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¿A quién "botaría" Franco?

Antes de que alguien se asolane, que es muy propio de los caimanes que campan por todo embrollo, he de decir que no estoy en disposición de contestar a este interrogante. No voy a meter en chiquero ninguna suposición. Sólo sé a ciencia cierta a quién no “votaría” Franco.

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Exacto. El tío Paco, corto de faldas, desde su tobogán de aguante en el catre, mandaría darle finura a las urnas con fuego y sífilis antes de hacerse una mamoplastia. Si levantara su raspa negra sería para descongestionar los juzgados, amén de otras lindezas con jeringa. Pero no le hace falta volverse puntiagudo cuando vaya a la tintorería porque, muy a pesar de los más nostálgicos, los churumbeles sólo le han salido un tanto libertinos.

Si de algo nos podemos preciar los españoles es de ser auténticos franquistas sin saberlo. Lo somos, somos fachas, aún siendo rojos silvestres con aguarrás en el bolsillo. Fachas y capilludos. Machacamos al otro, no sabemos parlamentar, descalificamos y etiquetamos. Empozamos todo lo que no nos gusta. Y no tenemos ni pajolera idea de nada.

El franquismo nos ha legado tres cosas: el miedo, la mala leche, y nuestra condición de pollinos meapilas. A los capaces, a los inteligentes, a los competentes, a los sabios, a las buenas personas, los mandamos al gallinero. Lo que aquí se premia es la bruteza y la incapacidad -bien encauzadas, claro-.

Miedo. No nos atrevemos a mejorar nuestras vidas, a dar un paso al frente. Que nos ponen de primer plato PSOE, que nos ponen de segundo plato PP, votamos a unos o a otros. Y de postre, batacazo monumental, mentiras descaradas, promesas incumplidas. Ladrillazo (heredado del franquismo), corrupción (heredada de siempre, con monarquías y con república), picaresca, indolencia, etcétera.

Del franquismo hemos heredado nuestra condición de hijitos del papá Estado. Debemos estar superprotegidos, que nos lo den todo hecho, que nos compren y nos tengan calladitos.

¿Política? Que se encarguen los políticos, que para eso están. Yo estoy para criticarlos, sí o sí. Yo lo que quiero es mi dinerito a final de mes, mi hipotequita con jardín y mis pelillas para invitar a cenar a mis amigos más chic.

Otra cosa más. Tito Paco nos enseñó que debemos vigilar al vecino y denunciarlo si se tercia. ¿O se cree usted, amigo lector, que el franquismo no estaba formado por 35 millones de celadores?

Cuando en noviembre de 1975 muere el sulfuroso dictador, en España quedan treinta y cinco millones de bizcos que han sufrido la degradación anímica que les inculcó el Padre. Desde entonces, y tras 35 años de despioje mental, el mayor logro del Régimen ha sido el de preservar la conservación del miedo al estacazo. El de continuar afollándose en base a un sistema que consignó el miedo, el pavor, el terror más despiadado para que nadie dejara de compasar la música impuesta.

¿A qué viene todo esto? Hombre, nosotros, el español del siglo XXI, somos producto de aquel tiempo. Algo queda, digo yo, ¿no? Casi cuarenta años de mano dura han dado para mucho, principalmente para que sigamos tan apocados y miedosos como entonces.

Elegimos el 20 de noviembre a una u otra opción herederas del franquismo. Así de claro. Un PSOE que no existía entonces y un PP que salió del climaterio fascista para adaptarse al nuevo medio. Fraga debería de estar juzgado como cómplice de genocidio. ¿Por qué Gadafi o Sadam son malos y Fraga no? ¿Por qué Milosevic y Pinochet y Fraga no?

Sí, que nadie se eche las manos a la cabeza. ¿Quiénes eran y conformaban el PP (AP) y el PSOE de entonces? El gato Isidoro Gónzalez formaba parte de la base social del franquismo universitario. El gato de Nasiriya, Aznar, ni les cuento. ¿Demócratas de qué? ¿Quiénes participaron en la mutación del Régimen, en el amejoramiento de las viejas estructuras? Amejoramiento, sanemaiento, que no cambio radical.

Nuestros padres siempre nos han dicho que para saber lo que cuesta gastar el dinero hemos de aprender a ganarlo. ¿En serio les confían ustedes nuestra maltrecha democracia a aquellos que no han hecho nada en su vida por conquistarla, por potenciarla? Piénsenlo bien, por favor. Nos jugamos mucho y creo que es sentir mayoritario: estamos hartos de estafadores.

La transición española fue el lavado de cara del franquismo, se hizo a espaldas de la ciudadanía. Se hizo bajo presiones de fuerza armada. Fue un pacto entre los herederos oportunistas y los que habían vivido de lujo bajo el franquismo y ansiaban poder político.

