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El eurodiputado más trabajador

378 preguntas, 127 propuestas, dos informes, 595 intervenciones y cuatro declaraciones hacen de Raúl Romeva el eurodiputado más trabajador del Parlamento Europeo (PE). Ecologista, europeísta federalista, de izquierdas y apasionado por los ecosistemas marinos, de los cuales disfruta practicando el submarinismo. Su otra gran pasión, fuera de la política.

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Catalán, de la hornada de 1971, es licenciado en Economía y doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad de Barcelona. Militante de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV) y adscrito al Grupo Los Verdes de Europa (55 escaños), quinta fuerza política en el PE.

La defensa de la igualdad y los derechos humanos de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales también ocupa gran parte de su tiempo. De hecho, coepreside el Intergrupo LGTB, en el que participan de forma transversal parlamentarios de todas las sensibilidades políticas.

Fundamentalmente, los eurodiputados gayfriendlys se dedican a hacer un seguimiento legislativo desde la visión LGTB y a movilizar los votos, siempre que es necesario, para propiciar el apoyo a las propuestas o normativas que favorezcan la tolerancia, el respeto y la integración de la población homosexual y transexual europea.

La hostilidad contra la población LGTB en Europa está más presente de lo deseable. Contra esta animadversión a la diferencia tiene puesta su energía este diputado que ocupa un escaño europeo desde el año 2004, legislatura en la que se convirtió en el europarlamentario revelación.

Funcionarios, políticos, periodistas y personal auxiliar que trabajan en el PE destacan de él de su afabilidad y su dinamismo en temas de igualdad de género, medioambiente y derechos sociales. En su agenda, los sin voz siempre ocupan una página preferente.

Romeva sueña con el día en que la homofobia y la transfobia sean un mal recuerdo del pasado. Mientras tanto, tiene que batallar contra las voces más reaccionarias del hemiciclo estrasburgués. Son frecuentes los chascarrillos homófobos y transfóbicos provenientes de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR, 55 escaños) y de la Europa de la Libertad y la Democracia (EFD, 27 diputados), grupo parlamentario que aglutina a la ultraderecha populista de Europa que tiene como miembro ilustre al francés Jean-Marie Le Pen. A pesar de la fuerte oposición, “acostumbramos a ganar las votaciones”, afirma Raúl Romeva.

“La Comisión Europea se suele inhibir cuando se trata de velar por los derechos LGTB”, comenta el diputado verde, que ha liderado la Directiva Horizontal de Múltiples Discriminaciones. Aprobada por los eurodiputados, espera a que el Consejo Europeo –presidentes y primeros ministros de la UE- la saquen del cajón del olvido y la integren en el acervo comunitario o, por el contrario, consientan con su inacción que lesbianas, gais, transexuales y bisexuales continúen sin un mecanismo legal que les ampare ante la vulneración de sus derechos de ciudadanía.

La entrada en vigor de la Directiva Horizontal evitaría discriminaciones que se producen en la vida diaria de miles de homosexuales y transexuales europeos: expulsión de lugares públicos por mostrar actitudes afectivas; negación a cubrir seguros de vida por la condición sexual e identidad de género; situaciones desigualitarias en la sanidad pública y/o privada; uso de la violencia por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad de los Estados o prohibición de entrada a lugares públicos “reservados para heterosexuales”.

Otra bandera que ondea Romeva es la de la libre circulación del amor por Europa. “Las personas no pueden viajar perdiendo derechos”, sostiene en alusión a los matrimonios del mismo sexo que no ven reconocidos su estatus jurídico, conseguido legalmente, en Estados donde no reconocen el Derecho interno de países que sí contemplan en su ordenamiento jurídico el casamiento homosexual.

Hasta que Europa se desprenda de sus tics homofóbicos, el eurodiputado español aboga por el reconocimiento bilateral. “Aunque en mi país yo no tengo esta figura, si tú vienes a mi país y en el tuyo está reconocida la institución matrimonial, yo te reconozco ese derecho”, es la solución intermedia que plantea el ecosocialista para evitar lo que califica como “pollo jurídico”.

El Intergrupo LGTB también fiscaliza las legislaciones de los países candidatos a entrar en la UE, si no cumplen con los requisitos mínimos de respeto a las minorías sexuales. Se ponen en contacto con los activistas locales y despliegan la artillería de la democracia para adaptar los marcos legales de éstos al ordenamiento jurídico de la UE.

Ahora mismo, admite Romeva, “estamos centrados en Croacia -se prevé su ingreso a mediados de 2012- y en Turquía -donde cada día muere una mujer transexual ante la pasividad de las instituciones locales-”.

“¿Con qué autoridad moral puede pedir la UE a Turquía o Croacia el fin del hostigamiento contra las personas LGTB, cuando en Lituania, Estonia o Rumanía -dentro de las fronteras de la Unión- se persigue a la diversidad sexual mientras la Comisión Europea mira hacia otro lado?”, reflexiona el eurodiputado ecologista.

Romeva espera -para ello trabaja- que los 28 de junio futuros, fecha en la que se conmemora el Día del Orgullo LGTB, nadie salga apaleado, ni por la policía ni por la ultraderecha, por el simple hecho de visibilizar su identidad de género u orientación sexual como arma política para reclamar su sitio en Europa y en el mundo. Algo que, lamentablemente, sigue ocurriendo en Rumanía, Croacia, Estonia, Letonia, Lituania, República Checa o Turquía.
RAÚL SOLÍS
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