Montilla Digital me acoge una temporada más en su nómina de colaboradores, para sufrimiento de quien ha de estar a la altura de tan inmerecido honor. Hace año y medio, aproximadamente, que Lienzo de Babel -la columna con la que me cuelo entre las noticias de este periódico- aparece semanalmente gracias a la generosidad de un amigo y compañero que comparte una vocación que, aún siendo “segundo plato” a la hora de los estudios, en realidad es la que siempre ha satisfecho nuestras inquietudes: el periodismo.
En todo este tiempo -he de confesarlo-, me ha sorprendido la independencia con la que este medio me ha permitido abordar cualquier asunto, sin más limitación que el respeto hacia unos lectores que no dudan en participar con sus comentarios cuando la materia se presta al debate.
Pero, además de disfrutar de libertad, he procurado ser honesto: he expuesto mi parecer con entera sinceridad en la amplia variedad de temas que he tratado; unos, con el entusiasmo de los foristas, y otros, sin despertar ninguna respuesta. Es lo esperado de un articulista que cada siete días ha de hablar de lo que le parezca. Y no siempre con la inspiración y el ánimo necesarios.
Sin embargo, el sufrimiento no sobreviene por las reacciones que genere ningún artículo (a estas alturas, uno ya está acostumbrado a las palmas y los silbidos), sino por el riesgo a repetirse e, incluso, contradecirse.
Después de más de 60 columnas de opinión, Lienzo de Babel ha manifestado su parecer sobre lo divino y lo humano, la actualidad y el pasado, lo serio y lo informal, hasta la moda, el cine o la ciencia, sin dejar de lado la política, por supuesto, tan omnipresente en cualquier aspecto de la vida en comunidad. Salvo el deporte, del que me declaro por completo incompetente, casi todos los ángulos de la realidad han merecido mi atención y se han visto reflejados en cualquiera de esos artículos de opinión.
Y eso genera sufrimiento porque uno ya no sabe de qué hablar, o hacerlo con alguna originalidad –mi punto de vista- que pueda interesar al lector y que no haya sido expuesta. Tras este dilatado periodo de tiempo, prácticamente se han abordado todos los temas y la postura de este colaborador es harto conocida, lo que a lleva a algunos a tutearme como a un colega, lo que no es un reproche, sino un cumplido. Un compromiso que obliga a superarse y a ofrecer cada semana lo mejor que uno pueda aportar.
Al iniciar esta nueva temporada en Montilla Digital quería reafirmar la asunción de ese compromiso, a pesar del sufrimiento que acarrea, con los lectores: contribuir a que las visiones sobre la realidad expresen la diversidad con la que es percibida, no siendo ninguna de ellas patrimonio de una verdad absoluta y excluyente.
Ignoro si lo conseguiré, pero mientras la dirección del diario lo permita y los lectores lo secunden, Lienzo de Babel afrontará la nueva temporada con renovada ilusión de participar en este proyecto comunicativo cada día más interesante y necesario para la pluralidad de cualquier sociedad. Un proyecto que gana envergadura gracias a ustedes, los lectores. Gracias.
En todo este tiempo -he de confesarlo-, me ha sorprendido la independencia con la que este medio me ha permitido abordar cualquier asunto, sin más limitación que el respeto hacia unos lectores que no dudan en participar con sus comentarios cuando la materia se presta al debate.
Pero, además de disfrutar de libertad, he procurado ser honesto: he expuesto mi parecer con entera sinceridad en la amplia variedad de temas que he tratado; unos, con el entusiasmo de los foristas, y otros, sin despertar ninguna respuesta. Es lo esperado de un articulista que cada siete días ha de hablar de lo que le parezca. Y no siempre con la inspiración y el ánimo necesarios.
Sin embargo, el sufrimiento no sobreviene por las reacciones que genere ningún artículo (a estas alturas, uno ya está acostumbrado a las palmas y los silbidos), sino por el riesgo a repetirse e, incluso, contradecirse.
Después de más de 60 columnas de opinión, Lienzo de Babel ha manifestado su parecer sobre lo divino y lo humano, la actualidad y el pasado, lo serio y lo informal, hasta la moda, el cine o la ciencia, sin dejar de lado la política, por supuesto, tan omnipresente en cualquier aspecto de la vida en comunidad. Salvo el deporte, del que me declaro por completo incompetente, casi todos los ángulos de la realidad han merecido mi atención y se han visto reflejados en cualquiera de esos artículos de opinión.
Y eso genera sufrimiento porque uno ya no sabe de qué hablar, o hacerlo con alguna originalidad –mi punto de vista- que pueda interesar al lector y que no haya sido expuesta. Tras este dilatado periodo de tiempo, prácticamente se han abordado todos los temas y la postura de este colaborador es harto conocida, lo que a lleva a algunos a tutearme como a un colega, lo que no es un reproche, sino un cumplido. Un compromiso que obliga a superarse y a ofrecer cada semana lo mejor que uno pueda aportar.
Al iniciar esta nueva temporada en Montilla Digital quería reafirmar la asunción de ese compromiso, a pesar del sufrimiento que acarrea, con los lectores: contribuir a que las visiones sobre la realidad expresen la diversidad con la que es percibida, no siendo ninguna de ellas patrimonio de una verdad absoluta y excluyente.
Ignoro si lo conseguiré, pero mientras la dirección del diario lo permita y los lectores lo secunden, Lienzo de Babel afrontará la nueva temporada con renovada ilusión de participar en este proyecto comunicativo cada día más interesante y necesario para la pluralidad de cualquier sociedad. Un proyecto que gana envergadura gracias a ustedes, los lectores. Gracias.
DANIEL GUERRERO