En época de crisis todos estamos más sensibles y, por tanto, más a la que salta, hasta el punto de arremeter contra todo lo que se nos ponga por delante. Estamos lo que se dice no indignados sino “enrabiaos”. Me ha dado por hacer un recuento de distintos tipos de muertes causadas en nuestro país entre abril y lo que va de mayo. ¡Escalofriante! No me considero un sádico por fijarme en este tipo de noticias ni estoy depresivo. Me interesa recordar, con datos concretos, el valor de una vida.
En escaso espacio de tiempo se ha producido una cantidad de hechos luctuosos, no precisamente por causas naturales, que da un poco de miedo pensar en ello. Indudablemente, no vivimos en Méjico donde, al parecer, una vida humana vale menos que nada.
Los más veteranos se acordarán de El Caso, un periódico que solo suministraba noticias truculentas y luctuosas de lo que iba ocurriendo en la vida cotidiana, ajena a la política, insisto en ello, de este país.
Un muerto por aquí, un asesinato por allá, un suicidio… No teníamos tele y entonces este tipo de noticias impactaban más. Ahora parece que ya nos hemos habituado a ellas como si fuera algo normal. No pretendo reeditar el periódico El Caso.
Pero parece que hemos retrocedido en el tiempo y vuelven a producirse con machacona insistencia hechos lúgubres al compás de la situación socioeconómica o ¿tal vez como consecuencia de ella? La verdad es que estoy hecho un lio con la cantidad de muertes que se han originado en un relativo corto espacio de tiempo. Es como si la vida humana careciera de valor absolutamente. ¿O quizás carece de valor y matamos o nos matamos por nada?
Muerte de un hombre de 40 años tras una pelea a la salida de una discoteca. Los jóvenes agresores tienen antecedentes por distintos tipo de agresiones. Muerte de un senegalés a manos de un primo suyo, como consecuencia de una pelea entre ellos.
Más: reducido en el metro un hombre por amenazar con una pistola cargada y sin el seguro puesto al resto de pasajeros. Un hombre de 33 años asesina a tres personas en un club de alterne, uno de ellos era el camarero. Un argelino propina una paliza al compatriota que le acoge por una noche en su casa, de la que no estaba dispuesto a marcharse.
Un grupo de cabezas rapadas (neonazis) atacan a un ecuatoriano en Barcelona al que golpean e hieren. Dos de los atacantes eran menores de edad. Seis antisistema matan a un joven en Navalagamella. Los agresores, de extrema izquierda, habían ofendido a la novia del muerto y este fue a buscarlos.
Le abren la cabeza con una barra de hierro. Un chico mata con una escopeta a su hermana a la que sólo quería asustar. ¡Buen julepe! Un hombre "enfadado con el mundo" puso la bomba de Brindisi. La Fiscalía describe el perfil del sospechoso del atentado que mató a una adolescente y dejó seis heridos frente a un instituto. ¡Hideputa...! Hay más, pero en este apartado ya tenemos suficientes muertes.
El tema que toco a continuación merece por sí solo un amplio comentario, posiblemente para defender a muchos emigrantes honrados y trabajadores. En bastantes de estos casos sus hijos son otro cantar, por no decir que son un vil engendro del diablo y hacen mucho daño a sus compatriotas, a los países que los acogen y a la gente que agreden, así como a los familiares de las víctimas.
Vamos con las bandas latinas de jiferos matones. Un joven es agredido por un grupo de diez menores con machetes y un arma de fuego. Muere de dos disparos. En Cataluña la palma un joven de 16 años en una pelea entre bandas. Los integrantes son, en su mayoría, menores de edad que certifican su valía con la vida de otro. Estos chivatones creen tener riles para así demostrar que son unos hombretones. ¡Basura pura!
Las bandas latinas parece que campan a sus anchas, sobre todo por Cataluña. Concurren más de doce bandas identificadas de pandilleros, cada vez más jóvenes. Para los mossos son un serio problema. Detienen a algunos de ellos pero eso no los amedranta, amén de que duran poco en chirona. Las grandes ciudades sufren esta lacra y el fenómeno va en aumento desde antes de 2009.
La actuación de estos facciosos, hijos de emigrantes o emigrantes también ellos, es lo que hace que muchos buenos ciudadanos de a pie repulsen a los extranjeros en general, ya sean rumanos, sudamericanos o de cualquier otra parte, metiéndolos a todos en el mismo saco y pagando justos por pecadores.
Los más viejos recordaréis aquella película del barrio oeste de Nueva York, West Side Story, estrenada en 1961 y ganadora de diez Óscar, que nos impactó por presentarnos una realidad novedosa y ajena. Escenificaba el cruel enfrentamiento entre dos bandas rivales, con la muerte del galán de una de ellas.
