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Acordes, whisky, eureka

Ellos preguntarán qué, quién, cómo, cuándo y dónde. Todo muy profesional. Pero no estamos hablando de un accidente de tráfico, hablamos de una idea. No se le puede poner un pie de foto, un titular.

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Las ideas son gratuitas. Nacen en nuestra mente, de ahí no se mueven. Surgen en el momento menos esperado, no esperan a ser invitadas por el subconsciente. Son una estampida de potros salvajes a la espera del jinete adecuado.

Te haces una trenza. Te tomas tu tiempo, como si semejante tarea tuviera una importancia que los demás jamás llegaremos a comprender. De fondo, un cantautor intenta dar con una canción que te haga justicia. Tardará, aproximadamente, tragos y tragos de su botella de whisky.

No es que sea mal músico, simplemente es imposible encerrarte en una partitura. Lo que daría por saber quÉ piensas. Yo y todos los que tenemos la suerte de compartir tu belleza callada en este salón.

Todas las miradas se centran, con disimulo mal ocultado, en tus envidiadas manos sobre tu pelo. Aunque en voz alta digan que tu belleza no es para tanto, matarían por ser durante cinco minutos las yemas de tus dedos.

Se me han pasado las horas volando mientras te miro. Creo que el tiempo batió su propio récord. Me he pasado toda la tarde, y lo que quede de este día, en una esquina sentado.

La idea empieza a tomar forma. Ahora es casi nada, un grano de arena. Pero hace su aparición, y no saldrá de escena. El granito de arena va aumentando. Veo arena por todos lados. Es una playa que quiere devorarme. Necesito agua, mucha agua.

Alguien rompe el silencio echándose un hielo en su copa; otro cuenta un chiste verde. Tú, permaneces inalterable, congelada en el tiempo. Tan cerca, y al mismo tiempo, muy lejos. Cruzas las piernas, sabes que eres la emperatriz de la noche. De esta y de las que están por venir.

El cantautor apura otro vaso. Van tomando forma melancólicos versos. Tú abandonas la habitación. Se vuelven sombrías las paredes. La arena de aquella idea toma forma. Serás secuestrada.

Iremos en tren hacia la estación más lejana que permitan las escasas monedas que llevo en el bolsillo. Seré el único que vea todos los días hacerte trenzas. En algún lugar, una guitarra se cagará en mis muertos por ello.

CARLOS SERRANO
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