Los injertos neoliberales en el tallo keynesiano de la rosa han marchitado sus hojas rojas en el brotar frondoso de su primavera. La carne trémula de sus tallos caídos estimula el vuelo elegante de la gaviota bajo los campos desiertos de la derrota. Aquellos injertos azules en los principios ideológicos de la izquierda inyectaron el veneno a la savia virgen de sus tallos. Ahora, con la flor marchitada en el suelo y el puño huérfano de esperanza, solamente nos queda renovar las semillas en los barbechos infértiles de la culpa.
La úlcera sangrante del sistema aumenta el grito herido del demócrata. Las grietas en las infraestructuras de la integración occidental amenazan el desplome de las superestructuras de Europa.
La distancia entre las manifestaciones simbólicas de los de arriba y las miserias materiales de los de abajo han contribuido al cambio social del presente. El desplome de la clase media por la salida de su ficción ha encendido los motores de la maquinaria de la involución. Ahora, la realidad ha roto el hechizo de la aparente igualdad y la “cenicienta social” se ve envuelta en sus sucios zapatos de plebeya.
Las inferencias de Marx han resucitado el discurso agonizante de Llamazares. Ahora, los brotes verdes de la izquierda son atesorados por el discurso residual de Cayo. La dialéctica entre “los de arriba” y “los de abajo” nos recuerda a la lucha de clases de los paradigmas marxistas de XIX.
La lucha entre los “desencantados socialdemócratas” y los “apolíticos indignados” contra las políticas neoliberales del “PPSOE” y las élites bancarias ha resurgido de las cenizas al pluralismo político de ayer.
El anzuelo de Lara en las aguas sucias del océano desencantado y el ancla permanente en las aguas turbulentas de los indignados sitúan el discurso de IU en el puerto propicio para llenar su pecera sin la competencia pesquera del anzuelo rojo de ZP.
La recuperación del discurso marxista de Anguita en las infraestructuras débiles del capitalismo del XXI abre la conciencia de una nueva clase social representada por miles de obreros que rozaron las puertas ficticias de la riqueza y hoy han descendido a los sótanos sociales de la pobreza.
Esta nueva clase social azotada por los golpes del desempleo, el desahucio de sus viviendas y el embargo de sus coches es la representación viva de los “nuevos cuellos azules” del presente. El descenso social ha puesto la zancadilla a los mimbres ficticios de la clase media.
La bipolarización real entre ricos y pobres está introduciendo a un país llamado "España" en estructuras sociales de corte sudamericano, caracterizadas por la ausencia de clase media.
Mientras la clase trabajadora llora la pérdida de su condición, los sondeos demoscópicos dan como claro vencedor al probable causante de su mayor escisión. El átomo socialdemocráta contribuye a formar la molécula neoliberal. Qué razón tenía Marx cuando decía que “el poder político es, simplemente, el poder organizado de una clase para oprimir a otra”. ¿Quiénes serán los oprimidos?
La úlcera sangrante del sistema aumenta el grito herido del demócrata. Las grietas en las infraestructuras de la integración occidental amenazan el desplome de las superestructuras de Europa.
La distancia entre las manifestaciones simbólicas de los de arriba y las miserias materiales de los de abajo han contribuido al cambio social del presente. El desplome de la clase media por la salida de su ficción ha encendido los motores de la maquinaria de la involución. Ahora, la realidad ha roto el hechizo de la aparente igualdad y la “cenicienta social” se ve envuelta en sus sucios zapatos de plebeya.
Las inferencias de Marx han resucitado el discurso agonizante de Llamazares. Ahora, los brotes verdes de la izquierda son atesorados por el discurso residual de Cayo. La dialéctica entre “los de arriba” y “los de abajo” nos recuerda a la lucha de clases de los paradigmas marxistas de XIX.
La lucha entre los “desencantados socialdemócratas” y los “apolíticos indignados” contra las políticas neoliberales del “PPSOE” y las élites bancarias ha resurgido de las cenizas al pluralismo político de ayer.
El anzuelo de Lara en las aguas sucias del océano desencantado y el ancla permanente en las aguas turbulentas de los indignados sitúan el discurso de IU en el puerto propicio para llenar su pecera sin la competencia pesquera del anzuelo rojo de ZP.
La recuperación del discurso marxista de Anguita en las infraestructuras débiles del capitalismo del XXI abre la conciencia de una nueva clase social representada por miles de obreros que rozaron las puertas ficticias de la riqueza y hoy han descendido a los sótanos sociales de la pobreza.
Esta nueva clase social azotada por los golpes del desempleo, el desahucio de sus viviendas y el embargo de sus coches es la representación viva de los “nuevos cuellos azules” del presente. El descenso social ha puesto la zancadilla a los mimbres ficticios de la clase media.
La bipolarización real entre ricos y pobres está introduciendo a un país llamado "España" en estructuras sociales de corte sudamericano, caracterizadas por la ausencia de clase media.
Mientras la clase trabajadora llora la pérdida de su condición, los sondeos demoscópicos dan como claro vencedor al probable causante de su mayor escisión. El átomo socialdemocráta contribuye a formar la molécula neoliberal. Qué razón tenía Marx cuando decía que “el poder político es, simplemente, el poder organizado de una clase para oprimir a otra”. ¿Quiénes serán los oprimidos?
ABEL ROS
Puedes seguirme en Twitter: @Abel_Ros
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