¡Bienvenidos a la luz tuerta de las cosechas, a la hipersexualidad que nos hará creer una vez más que de cada cipote puede salir un arcoiris, a la magnitud adolescente de la gresca, a esas imágenes de capoteos y engaños! ¡Temblad, nuestros niños Toribios de la política se aproximan, vienen a las praderas para darnos su sermón con las sobaqueras repletas de caramelos!
Y digo yo: con la Constitución Española en la mano, PP y PSOE deberían estar ilegalizados. Sin más. Unos tribunales como dios manda, habrían precintado Génova y Ferraz hace ya mucho tiempo.
No se entiende que unas formaciones políticas se hayan estado pasando la patata caliente tantísimos años, hayan tomado por asalto la despensa, se hayan autofecundado de forma escandalosa, y un superhéroe togado no haya hecho nada salvo darle la vuelta al calzoncillo.
No obstante hay que reconocer su pericia y constancia, a pesar de tener la misma puntería que los talibanes en el asalto a Kabul. Han dispuesto de mucha munición, tiempo, avecrem, se han ido haciendo a sí mismos. Y la experiencia es un grado. ¡Cómo de bien nos habría venido el único ministerio -el de prevención del vicio y promoción de la virtud- que tienen los mulás tuertos del Hindukush!
Tienen la memoria del burro, que no olvida dónde come, y con muchos esqueletos en el armario, pelusilla bajo las alfombras y con una buena ristra de cicatrices, han tomado la Constitución por bandera a la par que le mordían las orejas y le basculaban la farfolla.
La Constitución es la primera víctima de la violencia de género. Cuando se hizo mujer, se metieron en su flor hasta el corvejón. Nos hemos desindustrializado, estamos aún con el sílex y en la edad de piedra de la imbecilidad, hemos hecho guerras de otras incumbencias y... cómo no, nos preparamos ahora para volver a elegir a los chicos de oro.
¿Interés general?, ¿bienestar común? Buuuuuuuu. Eso no se lleva cuando se es un compendio de ratones a los que cada día entallan para fusilar como pasmarotes. La normativa jurídica que articula la convivencia, que organiza el poder público, que delimita y equilibra el ejercicio del poder, la han acribillado a quemarropa mediante un golpe de estado cocinado a fuego lento durante estos años de Dictadura del Bipartidismo de Partido Único.
Se han perpetuado en el poder como en las peores dinastías de sátrapas, se han asegurado que absolutamente nadie pueda cuestionar tal estado de cosas, han puesto velas a Dios y al Diablo, han esquilmado el país a manos llenas, lo han envejecido y han hecho retroceder a páramos de perversión.
Los comandos no se han descolgado por las chimeneas para tomar el panel de control y hacerse con las palancas del poder. No. La vía insurrecciona con el tren blindado de Trotsky es una antigualla para románticos, eso es un inocente palomino de generales gregarios y camisas negras.
Ni tan siquiera se lleva el estilo Gadafi, esto es, pegar una asonada militar entre el primer plato y el postre desde un salón de bodas. La hazaña de tomar el poder es convertirse en poder, canibalizar el poder, destruir su esencia y sustituirla por la propia. Se trata de entrar a palacio y desactivar las alarmas. Sin refriegas ni bombas de humo.
Sin lugar a dudas, anular toda resistencia, cortejando y seduciendo -esto es, untando mantequilla en muchos traseros-, montar todo un andamiaje de aparente legitimidad y hacerse un traje con buena caída y que sea muy cómodo. Esto sí que es el Bing Bang, la albañilería romboidal del franquismo al que se le ha llenado el jamelgo de mosca africana.
Ahora nos vienen los chicos de oro, los chicos del coro, Rajoy y Rubalcaba, Rambo y Rocky, con sus riñas de manada y sus promesas veladas de continuar vigilando, estresando, regañando, chantajeando, disparando con pólvora ajena, mareando la perdiz.