Que yo sepa, salvo contadísimas excepciones, toda esta gente a la que votamos el día 20 provienen del franquismo ideológico o, tal vez, de aquellos que no se mojaron contra la dictadura.

Vamos a ver, los héroes de la democracia, los que se enfrentaron a la canalla franquista: o están en un geriátrico o están muertos. Estos Rubalcabas y Rajoys no tienen ni idea de democracia porque lo mismo les dio con dictadura que con democracia. Ellos sólo son herederos universales. Les interesa el poder y la pela.

Somos como ese bastardo acornado que nunca dirá que lo es. Su padre murió en la guerra de Cuba y punto. En carrerilla. Nos hemos aficionado a tildar a cada cual de "facha" o "rojillo" y no nos damos cuenta de que en cada arremetida somos tumor eréctil con muchas arrobas de alfombrilla porcuna. Dícese franquistas climatizados, prisioneros de más de un copazo, vertebrados con la única carrilada que nos legó el cadete gallego.

En el aguisado mundo del diablo, los españoles de ayer y los de hoy compartimos las calderas y los florines del muerto frito que fue a dar un botellazo en el llavero de los Caídos.

Lo cierto es que, aunque a disgusto, aunque nos comeríamos a bocados a Paquito como si fuera un alcaparrón con moño, a pesar de que Franquismo y dictadura nos suenen a coceadura pollina, a desoreje y mazorca puerca, a granizado de bromuro, aún no está el pan bien cocido en esta democracia española tan bisexual como barquillera, como para que brujeemos pensando que esto es el pajar del Tío Berzas. Lo que viene siendo un quiero y no puedo en el bidé de cada casa.

Frioleros somos para todo esto de la política, demasiado grifados para salir corriendo después de eructar. Mantenemos nuestra forma latina de encomendarnos a los caudillos, salgamos o no esquilados, ya sea con hebillas o pedreas.

Lo que no nos enseñó el franquismo es a dar palabra y mano, gentileza ni caballerosidad. Nos enseñó el franquismo a comer jabón; nos enseñó el fuego directo, a estudiar un catolicismo pocho, lívido, de relincho. Nos enseñó a ojear al vecino, a vivir en el monovolumen de los sujetos lechales: a mamar se ha dicho.

El franquismo nos enseñó a no ser políticos agudos, con resina, con capacidad y ánimo de servicio. Nos enseñó a ser políticos muermosos, de mampostería. La mejor forma de hacer política es no hacerla, delegarla en los tontos peligrosos que se han formado de la asadura del cerdo, que miden las pulgadas de sus acciones con adornos y garitos.

¿Qué nos legó Franco? Nos legó cómo se debe proceder para averiar un país y dejarlo intacto con lejía. Nos legó la forma de manipularnos y destruirnos los unos a los otros con la malsana envidia, con los cochinos rumores, con la devastación del otro tras los visillos.

En política somos capones anestesiados. No lo podemos evitar. Sabemos que nuestros lares de la política son la parte más gorda del tocino. Mariano, Alfredo. Nos da igual: aquí -como ayer, como hoy- sujetamos a los inútiles con ladrillos de canto.

Vamos a hacer niebla después de mearnos en todo. Queremos ser madreperlas, clarearnos con todo lo pastoral que tiene la democracia cuando no somos más que alivios caústicos de la herencia celular del franquismo. Así es, queridos lectores. Todos somos divisionarios fascistas, alféreces de la Banda Ancha, ensilladores de chocolate y cobradores de la cuarta funeral que nos toca vivir.

La herencia con más tronío que nos dejó el fascismo no sólo es la indolencia, la cáncana de los seminarios, la cara de póquer de todo esclavismo sin longitudes ni vértices, no sólo una condición de galletitas de una sola masa, no solo el palmito de quien se cree vascular.

Franco y su régimen nos dejaron ese muestreo propio de las rehalas, esa forma de convivir tan nuestra, la envidia, el control ajeno, la vigilancia, la destrucción por excelencia, retardada y exquisita. El franquismo nos dejó un avispero de beatería y chatarra hipócrita, nos dejaron gallinas cluecas alimentadas con coñac y represión sexual.

Queridos lectores. Sé que hay mucha gente sensata que frecuenta esta página. A vosotros os pido encarecidamente: votad con seso, elegid libremente, no escojáis aquellas opciones que ya os han defraudado. Sed valientes y dad la oportunidad a la honradez, a lo diferente. Dejemos a cada monstruo en su armario. Hacedlo por vosotros mismos y por vuestro país.
J. DELGADO-CHUMILLA
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