Película melosa si queréis, en la que nos mostraba el amor imposible de Toni y María. La pertenencia a la pandilla contraria los separaba. Película romántica, sensiblera con una banda musical muy bonita y una buena actuación de sus actores, bailarines todos ellos. Os la recomiendo a los que no la hayáis visto.
La nota de humor (¡!) la pone la noticia del hombre “atacado” por un rayo que le entra por el escroto y le sale por un pie. Digo "de humor" porque, afortunadamente, el hombre, ¡con dos huevos!, nunca mejor dicho, se salva. Sólo le quedan unas leves heridas en el escroto y en el pie.
El dato macabro lo aporta el gran número de muertes, en lo que va de año, de mujeres por violencia machista. Hasta el 15 de mayo, este año ha habido en España 18 crímenes machistas. Lamentablemente, esta conducta parece aumentar con los años, en lugar de ir disminuyendo.
¿En qué quedaron los planes de concienciación y repulsa ante la cuestión? Este es un asunto que debería repugnarnos y soliviantar nuestro ánimo cada día más, pero la cruel realidad se impone. Dejo dos direcciones para ampliar información sobre la temática. Añadamos a ello los cuarenta muertos habidos en carretera durante Semana Santa.
La guinda del pastel la coloca la noticia de que la pena de muerte está vigente para los homosexuales en siete países: ¡siete! En este caso no es un número de la suerte y sí de la intolerancia, cultural o religiosa, me da igual. Arabia Saudí, Yemen, Mauritania, Sudán, Nigeria, Irán y Somalia son los países de la fatalidad para los homosexuales.
Vamos con datos oficiales. Según el Ministerio de Interior, homicidios y asesinatos han aumentado más de un 16 por ciento en el primer trimestre del año. Transcribo una noticia de prensa:
“Las formas más graves de criminalidad están creciendo en España de modo preocupante, según datos facilitados por el Ministerio del Interior en referencia al primer trimestre del año y en los que se integran no solamente datos de la Policía y de la Guardia Civil, sino también de la Ertzaintza, Policía Foral de Navarra y de los Mossos d’Esquadra”.
En fin, dejo este trabajo con el corazón algo encogido. Pero ¡que no aumente el pánico! Pensaremos en positivo desde el punto y hora que seamos capaces de apreciar la vida humana, propia y ajena, en lo que realmente vale. Vivir es una aventura con luces y sombras a la que debemos sacarle el mayor jugo posible.
Decía Albert Einstein que “la vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”. Cada cual saque las conclusiones que le parezcan más oportunas. Recordemos que la felicidad descansa en el interior de uno mismo.
En escaso espacio de tiempo se ha producido una cantidad de hechos luctuosos, no precisamente por causas naturales, que da un poco de miedo pensar en ello. Indudablemente, no vivimos en Méjico donde, al parecer, una vida humana vale menos que nada.
Los más veteranos se acordarán de El Caso, un periódico que solo suministraba noticias truculentas y luctuosas de lo que iba ocurriendo en la vida cotidiana, ajena a la política, insisto en ello, de este país.
Un muerto por aquí, un asesinato por allá, un suicidio… No teníamos tele y entonces este tipo de noticias impactaban más. Ahora parece que ya nos hemos habituado a ellas como si fuera algo normal. No pretendo reeditar el periódico El Caso.
Pero parece que hemos retrocedido en el tiempo y vuelven a producirse con machacona insistencia hechos lúgubres al compás de la situación socioeconómica o ¿tal vez como consecuencia de ella? La verdad es que estoy hecho un lio con la cantidad de muertes que se han originado en un relativo corto espacio de tiempo. Es como si la vida humana careciera de valor absolutamente. ¿O quizás carece de valor y matamos o nos matamos por nada?
Muerte de un hombre de 40 años tras una pelea a la salida de una discoteca. Los jóvenes agresores tienen antecedentes por distintos tipo de agresiones. Muerte de un senegalés a manos de un primo suyo, como consecuencia de una pelea entre ellos.
Más: reducido en el metro un hombre por amenazar con una pistola cargada y sin el seguro puesto al resto de pasajeros. Un hombre de 33 años asesina a tres personas en un club de alterne, uno de ellos era el camarero. Un argelino propina una paliza al compatriota que le acoge por una noche en su casa, de la que no estaba dispuesto a marcharse.
Un grupo de cabezas rapadas (neonazis) atacan a un ecuatoriano en Barcelona al que golpean e hieren. Dos de los atacantes eran menores de edad. Seis antisistema matan a un joven en Navalagamella. Los agresores, de extrema izquierda, habían ofendido a la novia del muerto y este fue a buscarlos.
