En estas dos últimas semanas se han venido celebrando eventos para todos los aficionados al manga y al anime: los salones manga. Primero, el de Jerez y, después, el de Sevilla. Estas jornadas son promovidas por jóvenes emprendedores que forman sus propias asociaciones y quieren aportar su granito de arena a la ciudad. Por desgracia, los ayuntamientos no siempre saben aprovechar este tipo de oportunidades –como le pasa al de Sevilla- y no tienen en cuenta las ganancias que ello supondría.
Las jornadas se desarrollan en un recinto en el que se habilitan multitud de tiendas especializadas en este ámbito y actividades relacionadas con la cultura nipona. Destacan los concursos de disfraces, de coreografías, de karaoke, talleres de juegos o de dibujo, entre otras. Es decir, diversión entre amigos que comparten un mismo pasatiempo durante tres días consecutivos. Pero, por desgracia, no es todo felicidad en este tipo de eventos y, a veces, se ven empañados por la mala organización. No es el caso de la ciudad gaditana.
Jerez de la Frontera, el principal promotor de salones manga por antonomasia en Andalucía, casi rivalizando con al famoso evento realizado en Barcelona, ya entendió lo que este tipo de jornadas suponía: la gallina de los huevos de oro que la capital sevillana no sabe explotar por ignorancia.
Este dato queda demostrado ampliamente si comparamos los dos salones que, por suerte o por desgracia, se han celebrado casi simultáneamente en estas dos últimas semanas, demostrando la gran decadencia del salón manga sevillano.
La Ciudad del Caballo otorga un polideportivo para el evento, multitud de tiendas y actividades, dos escenarios y un coste de entrada de 3 euros que todo aficionado pagaría por tales prestaciones. El salón también ofrece la posibilidad de abonar una entrada de 6 euros que sirve para asistir los tres días del evento.
Esto conlleva un gran ingreso para el salón, para el propio Ayuntamiento y para los hosteleros de la ciudad, que tienen que alojar a los asistentes durante todo un fin de semana. Todo ello, unido a los convenios que el Consistorio suscribe con RENFE –de los cuales también saca beneficio-, dan como resultado más ganancias para la cuidad.
Una multitud de gente –jóvenes y no tan jóvenes- acude a estas jornadas todos los años con ilusión y con cierto afán consumista. Colas enormes se forman desde altas horas de la mañana para poder entrar al recinto. Por lo tanto, se pueden sacar grandes beneficios si se sabe aprovechar el tirón que tiene sobre el público.
Por otra parte, hablamos del problema de Sevilla: indignación y decepción. Dos palabras que describen muy bien la sensación de gran parte del público sobre el pasado Salón Manga de Sevilla. El quinto evento que realiza la ciudad para los amantes del manga y el anime que termina en un fracaso, mayor incluso que sus ediciones anteriores.
Cuesta creer que la capital andaluza no pueda permitirse un evento de este calibre en condiciones. Y no es que no pueda, es que simplemente el Ayuntamiento apenas le presta atención y no realiza las cosas como debería. Craso error.
¿Qué consigue el de Sevilla? Un pequeño recinto escondido, con dos o tres pequeñas tiendas y sin apenas actividades. Para colmo, tiene lugar justo antes de Semana Santa. No era la fecha idónea y eso acabó de rematar el ya de por sí desastroso salón, solo rescatable gracias a la ardua labor de los trabajadores que trataban de que todo saliera lo mejor posible.
¿Esto es todo lo que puede ofrecer la capital sevillana? Es vergonzoso. Cabe destacar también que, incluso el Salón de Tomares (Otakón), que se viene realizando casi tan recientemente como el de Sevilla, tiene más prestigio.
Los problemas principales de Sevilla son dos: en primer lugar, las asociaciones, que en vez de aunar fuerzas se pelean por conseguir subvenciones del Ayuntamiento. Y la otra, la desconfianza y el desinterés por este tipo de eventos. La figura del otaku o persona aficionada al manga y al anime, todavía está denostada y bajo estereotipos que no se corresponden con la realidad.
El Ayuntamiento de lo que no se da cuenta es que un evento así, bien promovido, puede beneficiar a la economía sevillana, sobre todo en el ámbito de la hostelería. Le daría mayor promoción a la ciudad.
Multitud de gente –y no solo jóvenes- pagaría lo que fuera por asistir si se dan mayores prestaciones, igual que pasa en Jerez o en Barcelona. Un proyecto en condiciones, en un lugar fijo y adecuado, junto con publicidad y buena promoción serían la clave del éxito. Al ser Sevilla una ciudad bien conectada puede tirar perfectamente de los medios de transporte y acudiría gente de toda España.
