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Tragicomedia griega

En la Europa Occidental sabemos de Grecia por las ruinas, por sus filósofos y algo por la literatura. Posiblemente, la mayoría de nosotros no sepamos exactamente dónde está enclavada. Hoy quiero dedicarle un recuerdo tragicómico a las dos “Grecias”, la antigua y la moderna, la del dracma (¿drama?) y la del euro.

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Grecia es un bastión importantísimo en la trayectoria del mundo Occidental. Hay un trasfondo de nostalgia y romanticismo cada vez que miramos hacia la Hélade. Para todos nosotros -así nos lo enseñaron-, es la cuna de la Democracia, es algo así como el paladín de los logros de libertad de nuestro mundo. Pienso que la cultura clásica pesa mucho en Europa, sobre todo en países como Inglaterra y Alemania -no por casualidad lo mejor del mundo helénico está en los museos de estos dos países (¿expoliado?)-.

Que el pueblo heleno abandone la eurozona puede representar algo así como dejar huérfanos a los países comunitarios. Somos deudores de la cultura aportada por los griegos: Arte, Filosofía, Medicina, Matemáticas, Astronomía… Ellos ampliaron el horizonte de nuestro mundo y su legado aún pervive entre nosotros.

Quienes han visitado Grecia han vibrado de emoción ante los restos que aún hoy quedan en pie. ¿Quién no se ha emocionado ante el Partenón o ante las bellas estatuas exhibidas en el Museo Nacional de Atenas?

He tenido la suerte de viajar a Grecia en dos ocasiones. Siempre he sentido un nervioso cosquilleo en la boca del estómago ante cualquiera de sus monumentos. Para el mundo de la cultura, Grecia es mucha Grecia. Aunque en bastantes casos estés viendo piedras caídas, la imaginación te transporta a lejanos tiempos y a eventos acaecidos entre sus vetustas ruinas. Bueno ¡lo que queda de ellas, después de desvalijamientos y saqueos!

Paseando por los jardines, donde se supone estaba el Liceo de Aristóteles, me agregué encantado a su peripatético deambular charlando de Ética, Política o Medicina. Me sentí transportado a ese misterioso centro de saber dónde era un aprendiz más de filósofo. De inmediato me introduje, como por arte de magia, entre los atentos discípulos y disfruté de su maravilloso discurso ético o estético, me es igual.

No por eso dejé de gozar del teatro de Epidauro recordando a los grandes maestros de la literatura clásica: Sófocles, Eurípides o Esquilo, Aristófanes, Tucídides y Herodoto. Era impresionante percibir la voz del declamador desde cualquiera de las zonas del graderío en los que te sentaras. Voz que salía del centro mismo del ruedo -una losa lo marca-. No era necesario gritar, sólo había que prestar atención para oír a los actores. Será en este singular lugar donde se proclame la independencia de la Grecia moderna, en 1822.

En un segundo viaje al norte, a Kavala, pude entrar en contacto directo con personas del país y disfrutar con sus costumbres, gastronomía, monumentos clásicos y arte religioso, existente en la zona. Recorrí el territorio, pasando por el monte Athos, la “Montaña Sagrada”, con sus monasterios, que gozan de un estatus especial en la Grecia moderna. Me cautivó Tesalónica, centro cultural importante del país, por su esplendor y la historia acumula en sus selectos rincones.

El visitante se queda boquiabierto al contemplar los monasterios “suspendidos en el cielo”, traducción de Meteora. Reconozco que sus construcciones son un desafío al equilibrio y al más difícil todavía.

No deja de tener su importancia y encanto todo el mundo religioso ortodoxo, pero me siguen atrayendo las esbeltas columnas de los templos griegos. Belleza, equilibrio, sobriedad, medidas perfectas materializadas por Mirón, Fidias, Policleto o Praxíteles son un ejemplo escultórico, frente al lujo y el boato de las iglesias ortodoxas.

