Al volver de un viaje donde no he llevado ni el móvil y no he tenido acceso a Internet, perdido por las planicies del norte de México, allá en la frontera con el río Bravo, por aquí las cosas siguen más o menos con el mismo nervio y parecido come-come.
La noticia fuera del circuito habitual ha sido la muerte de Manuel Fraga quien, por cierto, me dio clase y me echó de ella unas cuantas veces por aquellos años primeros de los setenta en la Facultad de Políticas y Sociología. Luego lo entrevisté en un par de ocasiones y aprendí a respetarlo.
La democracia le debe el haber pasado a su orilla a la derecha tardofranquista y eso, aunque ahora lo vituperen ciertos e interesados ignorantes de lo que significó en la Transición y en nuestra historia, no era cosa ni baladí ni de escasa trascendencia.
Tiene debes: los más señalados, su pertenencia y comunión con gobiernos franquistas estigmatizados de la feroz represión de la libertad y con episodios tan terribles como el fusilamiento de Grimau en los sesenta o los de Victoria o Montejurra ya en tiempos finales de la dictadura.
Pero hasta de aquel tiempo algún haber puede apuntársele, como el de los Paradores. Lo que fue es de integridad a prueba de investigaciones en lo económico. Y lo sé de buena fuente, porque realicé sobre él una para el semanario Tiempo.
Lo demás, pues eso, que ETA aunque está en paro no significa que no existe y sus pistoleros siguen teniendo las armas y ninguna gana de entregarlas como demostró la primera detención de terroristas en tiempos del nuevo Gobierno.
El PSOE, por lo que nada más aterrizar he vislumbrado, sigue en el revoltijo. Y Emiliano descifrando los designios de la Esfinge. Rubalcaba y Chacón pelean delegados que creen suyos pero vete tú a saber a quién votan el día de mañana. Parece que, a pesar de la “pinza” la Sexta-El Mundo, don Alfredo parece llevar ventaja. A él no le falta el apoyo mediático de Prisa ni el buldózer del aparato.
Ha vuelto Garzón, que nunca se irá de las portadas. El juez que a juicio de sus partidarios habría de ser injuzgable y para el que no debía regir lo de "todos iguales ante la ley" que sí claman, como todos -en eso estamos de acuerdo- para Urdangarin. Tres causas tiene y me parece que la que peor huele es la de los dineros santanderinos en Nueva York.
La noticia fuera del circuito habitual ha sido la muerte de Manuel Fraga quien, por cierto, me dio clase y me echó de ella unas cuantas veces por aquellos años primeros de los setenta en la Facultad de Políticas y Sociología. Luego lo entrevisté en un par de ocasiones y aprendí a respetarlo.
La democracia le debe el haber pasado a su orilla a la derecha tardofranquista y eso, aunque ahora lo vituperen ciertos e interesados ignorantes de lo que significó en la Transición y en nuestra historia, no era cosa ni baladí ni de escasa trascendencia.
Tiene debes: los más señalados, su pertenencia y comunión con gobiernos franquistas estigmatizados de la feroz represión de la libertad y con episodios tan terribles como el fusilamiento de Grimau en los sesenta o los de Victoria o Montejurra ya en tiempos finales de la dictadura.
Pero hasta de aquel tiempo algún haber puede apuntársele, como el de los Paradores. Lo que fue es de integridad a prueba de investigaciones en lo económico. Y lo sé de buena fuente, porque realicé sobre él una para el semanario Tiempo.
Lo demás, pues eso, que ETA aunque está en paro no significa que no existe y sus pistoleros siguen teniendo las armas y ninguna gana de entregarlas como demostró la primera detención de terroristas en tiempos del nuevo Gobierno.
El PSOE, por lo que nada más aterrizar he vislumbrado, sigue en el revoltijo. Y Emiliano descifrando los designios de la Esfinge. Rubalcaba y Chacón pelean delegados que creen suyos pero vete tú a saber a quién votan el día de mañana. Parece que, a pesar de la “pinza” la Sexta-El Mundo, don Alfredo parece llevar ventaja. A él no le falta el apoyo mediático de Prisa ni el buldózer del aparato.
Ha vuelto Garzón, que nunca se irá de las portadas. El juez que a juicio de sus partidarios habría de ser injuzgable y para el que no debía regir lo de "todos iguales ante la ley" que sí claman, como todos -en eso estamos de acuerdo- para Urdangarin. Tres causas tiene y me parece que la que peor huele es la de los dineros santanderinos en Nueva York.
ANTONIO PÉREZ HENARES