Decía un viejo catedrático de Fotografía Periodística que ajustar bien los parámetros de la cámara antes de lanzarnos al clic precipitado del momento evita echar a la basura cientos de realidades irreversibles que, ante una mala calidad en la captación de su imagen, han sido postergadas a las espirales del olvido.
La fotografía de la crisis económica española ha sido captada desde una cámara vieja llamada "Europa", cuyos errores de enfoque están generando conflictos políticos internos ante los resultados distorsionados de la imagen.
Desde esta perspectiva, es momento de analizar los inconvenientes que conlleva seguir fotografiando nuestra realidad con una tecnología analógica -la "Europa pre-crisis"- en una era digital -la "Europa en crisis"-.
Lanzada la moneda al aire y levantada por la cruz, hemos de señalar la visión pesimista de la crítica económica ante la inevitable "Desunión Europea", desglosada en los siguientes argumentos:
Llegados a este punto, es momento de seguir los consejos de aquel viejo profesor y corregir el enfoque en esta cámara obsoleta llamada “Europa pre-crisis” para que, cuando volvamos a lanzar la moneda, tengamos en la mano la cara y no la cruz como respuesta.
La fotografía de la crisis económica española ha sido captada desde una cámara vieja llamada "Europa", cuyos errores de enfoque están generando conflictos políticos internos ante los resultados distorsionados de la imagen.
Desde esta perspectiva, es momento de analizar los inconvenientes que conlleva seguir fotografiando nuestra realidad con una tecnología analógica -la "Europa pre-crisis"- en una era digital -la "Europa en crisis"-.
Lanzada la moneda al aire y levantada por la cruz, hemos de señalar la visión pesimista de la crítica económica ante la inevitable "Desunión Europea", desglosada en los siguientes argumentos:
- Pérdida de competitividad acusada de la integración económica en la esfera global ante el crecimiento súbito de las economías emergentes.
- Aumento de la divergencia entre las estructuras políticas internas en detrimento del cumplimiento eficaz de los criterios de convergencia.
- Establecimiento de una política monetaria común basada en la idealización de la homogeneidad, pero aplicada a una realidad heterogénea. En consecuencia, aliviamos la inflación de unos países y agravamos el consumo de otros o, dicho en otros términos, frenamos la inflación alemana con la subida de tipos pero, por otro lado, estamos frenando el consumo de vivienda en España y, lo más grave, recogemos el viento en contra para el despegue del empleo.
- Abolición de los fondos de cohesión como antigua medida eficaz para paliar la desigualdades internas.
- Monopolización de la Eurozona por la ideología neoliberal abanderada por el tándem Merkel–Sarkozy.
- Como suena en los foros radicales de Europa: “Grecia está siendo la Andalucía en el prisma catalán de las autonomías”.
- Mirada reacia de la inversión internacional a depositar sus divisas en una estructura europea altamente agrietada por los temblores de su deuda interna.
- Desarrollo de una política laboral sujeta a ordenamientos jurídicos distintos y a políticas salariales dispares. Ello supone un grave obstáculo a la libre circulación de trabajadores y autónomos ante las consecuencias desiguales de prestar sus servicios en un país u otro.
- Sistemas de protección social desiguales y, como consecuencia, presiones fiscales distintas que arrojan indicadores económicos divergentes y acusados en coyunturas adversas como las presentes.
- Pérdida acusada del poder disciplinario de la Unión. El maquillaje de la convergencia en economías divergentes terminará por separar las estructuras agrietadas.
Llegados a este punto, es momento de seguir los consejos de aquel viejo profesor y corregir el enfoque en esta cámara obsoleta llamada “Europa pre-crisis” para que, cuando volvamos a lanzar la moneda, tengamos en la mano la cara y no la cruz como respuesta.
ABEL ROS
Puedes seguirme en Twitter: @Abel_Ros
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