Le abren la cabeza con una barra de hierro. Un chico mata con una escopeta a su hermana a la que sólo quería asustar. ¡Buen julepe! Un hombre "enfadado con el mundo" puso la bomba de Brindisi. La Fiscalía describe el perfil del sospechoso del atentado que mató a una adolescente y dejó seis heridos frente a un instituto. ¡Hideputa...! Hay más, pero en este apartado ya tenemos suficientes muertes.
El tema que toco a continuación merece por sí solo un amplio comentario, posiblemente para defender a muchos emigrantes honrados y trabajadores. En bastantes de estos casos sus hijos son otro cantar, por no decir que son un vil engendro del diablo y hacen mucho daño a sus compatriotas, a los países que los acogen y a la gente que agreden, así como a los familiares de las víctimas.
Vamos con las bandas latinas de jiferos matones. Un joven es agredido por un grupo de diez menores con machetes y un arma de fuego. Muere de dos disparos. En Cataluña la palma un joven de 16 años en una pelea entre bandas. Los integrantes son, en su mayoría, menores de edad que certifican su valía con la vida de otro. Estos chivatones creen tener riles para así demostrar que son unos hombretones. ¡Basura pura!
Las bandas latinas parece que campan a sus anchas, sobre todo por Cataluña. Concurren más de doce bandas identificadas de pandilleros, cada vez más jóvenes. Para los mossos son un serio problema. Detienen a algunos de ellos pero eso no los amedranta, amén de que duran poco en chirona. Las grandes ciudades sufren esta lacra y el fenómeno va en aumento desde antes de 2009.
La actuación de estos facciosos, hijos de emigrantes o emigrantes también ellos, es lo que hace que muchos buenos ciudadanos de a pie repulsen a los extranjeros en general, ya sean rumanos, sudamericanos o de cualquier otra parte, metiéndolos a todos en el mismo saco y pagando justos por pecadores.
Los más viejos recordaréis aquella película del barrio oeste de Nueva York, West Side Story, estrenada en 1961 y ganadora de diez Óscar, que nos impactó por presentarnos una realidad novedosa y ajena. Escenificaba el cruel enfrentamiento entre dos bandas rivales, con la muerte del galán de una de ellas.
Película melosa si queréis, en la que nos mostraba el amor imposible de Toni y María. La pertenencia a la pandilla contraria los separaba. Película romántica, sensiblera con una banda musical muy bonita y una buena actuación de sus actores, bailarines todos ellos. Os la recomiendo a los que no la hayáis visto.
La nota de humor (¡!) la pone la noticia del hombre “atacado” por un rayo que le entra por el escroto y le sale por un pie. Digo "de humor" porque, afortunadamente, el hombre, ¡con dos huevos!, nunca mejor dicho, se salva. Sólo le quedan unas leves heridas en el escroto y en el pie.
El dato macabro lo aporta el gran número de muertes, en lo que va de año, de mujeres por violencia machista. Hasta el 15 de mayo, este año ha habido en España 18 crímenes machistas. Lamentablemente, esta conducta parece aumentar con los años, en lugar de ir disminuyendo.
¿En qué quedaron los planes de concienciación y repulsa ante la cuestión? Este es un asunto que debería repugnarnos y soliviantar nuestro ánimo cada día más, pero la cruel realidad se impone. Dejo dos direcciones para ampliar información sobre la temática. Añadamos a ello los cuarenta muertos habidos en carretera durante Semana Santa.
La guinda del pastel la coloca la noticia de que la pena de muerte está vigente para los homosexuales en siete países: ¡siete! En este caso no es un número de la suerte y sí de la intolerancia, cultural o religiosa, me da igual. Arabia Saudí, Yemen, Mauritania, Sudán, Nigeria, Irán y Somalia son los países de la fatalidad para los homosexuales.
Vamos con datos oficiales. Según el Ministerio de Interior, homicidios y asesinatos han aumentado más de un 16 por ciento en el primer trimestre del año. Transcribo una noticia de prensa:
“Las formas más graves de criminalidad están creciendo en España de modo preocupante, según datos facilitados por el Ministerio del Interior en referencia al primer trimestre del año y en los que se integran no solamente datos de la Policía y de la Guardia Civil, sino también de la Ertzaintza, Policía Foral de Navarra y de los Mossos d’Esquadra”.
En fin, dejo este trabajo con el corazón algo encogido. Pero ¡que no aumente el pánico! Pensaremos en positivo desde el punto y hora que seamos capaces de apreciar la vida humana, propia y ajena, en lo que realmente vale. Vivir es una aventura con luces y sombras a la que debemos sacarle el mayor jugo posible.
Decía Albert Einstein que “la vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”. Cada cual saque las conclusiones que le parezcan más oportunas. Recordemos que la felicidad descansa en el interior de uno mismo.
Enlaces de interés
PEPE CANTILLO