Mientras tanto, la Constitución se nos ha llenado de hongos y poca cosa se ha librado de la devastación salvo que ellos se lo siguen guisando y ellos se lo siguen comiendo.
Rondan por las velas sucias de muchas lenguas (insistiré en que se trata de exaltados), comentarios que prenden como pez las antorchas de la política callejera -más esténtorea y de entusiasmo forense- que nos instan a los ciudadanos de bien a echarnos al monte como larvas de sepultura, y desde allí, que chispeen las candelas y practicar la costumbre india de golpear a los muertos después de muertos, y mucho después que vivos. Es que la Constitución es una siniestra religión tan ahorcada como los guardapolvos de los monasterios.
Remacho: unos exaltados que fuman hierbaluisa, susurran a los álamos y chupan las repisas de sus casas. Lo estimo, con hambre tudesca y bajo el gong de la rebelión. La manía congénita de desempolvar el arcabuz para hacer bailar al contrario. Quizás la desesperación y la furia sean las causantes de que grupúsculos de incontrolados se asomen a los tajos haciendo corvetas sioux como los afiladores en la artesa.
Las calles, las tabernas, tiradores y casamatas con el antiguo vigor de las rehalas, se están convirtiendo en cuartel de cazadores mitológicos. Sin trabajo, sin vivienda, sin horizontes de canela, con el suelo movedizo… ¿Qué nos queda salvo subirnos a las almenas y repartir casquillos? Una vez más, la democracia neoliberal es la tumba de los pobres.
¿Sospechas fundadas? Más bien mugre y mucho granizo. ¿Evidencias? Rechinando. Y el corte fusco de la siempre madrigalesca guerrilla española. Subirnos a la sierra y¡ hala! a darles bocados a los caballos, con ese evangelio del fracaso tan típicamente español.
Aviso a navegantes: Se aproxima la política de Alta Definición, la transpolítica, aquella en la que las imágenes agolpadas y escurridizas son esculpidas con ametralladora, aquella en la que lo peor, lo más miserable, la imbecilidad asumida, las luchas entre patrullas, las comanditas de cascabel, se darán cita en medio de un trinquete con muchedumbres, en grandes espacios reproducidos para el desgañite de reclutas rebajados y niñas desvergonzadas. Cuatrimotores con insulto. Cañones biplaza. ¡¡¡¡Fuego!!!!
A partir de ahora podremos asistir al anverso amable al que nadie llama por su color real, a ese epidérmico intrusismo que al igual que un depravado, se descuelga por un patio de vecinos y matea entre las bragas de las vecinas. La liturgia de la democracia hispana se moquea, como manda la tradición, con la Constitución y se la doma por el gañil helado, se meterán en la colada nacional para olisquear bragas y gayumbos.
Ese anverso amable que sostiene en las previas de cada cita electoral una asestadura mortal, pues se llena de oídos y estrellones, como un grifo constantemente abierto. La rosa de la socialdemocracia está rodeada de alambradas herrumbrosas y la alternancia conservadora juega con el resentimiento, planta pozos de lobo y se acantila en una deriva política con la misma indefinición y complejo que un partido que se postula como alternativa no se puede permitir.
Nuestros primeros espadas comienzan a formarse del barro, a revolcarse con sus trapos en medio de esas chozas a las que llaman programa electoral.
El reverso ya lo conocemos: la placa difunta de toda componenda. Y el maldito péndulo calzando ollas.
Rajoy y Rubalcaba hacen que duermen pero no saben mover las alas sin soltar una amenaza, están compuestos de varios pedazos de iniquidad y de la mano de un jinete. Ya han iniciado ese pendoneo tan suyo sobre el rancho de millones de asalariados.
Bienvenidos al relámpago propio de nuestra edulcorada democracia, aquella en la que la última copa queda a merced de todos los intereses encontrados que hacen del Estado todo lo contrario que preconiza la Constitución. De nuevo, un complot intelectual de nuestros bragados políticos tras sus pequeñas treguas de arretranca en los lustrosos pasillos de los putiparlamentos. Para echarnos a temblar. ¡A mí el general Maroto!
