¿Se han parado a pensar alguna vez en la importancia que tienen los envases en nuestra vida cotidiana? Resulta fascinante este mundo de continentes, grandes segundones de la historia hasta que el afán ecologista del siglo XXI les otorgó cubo de basura propio (algo así como reconocer su lugar en la sociedad).
A lo largo de los años, hemos sido invadidos tan silenciosa y eficazmente, al modo de los bazares y restaurantes chinos, que ya no concebimos la vida sin ellos. En un mundo sin envases, por ejemplo, la pasta dentífrica se apelmazaría sin escrúpulos en el borde del lavabo, invadiendo impunemente el espacio destinado a la pastilla de jabón o, peor aún, al vaso de los cepillos de dientes.
La industria de las bebidas, por otra parte, no tendría sentido alguno; es más, en un mundo sin envases es posible que ni siquiera hubiera sido inventada, ya que los humanos, ante la inexistencia de artilugios con los que contener los líquidos, hubieran vuelto a la despreocupada época, al menos en lo que a primas de riesgo, reformas laborales y corrupciones de diversa índole se refiere, en la que se bebía a cuatro patas con un ojo en el estanque y otro en la espalda.
Y es que los envases propician, incluso, la difusión del saber. ¿Qué mejor escaparate habría encontrado Louis Pasteur para su proceso de esterilización que un tetrabrik de leche? O ¿cómo sabríamos, por ejemplo, que un zumo de naranja contiene, de media, un 11 por ciento de zumo de naranja?
Algunos, sin embargo, confunden conceptos y, como las modas son cíclicas y ahora se vuelve a llevar lo retro, han decidido volver a leyes abortivas del siglo pasado y a considerar a la mujer un mero envase.
El derecho a la vida (digna, por cierto, que siempre se les olvida comentarlo) no puede ser enarbolado para esclavizar a la mujer con una función vital que tiene como derecho y no como obligación: ser madre si quiere.
Por otro lado, no deja de ser curioso el concepto "derecho a la vida". ¿Qué es exactamente¿ ¿Derecho a nacer o derecho a vivir? La vida es un periodo tan largo y los derechos que perdemos durante su transcurso son tantos, que es hasta cruel la expresión acuñada.
Pero, por ahora, toca involucionar. Toca dar explicaciones y considerar al aborto como un fracaso y no como un derecho. ¿Recuerdan las máquinas de tabaco de los bares de los noventa? Su bebé, gracias.
A lo largo de los años, hemos sido invadidos tan silenciosa y eficazmente, al modo de los bazares y restaurantes chinos, que ya no concebimos la vida sin ellos. En un mundo sin envases, por ejemplo, la pasta dentífrica se apelmazaría sin escrúpulos en el borde del lavabo, invadiendo impunemente el espacio destinado a la pastilla de jabón o, peor aún, al vaso de los cepillos de dientes.
La industria de las bebidas, por otra parte, no tendría sentido alguno; es más, en un mundo sin envases es posible que ni siquiera hubiera sido inventada, ya que los humanos, ante la inexistencia de artilugios con los que contener los líquidos, hubieran vuelto a la despreocupada época, al menos en lo que a primas de riesgo, reformas laborales y corrupciones de diversa índole se refiere, en la que se bebía a cuatro patas con un ojo en el estanque y otro en la espalda.
Y es que los envases propician, incluso, la difusión del saber. ¿Qué mejor escaparate habría encontrado Louis Pasteur para su proceso de esterilización que un tetrabrik de leche? O ¿cómo sabríamos, por ejemplo, que un zumo de naranja contiene, de media, un 11 por ciento de zumo de naranja?
Algunos, sin embargo, confunden conceptos y, como las modas son cíclicas y ahora se vuelve a llevar lo retro, han decidido volver a leyes abortivas del siglo pasado y a considerar a la mujer un mero envase.
El derecho a la vida (digna, por cierto, que siempre se les olvida comentarlo) no puede ser enarbolado para esclavizar a la mujer con una función vital que tiene como derecho y no como obligación: ser madre si quiere.
Por otro lado, no deja de ser curioso el concepto "derecho a la vida". ¿Qué es exactamente¿ ¿Derecho a nacer o derecho a vivir? La vida es un periodo tan largo y los derechos que perdemos durante su transcurso son tantos, que es hasta cruel la expresión acuñada.
Pero, por ahora, toca involucionar. Toca dar explicaciones y considerar al aborto como un fracaso y no como un derecho. ¿Recuerdan las máquinas de tabaco de los bares de los noventa? Su bebé, gracias.
PABLO POÓ