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¿Sobrevivirá Montilla Digital?

En otra ocasión he hablado de que nos encontramos en la gran segunda revolución de la comunicación social, puesto que la primera puede situarse con la aparición del libro impreso a partir de la creación de la imprenta por Gutenberg. Internet ha configurado la segunda, siendo el medio que ha dado lugar a que la información sea abierta, instantánea y llegue puntual a los rincones más alejados de la Tierra.

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La Red ha favorecido la aparición de múltiples revistas y portales, aparte de las ediciones digitales de los diarios impresos, que pueden consultarse gratuitamente en el ordenador por todo aquel que tenga conexión a Internet, móvil o tableta digital. Pero no solamente es el cambio de soporte, sino que los nuevos medios ofrecen la posibilidad de que el lector pueda aportar su opinión directamente, ofreciendo un sistema de interacción entre el autor y los lectores desconocido hasta hoy.

Tradicionalmente, los periódicos impresos ofrecían -y ofrecen- una sección de “Cartas al director” en la que se podía escribir, pero quedaba al arbitrio de la redacción del diario el que se publicara o no la carta recibida, y en caso de hacerse, aparecía varios días después. Esto no animaba mucho a la participación, puesto que también había que identificarse y, en algunos casos, el “filtro” ideológico del diario se hacía palpable.

Por otro lado, de todos es sabido que los medios impresos se encuentran en una situación bastante difícil, y es posible que algunas cabeceras tengan que cerrar, pues la gente joven, en general, no acude a los kioscos a comprar el periódico. A ello hay que añadir que la publicidad, privada o institucional, es una fuente de ingresos muy importante y, dado que los medios de comunicación se han diversificado, ha reducido su presencia en aquellos.

En este variopinto y agitado mundo de la comunicación resulta que hay un diario o portal llamado Montilla Digital que, paso a paso, ha ido adquiriendo cada vez más solidez, con una información actualizada y rigurosa, al tiempo que ha ido creciendo el número de colaboradores que semanalmente hace entrega de sus escritos. Y lo más apreciable de este diario es su independencia y pluralidad, algo que desconcierta a aquellos que están acostumbrados a que toda opinión o información esté sesgada o dirigida desde determinadas ideologías.

La participación visible de sus lectores es, cuantitativamente, bastante numerosa. Y digo visible porque el número de visitas al portal se cuenta por miles diariamente. Ya sabemos que algunos de los comentarios están subidos de tono y que, en algunos casos, parecen trincheras desde las que se lanzan “misiles”, de un lado a otro, en forma de escritos. Pero, bueno, este es un tema muy difícil de ajustar y que afecta a todos los medios digitales; aunque tenemos que reconocer que la dirección del diario, en un esfuerzo por dar cabida al mayor número posible de lectores, solo cierra el paso a los escritos que de ninguna forma pueden aparecer en sus páginas.

Desde mi punto de vista, Montilla Digital se ha convertido en un excelente medio digital que ha venido a cubrir un hueco importante y que ha propiciado una participación que otros no pueden hacerlo. Entonces, ¿por qué en el titular del artículo he planteado su supervivencia? Pues bien, voy a intentar explicarlo.

Como en alguna otra ocasión he dicho, en la actualidad codirijo en mi tierra de origen, Extremadura, una revista mensual que se llama Azagala. Llevamos casi cuatro años saliendo de manera puntual y abriéndonos camino en medio de la adversidad, pues no tenemos (ni creo que tendremos) ninguna subvención ni tampoco publicidad, porque la independencia no está bien vista por gran parte de los poderes políticos; y eso se paga en forma de acoso o aislamiento.

Lo cierto es que la mayor parte de los miembros del consejo de redacción residimos fuera de Alburquerque, lugar de la publicación, por lo que los encuentros son trimestrales. Nuestro medio de comunicación habitual es el correo electrónico. Esto quiere decir que gran parte del trabajo de edición nos lo repartimos entre el director y yo. Tengo que hacer notar que el director fue represaliado por el alcalde de la localidad, quedándose sin el trabajo principal que tenía desde hacía doce años en el Ayuntamiento, manteniéndose desde entonces con otros pequeños.