Y digo yo: con la Constitución Española en la mano, PP y PSOE deberían estar ilegalizados. Sin más. Unos tribunales como dios manda, habrían precintado Génova y Ferraz hace ya mucho tiempo.
No se entiende que unas formaciones políticas se hayan estado pasando la patata caliente tantísimos años, hayan tomado por asalto la despensa, se hayan autofecundado de forma escandalosa, y un superhéroe togado no haya hecho nada salvo darle la vuelta al calzoncillo.
No obstante hay que reconocer su pericia y constancia, a pesar de tener la misma puntería que los talibanes en el asalto a Kabul. Han dispuesto de mucha munición, tiempo, avecrem, se han ido haciendo a sí mismos. Y la experiencia es un grado. ¡Cómo de bien nos habría venido el único ministerio -el de prevención del vicio y promoción de la virtud- que tienen los mulás tuertos del Hindukush!
Tienen la memoria del burro, que no olvida dónde come, y con muchos esqueletos en el armario, pelusilla bajo las alfombras y con una buena ristra de cicatrices, han tomado la Constitución por bandera a la par que le mordían las orejas y le basculaban la farfolla.
La Constitución es la primera víctima de la violencia de género. Cuando se hizo mujer, se metieron en su flor hasta el corvejón. Nos hemos desindustrializado, estamos aún con el sílex y en la edad de piedra de la imbecilidad, hemos hecho guerras de otras incumbencias y... cómo no, nos preparamos ahora para volver a elegir a los chicos de oro.
¿Interés general?, ¿bienestar común? Buuuuuuuu. Eso no se lleva cuando se es un compendio de ratones a los que cada día entallan para fusilar como pasmarotes. La normativa jurídica que articula la convivencia, que organiza el poder público, que delimita y equilibra el ejercicio del poder, la han acribillado a quemarropa mediante un golpe de estado cocinado a fuego lento durante estos años de Dictadura del Bipartidismo de Partido Único.
Se han perpetuado en el poder como en las peores dinastías de sátrapas, se han asegurado que absolutamente nadie pueda cuestionar tal estado de cosas, han puesto velas a Dios y al Diablo, han esquilmado el país a manos llenas, lo han envejecido y han hecho retroceder a páramos de perversión.
Los comandos no se han descolgado por las chimeneas para tomar el panel de control y hacerse con las palancas del poder. No. La vía insurrecciona con el tren blindado de Trotsky es una antigualla para románticos, eso es un inocente palomino de generales gregarios y camisas negras.
Ni tan siquiera se lleva el estilo Gadafi, esto es, pegar una asonada militar entre el primer plato y el postre desde un salón de bodas. La hazaña de tomar el poder es convertirse en poder, canibalizar el poder, destruir su esencia y sustituirla por la propia. Se trata de entrar a palacio y desactivar las alarmas. Sin refriegas ni bombas de humo.
Sin lugar a dudas, anular toda resistencia, cortejando y seduciendo -esto es, untando mantequilla en muchos traseros-, montar todo un andamiaje de aparente legitimidad y hacerse un traje con buena caída y que sea muy cómodo. Esto sí que es el Bing Bang, la albañilería romboidal del franquismo al que se le ha llenado el jamelgo de mosca africana.
Ahora nos vienen los chicos de oro, los chicos del coro, Rajoy y Rubalcaba, Rambo y Rocky, con sus riñas de manada y sus promesas veladas de continuar vigilando, estresando, regañando, chantajeando, disparando con pólvora ajena, mareando la perdiz.
Mientras tanto, la Constitución se nos ha llenado de hongos y poca cosa se ha librado de la devastación salvo que ellos se lo siguen guisando y ellos se lo siguen comiendo.
