Después de cien días en La Moncloa, las patas cortas de la mentira han cedido el paso a los largos tentáculos de la verdad. ¿Dónde está la coherencia del "yo no subiré los impuestos si llego al Gobierno"? "Aguas de borrajas", diría don José, mientras juega la partida en el Bar de Manolé. Son precisamente estas perlas extraídas del ayer las que ponen de largo al dicho popular "por la boca muere el pez”.
La "herencia de Zapatero", en boca de Rajoy, no calmará por mucho tiempo los humos de los desengañados. El balance de Mariano en los aromas del poder es el callejón sin salida de la voz oculta de los tecnócratas del presente.
¿Dónde está el PSOE cuando más lo necesitamos? Durante estos tres meses de derecha, las disputas internas del partido de la rosa han dejado huérfano de oposición a un Ejecutivo marcado por la involución conservadora y los recortes neoliberales.
La contrarreforma ideológica, tal y como se le conoce en los foros sociológicos de la izquierda, ha destruido los logros progresistas de José Luis. Las "gallardonadas" del hemiciclo y el réquiem por ciudadanía ponen en evidencia la marcha atrás al status quo aznariano.
Los cien días socialistas en las filas incómodas de las gaviotas han sido los pétalos pisados por la carroza de la derecha a su paso por Europa. Las críticas de Rubalcaba a las políticas de Rajoy son el ejemplo vivo de la ética kantiana que tanto defendió Immanuel. O dicho de otro modo: no critiques aquello que sea la fuente de tu crítica.
El último error de ZP ha venido como anillo al dedo a las siglas de Montoro para lanzar sus municiones contra el nefasto pasado de un Gobierno progresista que quebró por la traición a sus principios de partido en pro del neoliberalismo merkeliano.
Desde la autocrítica de la izquierda debemos reflexionar sobre la dirección que debe tomar el partido de don Alfredo para ser percibido como una alternativa de poder y no como un producto defectuoso que sigue expuesto en las baldas del mercado sin el aprobado del soberano.
Las disputas internas por el cetro entre chaconistas y rubalcabistas han dado rienda suelta a una derecha reciente que justifica su praxis de recortes con la "herencia recibida".
El partido de los obreros debería ejercer una oposición asertiva basada en el reconocimiento de sus equivocaciones y en la reconstrucción de su ideología. Cuando los socialistas cambien de paradigma y reconozcan públicamente los errores de su pasado, será cuando caminen por la senda de la alternativa.
Sin alternativa, la maquinaria de la derecha seguirá con sus "políticas de ajuste" hasta que el desgaste de sus turbinas haga necesario el trabajo de los rodillos de la izquierda. Preocupante.
La "herencia de Zapatero", en boca de Rajoy, no calmará por mucho tiempo los humos de los desengañados. El balance de Mariano en los aromas del poder es el callejón sin salida de la voz oculta de los tecnócratas del presente.
¿Dónde está el PSOE cuando más lo necesitamos? Durante estos tres meses de derecha, las disputas internas del partido de la rosa han dejado huérfano de oposición a un Ejecutivo marcado por la involución conservadora y los recortes neoliberales.
La contrarreforma ideológica, tal y como se le conoce en los foros sociológicos de la izquierda, ha destruido los logros progresistas de José Luis. Las "gallardonadas" del hemiciclo y el réquiem por ciudadanía ponen en evidencia la marcha atrás al status quo aznariano.
Los cien días socialistas en las filas incómodas de las gaviotas han sido los pétalos pisados por la carroza de la derecha a su paso por Europa. Las críticas de Rubalcaba a las políticas de Rajoy son el ejemplo vivo de la ética kantiana que tanto defendió Immanuel. O dicho de otro modo: no critiques aquello que sea la fuente de tu crítica.
El último error de ZP ha venido como anillo al dedo a las siglas de Montoro para lanzar sus municiones contra el nefasto pasado de un Gobierno progresista que quebró por la traición a sus principios de partido en pro del neoliberalismo merkeliano.
Desde la autocrítica de la izquierda debemos reflexionar sobre la dirección que debe tomar el partido de don Alfredo para ser percibido como una alternativa de poder y no como un producto defectuoso que sigue expuesto en las baldas del mercado sin el aprobado del soberano.
Las disputas internas por el cetro entre chaconistas y rubalcabistas han dado rienda suelta a una derecha reciente que justifica su praxis de recortes con la "herencia recibida".
El partido de los obreros debería ejercer una oposición asertiva basada en el reconocimiento de sus equivocaciones y en la reconstrucción de su ideología. Cuando los socialistas cambien de paradigma y reconozcan públicamente los errores de su pasado, será cuando caminen por la senda de la alternativa.
Sin alternativa, la maquinaria de la derecha seguirá con sus "políticas de ajuste" hasta que el desgaste de sus turbinas haga necesario el trabajo de los rodillos de la izquierda. Preocupante.
ABEL ROS