La abajo firmante, mayor de edad, en pleno uso de sus facultades mentales, y cáncer por unas señas declara: que su inquebrantable sensibilidad no le permite seguir tragando por más tiempo la creciente escalada de locura colectiva, la banalización del horror, la incoherente coherencia, la estupidez amparada en el asentimiento general, la fauna reinante, la droga en supermercados y la desmesura de los detractores de la libertad.
Tampoco la mentalidad infantil por minuto, la ira frustrada y la lujuria insatisfecha, la músico-dependencia, el catecismo adoctrinante, el asiduo malhumor de sus conciudadanos, los prejuicios contra el ingenio, el conformismo juvenil, el pasotismo senil, los insulsos programas políticos, los diputados sin corbata, la prisa innecesaria, la histeria colectiva, la insoportable falta de buen gusto, la ansiedad con Prozac, la pedantería redundante, la soberbia infundada, los rojos de salón y la rancia derecha neocatólica, la buena voluntad sin coraje, los ayatolás del crimen, las mafias femeninas; y la crisis, en abundancia, de generosidad y amor.
Asimismo, declaro que tengo principios, conciencia, ideales, una gran figura mal trazada, que creo en el azar y la casualidad. Que soy primaria, entusiasta, independiente y fervientemente emotiva pero que también soy temperamental, cabezota, impulsiva e inconsecuente.
Que todavía reacciono y me emociono. Que no quiero creer en el destino, ni dejarme aplastar por la aplastante mayoría. Que me apasiona la cultura, un buen gin-tonic, y los días de lluvia. Que espero todo de la vida y rápido, y que busco la felicidad desesperadamente. Como todos.
Y para que ello conste, en presencia del notario de mi herencia cultural, y sirviéndome del abogado del diablo como defensa, me querello contra el mundo y presento denuncia contra la sociedad y batalla contra los tibios.
En mi ciudad, a 14 de agosto de 2011, año de muchas catástrofes privadas y cientos de desgracias públicas y deliberadas.
Tampoco la mentalidad infantil por minuto, la ira frustrada y la lujuria insatisfecha, la músico-dependencia, el catecismo adoctrinante, el asiduo malhumor de sus conciudadanos, los prejuicios contra el ingenio, el conformismo juvenil, el pasotismo senil, los insulsos programas políticos, los diputados sin corbata, la prisa innecesaria, la histeria colectiva, la insoportable falta de buen gusto, la ansiedad con Prozac, la pedantería redundante, la soberbia infundada, los rojos de salón y la rancia derecha neocatólica, la buena voluntad sin coraje, los ayatolás del crimen, las mafias femeninas; y la crisis, en abundancia, de generosidad y amor.
Asimismo, declaro que tengo principios, conciencia, ideales, una gran figura mal trazada, que creo en el azar y la casualidad. Que soy primaria, entusiasta, independiente y fervientemente emotiva pero que también soy temperamental, cabezota, impulsiva e inconsecuente.
Que todavía reacciono y me emociono. Que no quiero creer en el destino, ni dejarme aplastar por la aplastante mayoría. Que me apasiona la cultura, un buen gin-tonic, y los días de lluvia. Que espero todo de la vida y rápido, y que busco la felicidad desesperadamente. Como todos.
Y para que ello conste, en presencia del notario de mi herencia cultural, y sirviéndome del abogado del diablo como defensa, me querello contra el mundo y presento denuncia contra la sociedad y batalla contra los tibios.
En mi ciudad, a 14 de agosto de 2011, año de muchas catástrofes privadas y cientos de desgracias públicas y deliberadas.
CARMEN LIROLA