Rondan por las velas sucias de muchas lenguas (insistiré en que se trata de exaltados), comentarios que prenden como pez las antorchas de la política callejera -más esténtorea y de entusiasmo forense- que nos instan a los ciudadanos de bien a echarnos al monte como larvas de sepultura, y desde allí, que chispeen las candelas y practicar la costumbre india de golpear a los muertos después de muertos, y mucho después que vivos. Es que la Constitución es una siniestra religión tan ahorcada como los guardapolvos de los monasterios.
Remacho: unos exaltados que fuman hierbaluisa, susurran a los álamos y chupan las repisas de sus casas. Lo estimo, con hambre tudesca y bajo el gong de la rebelión. La manía congénita de desempolvar el arcabuz para hacer bailar al contrario. Quizás la desesperación y la furia sean las causantes de que grupúsculos de incontrolados se asomen a los tajos haciendo corvetas sioux como los afiladores en la artesa.
Las calles, las tabernas, tiradores y casamatas con el antiguo vigor de las rehalas, se están convirtiendo en cuartel de cazadores mitológicos. Sin trabajo, sin vivienda, sin horizontes de canela, con el suelo movedizo… ¿Qué nos queda salvo subirnos a las almenas y repartir casquillos? Una vez más, la democracia neoliberal es la tumba de los pobres.
¿Sospechas fundadas? Más bien mugre y mucho granizo. ¿Evidencias? Rechinando. Y el corte fusco de la siempre madrigalesca guerrilla española. Subirnos a la sierra y¡ hala! a darles bocados a los caballos, con ese evangelio del fracaso tan típicamente español.
Aviso a navegantes: Se aproxima la política de Alta Definición, la transpolítica, aquella en la que las imágenes agolpadas y escurridizas son esculpidas con ametralladora, aquella en la que lo peor, lo más miserable, la imbecilidad asumida, las luchas entre patrullas, las comanditas de cascabel, se darán cita en medio de un trinquete con muchedumbres, en grandes espacios reproducidos para el desgañite de reclutas rebajados y niñas desvergonzadas. Cuatrimotores con insulto. Cañones biplaza. ¡¡¡¡Fuego!!!!
A partir de ahora podremos asistir al anverso amable al que nadie llama por su color real, a ese epidérmico intrusismo que al igual que un depravado, se descuelga por un patio de vecinos y matea entre las bragas de las vecinas. La liturgia de la democracia hispana se moquea, como manda la tradición, con la Constitución y se la doma por el gañil helado, se meterán en la colada nacional para olisquear bragas y gayumbos.
Ese anverso amable que sostiene en las previas de cada cita electoral una asestadura mortal, pues se llena de oídos y estrellones, como un grifo constantemente abierto. La rosa de la socialdemocracia está rodeada de alambradas herrumbrosas y la alternancia conservadora juega con el resentimiento, planta pozos de lobo y se acantila en una deriva política con la misma indefinición y complejo que un partido que se postula como alternativa no se puede permitir.
Nuestros primeros espadas comienzan a formarse del barro, a revolcarse con sus trapos en medio de esas chozas a las que llaman programa electoral.
El reverso ya lo conocemos: la placa difunta de toda componenda. Y el maldito péndulo calzando ollas.
Rajoy y Rubalcaba hacen que duermen pero no saben mover las alas sin soltar una amenaza, están compuestos de varios pedazos de iniquidad y de la mano de un jinete. Ya han iniciado ese pendoneo tan suyo sobre el rancho de millones de asalariados.
Bienvenidos al relámpago propio de nuestra edulcorada democracia, aquella en la que la última copa queda a merced de todos los intereses encontrados que hacen del Estado todo lo contrario que preconiza la Constitución. De nuevo, un complot intelectual de nuestros bragados políticos tras sus pequeñas treguas de arretranca en los lustrosos pasillos de los putiparlamentos. Para echarnos a temblar. ¡A mí el general Maroto!
J. DELGADO-CHUMILLA