En conclusión, el Ayuntamiento sevillano debería dar más apoyo e invertir en esta clase de jornadas. Es cierto que las ganancias se obtendrían a medio plazo porque un proyecto de este calibre necesita tiempo para asentarse y adquirir fama. Pero una vez implantada la semilla sería una ínfima inversión comparada con los beneficios que se obtendrían. Por cierto, ¿nadie se anima en Montilla?
Las jornadas se desarrollan en un recinto en el que se habilitan multitud de tiendas especializadas en este ámbito y actividades relacionadas con la cultura nipona. Destacan los concursos de disfraces, de coreografías, de karaoke, talleres de juegos o de dibujo, entre otras. Es decir, diversión entre amigos que comparten un mismo pasatiempo durante tres días consecutivos. Pero, por desgracia, no es todo felicidad en este tipo de eventos y, a veces, se ven empañados por la mala organización. No es el caso de la ciudad gaditana.
Jerez de la Frontera, el principal promotor de salones manga por antonomasia en Andalucía, casi rivalizando con al famoso evento realizado en Barcelona, ya entendió lo que este tipo de jornadas suponía: la gallina de los huevos de oro que la capital sevillana no sabe explotar por ignorancia.
Este dato queda demostrado ampliamente si comparamos los dos salones que, por suerte o por desgracia, se han celebrado casi simultáneamente en estas dos últimas semanas, demostrando la gran decadencia del salón manga sevillano.
La Ciudad del Caballo otorga un polideportivo para el evento, multitud de tiendas y actividades, dos escenarios y un coste de entrada de 3 euros que todo aficionado pagaría por tales prestaciones. El salón también ofrece la posibilidad de abonar una entrada de 6 euros que sirve para asistir los tres días del evento.
Esto conlleva un gran ingreso para el salón, para el propio Ayuntamiento y para los hosteleros de la ciudad, que tienen que alojar a los asistentes durante todo un fin de semana. Todo ello, unido a los convenios que el Consistorio suscribe con RENFE –de los cuales también saca beneficio-, dan como resultado más ganancias para la cuidad.
Una multitud de gente –jóvenes y no tan jóvenes- acude a estas jornadas todos los años con ilusión y con cierto afán consumista. Colas enormes se forman desde altas horas de la mañana para poder entrar al recinto. Por lo tanto, se pueden sacar grandes beneficios si se sabe aprovechar el tirón que tiene sobre el público.
Por otra parte, hablamos del problema de Sevilla: indignación y decepción. Dos palabras que describen muy bien la sensación de gran parte del público sobre el pasado Salón Manga de Sevilla. El quinto evento que realiza la ciudad para los amantes del manga y el anime que termina en un fracaso, mayor incluso que sus ediciones anteriores.
Cuesta creer que la capital andaluza no pueda permitirse un evento de este calibre en condiciones. Y no es que no pueda, es que simplemente el Ayuntamiento apenas le presta atención y no realiza las cosas como debería. Craso error.
¿Qué consigue el de Sevilla? Un pequeño recinto escondido, con dos o tres pequeñas tiendas y sin apenas actividades. Para colmo, tiene lugar justo antes de Semana Santa. No era la fecha idónea y eso acabó de rematar el ya de por sí desastroso salón, solo rescatable gracias a la ardua labor de los trabajadores que trataban de que todo saliera lo mejor posible.
¿Esto es todo lo que puede ofrecer la capital sevillana? Es vergonzoso. Cabe destacar también que, incluso el Salón de Tomares (Otakón), que se viene realizando casi tan recientemente como el de Sevilla, tiene más prestigio.
Los problemas principales de Sevilla son dos: en primer lugar, las asociaciones, que en vez de aunar fuerzas se pelean por conseguir subvenciones del Ayuntamiento. Y la otra, la desconfianza y el desinterés por este tipo de eventos. La figura del otaku o persona aficionada al manga y al anime, todavía está denostada y bajo estereotipos que no se corresponden con la realidad.
El Ayuntamiento de lo que no se da cuenta es que un evento así, bien promovido, puede beneficiar a la economía sevillana, sobre todo en el ámbito de la hostelería. Le daría mayor promoción a la ciudad.
Multitud de gente –y no solo jóvenes- pagaría lo que fuera por asistir si se dan mayores prestaciones, igual que pasa en Jerez o en Barcelona. Un proyecto en condiciones, en un lugar fijo y adecuado, junto con publicidad y buena promoción serían la clave del éxito. Al ser Sevilla una ciudad bien conectada puede tirar perfectamente de los medios de transporte y acudiría gente de toda España.
En conclusión, el Ayuntamiento sevillano debería dar más apoyo e invertir en esta clase de jornadas. Es cierto que las ganancias se obtendrían a medio plazo porque un proyecto de este calibre necesita tiempo para asentarse y adquirir fama. Pero una vez implantada la semilla sería una ínfima inversión comparada con los beneficios que se obtendrían. Por cierto, ¿nadie se anima en Montilla?
SARA B. PATRÓN / REDACCIÓN