz de solucionar su problema, aunque se ofrece, amablemente, a informarle puntualmente de una oferta que, seguro, es de su interés. No lo dude: Homo Ineptus.
Su país está pasando por una de las peores crisis económicas que se recuerdan y su presidente, que prometió reducir el número de parados, lo ha aumentado; que prometió no subir los impuestos, los ha subido; y prometió un cambio que, de momento, sólo ha sido a peor. No lo dude: usted ha votado a un Homo Ineptus.
Así pues, queridos lectores, agudicen la vista, preparen sus sentidos y analicen críticamente el comportamiento de sus vecinos. Quién sabe, podría habitar, sin saberlo, en una colonia de Homo Ineptus.
Esta nueva especie ha venido para quedarse y representa un paso más en la carrera de la evolución humana al haber desarrollado una mayor eficiencia adaptativa al medio: consigue más con menos recursos.
No intenten diferenciar a simple vista a un Homo Ineptus de un Homo Sapiens sapiens: sus características fisiológicas son idénticas a las de su antecesor evolutivo. Han conseguido tal grado de camuflaje en el mundo Sapiens que, hasta que no llegan a la edad adulta, los individuos Ineptus no demuestran su verdadera naturaleza.
No se extrañen por esto: recuerden que hasta que no se arrancaban la cara y devoraban a un roedor con sus sauropsidas fauces, no éramos capaces de diferenciar a un invasor V de un ser humano. Aprovechan, pues, el mismo sistema de camuflaje para pasar desapercibidos.
Dadas estas dificultades a la hora de diferenciar a los sujetos Ineptus, paso a ofrecerles una serie de claves fundamentales para la correcta discriminación de los ejemplares.
Los matrimonios cuyos miembros proceden del mundo folclórico tienen grandes posibilidades genéticas de engendrar un Homo Ineptus. De este modo, la comunidad científica asiste expectante a los enlaces torero-coplera; coplera-boxeador y otros del estilo porque se sabe que, tras años de rigurosa y empírica observación, es bastante probable que el descendiente alfa se caracterice finalmente como Ineptus.
Los individuos son fácilmente reconocibles: presencia asidua en portada e interiores de revistas del corazón, apariciones numerosas en programas de televisión de escasa ética y moralidad, trabajos esporádicos como presentadores en televisiones autonómicas... Todo ello sin conocimientos ni talento previos, de ahí su mayor adaptación al medio, base para su catalogación dentro de la rama Ineptus.
Aunque no siempre la predisposición genética es la causa de la aparición de un nuevo Homo Ineptus. La evolución es caprichosa y, en numerosas ocasiones, la mutación es un factor clave que se debe tener en cuenta.
Los Homo Ineptus suelen reunirse en grupos de individuos de su misma especie estructurados jerárquicamente. La pertenencia a un escalafón u otro de la pirámide lo marcan tanto el nivel de su lenguaje soez como su grado de chabacanería en una relación directamente proporcional.
Determinados tipos de canales de televisión gustan de retransmitir este tipo de reuniones. Pueden sintonizarlos en las sobremesas y en las noches previas a los fines de semana.
El mundo político es también hábitat natural de esta nueva especie. Aunque un Homo Ineptus intente pasar desapercibido camuflado bajo las siglas de cualquier partido político, sus resultados son visibles en el medio y el largo plazo.
Hablamos del conocido como Homo Ineptus Politicians, rama más evolucionada de esta especie caracterizada por aparentar un mayor barniz cultural. El Homo Ineptus Politicians tiene un discurso fácil, pero vacío, con el que intenta atraer para sí el mayor número de incautos votantes.
Su población ha aumentado en grado tal que, para evitar su extinción, al igual que se hacía con los nativos americanos, se les recluye y congrega en reservas que, integradas en la estructura administrativa del Estado, han tomado el nombre de "Senado" y "Diputaciones".
Antes de terminar, paso a describirles algunos ejemplos de casuística concreta, extraídos directamente de los resultados de trabajo de campo sobre este nueva especie.
Acude a una ventanilla de algún organismo público y le atiende un amable sujeto que le afirma que, para la presentación de su solicitud, no es necesaria la fotocopia del DNI y que, además, tiene de plazo hasta el viernes en lugar del lunes, como usted pensaba.
El miércoles, en ese mismo organismo, le informan de que, realmente, sí era necesaria la fotocopia del DNI, compulsada además, y que el plazo terminó hace dos días. No lo dude: le atendió un Homo Ineptus.
Desea consultar, con su compañía de telefonía móvil, una serie de errores en sus últimas facturas. O en todas, quién sabe. La persona que le atiende después de que, por su seguridad, haya comprobado que, efectivamente, usted calza un 42, que el apellido de soltera de su abuela era Jiménez y tras pasar los últimos quince minutos escuchando el Für Elise en versión organillo de cabra, termina reconociendo que no es capaz de solucionar su problema, aunque se ofrece, amablemente, a informarle puntualmente de una oferta que, seguro, es de su interés. No lo dude: Homo Ineptus.
Su país está pasando por una de las peores crisis económicas que se recuerdan y su presidente, que prometió reducir el número de parados, lo ha aumentado; que prometió no subir los impuestos, los ha subido; y prometió un cambio que, de momento, sólo ha sido a peor. No lo dude: usted ha votado a un Homo Ineptus.
Así pues, queridos lectores, agudicen la vista, preparen sus sentidos y analicen críticamente el comportamiento de sus vecinos. Quién sabe, podría habitar, sin saberlo, en una colonia de Homo Ineptus.
PABLO POÓ