Montilla Digital se hace eco en su Buzón del Lector de un artículo de opinión remitido por una lectora de la página sobre las normas antipiratería más conocidas: la SOPA en Estados Unidos y la Ley Sinde en España. Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico exponiendo su queja, comentario, sugerencia o relato. Si quiere, puede acompañar su mensaje de alguna fotografía.
En estos últimos meses han estado muy de moda la Ley Sinde, la conocida Ley SOPA (por su siglas en inglés, Stop Online Piracy Act) y todas esas obras de caridad que el Gobierno pretende dedicar a cantantes, compositores, productores, etcétera.
Ahora bien, ¿se ha parado alguien a pensar en el ciudadano? Porque, digo yo, tendremos algo que decir si es nuestro dinero el que va a gastarse ¿no? Es decir, en ningún momento vamos a discutir aquí que todas estas personas trabajadoras (habría que hacer aquí una alusión al concepto de "trabajo", puesto que considero que se ha desvirtuado un poquito) tienen derecho a proteger sus datos, sus canciones, sus películas y toda la cultura que difunden (o destruyen) con sus creaciones.
Lo que yo quiero exponer es el hecho de que estas personas están jugando con nuestro dinero, y eso no lo podemos permitir. No, señoras y señores: me parece genial que valoren su trabajo, pero no a costa de mi escasa economía familiar. Porque vamos a ser sinceros y legales: yo vivo en una casa normal y corriente, de 80 metros cuadrados, pagando una hipoteca, con toda mi familia en paro y llegando a fin de mes con la cuenta en números rojos...
Sin embargo, estos cantantes, músicos, actores y actrices (además de toda la parafernalia que llevan detrás) tienen su mansión de un millón de euros, a la que sumamos la casa en la playa, en la nieve, el adosado, el piso en París, el avión privado y el armario repleto de ropa de 600 euros en adelante.
Así pues, ¿no les parece bastante injusto, que yo, que ni siquiera tengo en propiedad mi pequeña casita y que sólo puedo aspirar a tomarme un café al mes, tenga que pagar 20 o 30 euros por un CD, para que ellos y ellas tengan cafeteras Nespresso, ropa de marca y una piscina de 300 metros cuadrados?
Quiero dejar claro que no estoy en contra ni a favor de la piratería. Solo estoy en contra de estas leyes y de que los personajes que las defienden no se detengan a pensar que, para que ellos puedan tener todo lo que tienen, hay otros que se quedan sin nada.
Quiero dejar claro que no estoy a favor de la piratería, pero que valoro la labor de todas esas personas anónimas que hacen que la cultura llegue a personas que, como yo, no podemos permitirnos el lujo de comprar libros, CD, DVD o asistir a conciertos a 50 euros la entrada, porque entonces tendríamos que dejar de comer o de pagar la luz.
Quiero dejar claro que las leyes actuales solo están consiguiendo dejarnos sin derechos, reducirnos a la nada, aniquilar nuestra libertad y, sobre todo, volver a provocar una división en la sociedad, puesto que cada vez el abismo entre ricos y pobres vuelve a ser más grande.
Así, si se sigue adelante con leyes de este tipo, sin pensar en otras soluciones antes de ponerlas en marcha, lo único que se conseguirá es que cada vez sean menos las personas que puedan acceder a la cultura, puesto que la clase baja -entre la que me incluyo- no se podrá permitir pagarla.
Y, por encima de todo, quiero dejar claro que lo que me molesta, lo que hace que me hierva la sangre, es que mientras la gente se muere de hambre en muchos países, el resto sean tan hipócritas como para mirar hacia otro lado y preocuparse por cosas tan banales como el pobre cantante que en vez de ganar 100.000 euros al mes gana 10.000. Vamos a empezar a buscar en nuestros corazones, a ver si aún corre algo de sangre.
En estos últimos meses han estado muy de moda la Ley Sinde, la conocida Ley SOPA (por su siglas en inglés, Stop Online Piracy Act) y todas esas obras de caridad que el Gobierno pretende dedicar a cantantes, compositores, productores, etcétera.
Ahora bien, ¿se ha parado alguien a pensar en el ciudadano? Porque, digo yo, tendremos algo que decir si es nuestro dinero el que va a gastarse ¿no? Es decir, en ningún momento vamos a discutir aquí que todas estas personas trabajadoras (habría que hacer aquí una alusión al concepto de "trabajo", puesto que considero que se ha desvirtuado un poquito) tienen derecho a proteger sus datos, sus canciones, sus películas y toda la cultura que difunden (o destruyen) con sus creaciones.
Lo que yo quiero exponer es el hecho de que estas personas están jugando con nuestro dinero, y eso no lo podemos permitir. No, señoras y señores: me parece genial que valoren su trabajo, pero no a costa de mi escasa economía familiar. Porque vamos a ser sinceros y legales: yo vivo en una casa normal y corriente, de 80 metros cuadrados, pagando una hipoteca, con toda mi familia en paro y llegando a fin de mes con la cuenta en números rojos...
Sin embargo, estos cantantes, músicos, actores y actrices (además de toda la parafernalia que llevan detrás) tienen su mansión de un millón de euros, a la que sumamos la casa en la playa, en la nieve, el adosado, el piso en París, el avión privado y el armario repleto de ropa de 600 euros en adelante.
Así pues, ¿no les parece bastante injusto, que yo, que ni siquiera tengo en propiedad mi pequeña casita y que sólo puedo aspirar a tomarme un café al mes, tenga que pagar 20 o 30 euros por un CD, para que ellos y ellas tengan cafeteras Nespresso, ropa de marca y una piscina de 300 metros cuadrados?
Quiero dejar claro que no estoy en contra ni a favor de la piratería. Solo estoy en contra de estas leyes y de que los personajes que las defienden no se detengan a pensar que, para que ellos puedan tener todo lo que tienen, hay otros que se quedan sin nada.
Quiero dejar claro que no estoy a favor de la piratería, pero que valoro la labor de todas esas personas anónimas que hacen que la cultura llegue a personas que, como yo, no podemos permitirnos el lujo de comprar libros, CD, DVD o asistir a conciertos a 50 euros la entrada, porque entonces tendríamos que dejar de comer o de pagar la luz.
Quiero dejar claro que las leyes actuales solo están consiguiendo dejarnos sin derechos, reducirnos a la nada, aniquilar nuestra libertad y, sobre todo, volver a provocar una división en la sociedad, puesto que cada vez el abismo entre ricos y pobres vuelve a ser más grande.
Así, si se sigue adelante con leyes de este tipo, sin pensar en otras soluciones antes de ponerlas en marcha, lo único que se conseguirá es que cada vez sean menos las personas que puedan acceder a la cultura, puesto que la clase baja -entre la que me incluyo- no se podrá permitir pagarla.
Y, por encima de todo, quiero dejar claro que lo que me molesta, lo que hace que me hierva la sangre, es que mientras la gente se muere de hambre en muchos países, el resto sean tan hipócritas como para mirar hacia otro lado y preocuparse por cosas tan banales como el pobre cantante que en vez de ganar 100.000 euros al mes gana 10.000. Vamos a empezar a buscar en nuestros corazones, a ver si aún corre algo de sangre.
MARÍA DEL CARMEN LÓPEZ REY