Indudablemente, son dos planteamientos distintos del arte y de lo bello, válidos ambos, pero mi sentido estético vibra más con una estatua de Praxíteles que con los oropeles del monte Athos. Me impresionó más la majestuosidad, la belleza emanada de los templos clásicos que la magnificencia de las iglesias ortodoxas. En todo momento hago una abstracción de lo religioso para referirme a estas dos vertientes del arte griego.

Grecia, para mí, es democracia, es capacidad de dialogo; es el ágora donde discuten los representantes del pueblo. Es, principalmente, el cultivo de la Libertad por parte de sus pensadores y políticos. Ya sé que estas pinceladas están cargadas de romanticismo, que la Hélade pedestre, de otros tiempos, estaba tan llena de enfrentamientos, corrupciones, rencillas como cualquier otro pueblo mediterráneo. Pero volvamos a la Grecia de hoy con todas sus lacras.

No dejo de sentir un pellizco en el estómago ante el posible hundimiento económico de Grecia. Percibo como si, con su posible caída, estuviéramos cayendo todos. La tierra se abre ante nuestros pies y no podemos hacer nada para impedirlo. ¿Estamos a las puertas de la decadencia de Europa?

La Unión Europea es una familia mal avenida. Tiene un padre -Nicolás- y una severísima madre -Ángela- que intentan dirigirnos a todos, es decir llevarnos por el “buen camino”. ¿Qué padres no quieren lo mejor para sus hijos? Unos hijos son más apuestos y guapos; otros menos agraciados. Hay algún crápula y, alguno, es adoptado.

¡Hijos…! La Unión hace aguas porque nunca hemos sido una familia cohesionada por intereses comunes. Cada uno de los vástagos tiene sus problemas de solvencia. Los severos papás pagan sin conseguir mandar como quisieran sobre todos los hijos, alguno de los cuales es menos agraciado -yo diría que un poco “tontuelo”-.

En estos momentos, el abandono o no de la eurozona plantea serias dificultades al resto de países miembros. Es sabido que no se pueden ocultar los despropósitos económicos allí ocurridos. Fuga de capitales, evasión de impuestos, chalaneos varios, corrupción… Y Grecia se puede hundir y, con ella, el modelo de la eurozona.

La Grecia moderna, de 12 millones de habitantes, mantiene un millón de funcionarios. Las pensiones llegan a cobrarlas los nietos porque no hay un control de los que van muriendo. Trampearon y falsearon presupuestos.

Indudablemente, han vivido muy por encima de sus posibilidades -como en otros países de la eurozona.- Y ahora están con el agua al cuello. El problema es que si cae Grecia, arrastra a otros países que están en la cuerda floja.

¡Referéndum sí, referéndum no! Hemos vivido los últimos días con ansiedad ante el dilema y sus posibles consecuencias. Papandreus, a principio de semana: "El dilema no es elegir entre un gobierno u otro, sino entre un 'sí' o un 'no' al acuerdo sobre un nuevo rescate, 'sí' o 'no' a Europa, 'sí' o 'no' al euro".

Papá y mamá han dicho: "El euro es el corazón de Europa. No podemos aceptar la explosión del euro, porque eso significaría la explosión de Europa". El premier francés, Fillon, puntualiza: “… no se puede estar en Europa para beneficiarse de su solidaridad y fuera de ella para saltarse obligaciones…". Y advierte que: “la solidaridad europea se ofreció teniendo el consentimiento griego de mantener sus esfuerzos para sanear sus cuentas". Y con ello, ¿una posible pérdida de soberanía?

Por fin no habrá referéndum pero, lamentablemente, con ello no se ha resuelto la crisis. Grecia sufre de arterioesclerosis sociopolítica y está gravemente tocada. Papá y mamá han amenazado seriamente y no habrá referéndum porque existe consenso para aprobar el nuevo paquete de medidas que ofrece la Eurozona. ¿Grecia es un país independiente y libre como dice Sarkozy? No lo tengo claro.

Lugares mágicos de Grecia

Adjunto direcciones de lugares “mágicos” de la Grecia clásica que nos pueden dulcificar parte de la situación:
PEPE CANTILLO
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