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¿Oportunidad o torrijada?

Todavía está por ver si IU-LV-CA acepta pactar con el PSOE-A. Sin embargo, a pesar de los argumentos en contra del parlamentario andaluz y alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, lo más seguro es que se le ignore y exista un acuerdo.

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El lector crítico se quejará, con razón, de que en lo que queda de análisis, el autor se va a mover dentro del ámbito de la especulación. Así es. Sin embargo, prevenir lo que podría ocurrir si se da el pacto es necesario para poder comprender las implicaciones que este tendría, por muy infames que a algunas personas les puedan parecer, en la cosa pública, que es de interés de todos.

Hay que partir de dos realidades incuestionables. En primer lugar, que los supuestos casos de corrupción que han salpicado al Ejecutivo andaluz han puesto a la comunidad en el punto de mira de los medios de difusión nacionales. Una posición similar a la de la Comunidad Valenciana de Francisco Camps.

Esta mala imagen no solo afecta a la visión que el resto del país tiene de la Junta de Andalucía, sino que también la que tienen los mercados de deuda y, sobre todo, la de los propios andaluces.

De esta realidad se deriva la segunda: es la primera vez en más de treinta años de socialismo que el Partido Popular gana las elecciones autonómicas, aunque sea por tres escaños. No hay que equivocarse: Andalucía ha demostrado, para lo bueno y para lo malo, que sigue apoyando a la izquierda política, pero el PSOE no tiene la fuerza que tuvo, y la derecha cobra fuerza.

Con estas dos realidades, al PSOE le sale al frente una opción: lavar la cara de la Junta. José Antonio Griñán heredó un Gobierno y una estructura que, a duras penas, pudo modificar. La reorganización y reparto de puestos entre los partidos es una oportunidad para retirar a todos aquellos relacionados con casos de corrupción. No borrará el pasado, pero puede dar la sensación de que hay futuro.

Para la izquierda, supondría además una ocasión para obligar a la Junta a hacer una política de izquierdas, que también agradaría al sector más izquierdista del socialismo.

Existe otra opción, temida por todos aquellos que recuerdan el caso de la Sevilla de Monteseirín y Torrijos. El PSOE sevillano pactó con la IU de Antonio Rodrigo Torrijos en 2007 para quitarle la opción de gobernar al Partido Popular, que ya dirigía por aquel entonces Juan Ignacio Zoido.

Las consecuencias de sus años de gobierno fueron una multiplicación de los supuestos casos de corrupción que ya afectaban al Ayuntamiento y una deuda municipal bastante grande. Consecuencia: mayoría absoluta del PP en 2011.

¿Podría darse lo que algunos ya denominan torrijada? Es posible. Si la hay, ya se sabe lo que ocurrirá: la situación de la Junta empeorará. Si no la hay, pero no hace tampoco el lavado de cara necesario, puede darse una situación de putrefacción o, si se prefiere, de degradación, tanto de la imagen de Andalucía como de la de la Junta.

Si se da el pacto de gobierno, existe una oportunidad para que Andalucía lave su mala imagen, una oportunidad para que la izquierda haga sus políticas, mejores o peores, y finalmente, para que Andalucía avance.

No es casualidad que la derecha gobierne el país, por lo que ha llegado el momento de que la izquierda demuestre, de una vez por todas, si sus políticas pueden aportar algo realmente.

RAFAEL SOTO
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