La pregunta que yo le hacía a este amigo, verdadero apasionado de la revista, era cuánto tiempo podía aguantar sin recibir ninguna compensación por el trabajo que llevaba a cabo, pues, aunque la venta estaba asegurada, los que participamos en la elaboración de esta revista no recibimos ningún euro, pero el resto del consejo de redacción tenemos nuestros medios de subsistencia.

Finalmente, hemos logrado encontrar una fórmula de manera que el enorme trabajo que despliega el director para que salga la revista tenga una compensación económica, aunque sea inferior al mucho esfuerzo que hace.

Aunque Montilla Digital es un diario en la Red, tiene algunas semejanzas con esa revista que codirijo. Sé de la enorme labor que hay que llevar a cabo: todo el extenso trabajo a desplegar para confeccionarlo; tener las noticias actualizadas; seguir la lectura de todos los comentarios que se reciben para marcar un límite antes de que vean la luz; contactar con los colaboradores; seguir buscando publicidad (que por cierto es bastante reducida la aportación en los medios digitales), etc. Y todo este trabajo soportado por un grupo reducido de personas que no reciben ninguna contraprestación económica.

Lo anterior me ha hecho pensar en ocasiones: “¿Hasta cuándo verá la luz este diario al que nos hemos aficionado tanto que parece que ya forma parte de nuestras vidas?”. He hablado con su director en alguna ocasión de ello, pues creo que, como he apuntado, se ha logrado un excelente diario digital, pero que se sostiene con un enorme trabajo y una gran dosis de voluntad por parte de quienes lo confeccionan.

Y es que el mundo de la prensa digital está en la encrucijada. Por un lado, las grandes cabeceras tienen sus ediciones digitales y, por otro, han aparecido bastantes medios independientes, de forma que en casi su totalidad se accede a ellos de manera gratuita. Esta es la razón por lo que los grandes periódicos se están planteando su futuro. Así, leo en Estrella Digital:

“Los diarios se lanzan al pago por contenidos en Internet, en los móviles y en las tabletas. Ejecutivos de todo el mundo reunidos por WAN-IFA –la asociación mundial de editores- han escuchado las primeras experiencias con un mensaje claro: los diarios no pueden ser supermercados, sino productos de calidad para los lectores exigentes dispuestos a pagar por caviar informativo… Los 324.000 suscriptores digitales alcanzados por 'The New York Times' o los 110.000 del 'Times' de Londres animan a muchos”.

Sé que con el párrafo anterior me he elevado a grandes alturas. También sé que la experiencia llevada a cabo por un diario como El País de hacerse de pago en su versión digital no ha dado sus frutos, al tiempo que lo intentan otras publicaciones.

Pero traigo aquí esta noticia como reflexión acerca del futuro de un modesto y magnífico diario, que es todavía portal, ya que un día el mismo diario puede anunciarnos su despedida porque sus creadores no pueden dedicarle todo el tiempo necesario para su mantenimiento, dado que también ellos necesitan ver un horizonte profesional personal.

Estoy seguro que ese día, si no se ha encontrado alguna viabilidad que contemple lo que he indicado, todos sus seguidores nos sentiremos un poco huérfanos y echaremos de menos esas páginas que nos unían aunque fuera a través de las múltiples pantallas que se encendían diariamente para ver qué pasaba en Montilla.

Posdata: Que nadie quiera ver en este escrito el lanzamiento de una especie de “globo sonda” del que yo me he ofrecido como intermediario. En absoluto. Es una reflexión que me hago acerca de su futuro, a partir de la experiencia acumulada tras muchos años participando en revistas culturales, y con el deseo de conocer la opinión de los que participan en sus diferentes formas en este magnífico proyecto, que día a día va creciendo… ¿Hasta cuándo?
AURELIANO SÁINZ
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