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El gobierno huele a cadaverina

Zapatero dice seguir empeñado en aguantar hasta final de Legislatura. Pero cada vez lo dice menos y las señales son cada vez más evidentes apuntando a un adelanto electoral. La obligada remodelación del Ejecutivo por la salida de Rubalcaba no hacen más que confirmar esas impresiones.

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El presidente se ha limitado a una recolocación. Camacho, número dos de Interior, pasa a hacerse cargo de la cartera que puede ser una de las más efímeras de la historia. Blanco cumple otra ambición en su ahora declinante deriva a la sombra de su amigo y jefe y actuará de portavoz de un Consejo que ya tiene muy poco que comunicar.

Elena Salgado, al desaparecer don Alfredo, se limita a ascender en el escalafón sin que desde luego vaya a aportar nada. En realidad lo que desaparece en su sentido político es la Vicepresidencia Primera como se entendió y percibió tanto con Fernández de la Vega como con Rubalcaba.

Todo apunta, pues, a una decisión que cada vez parece más inevitable tanto por lo que internamente está sucediendo en el PSOE como por la creciente demanda de una sociedad cada vez más harta de ese continuo despedirse y esas puestas en escena, como la del sábado, de advenimiento del redentor Rubalcaba.

La situación se vuelve cada vez más insostenible, con el Gobierno en estado cataléptico y el partido y el candidato ya decididamente a lo suyo y en abierta contradicción, haga Elena Valenciano los juegos malabares que quiera, con su propio discurrir.

El único factor que hoy se me ocurre, y no es baladí, para intentar resistir hasta marzo es el flanco ETA y la cada vez más clara negociación o como quiera llamársele para poder presentar como final algo que a muchos les parece una salida falsa y tramposa.

El Gobierno espera un comunicado de la banda que le permita vender como positivo lo que hoy hiere a tantos: que los cachorros etarras gobiernan Guipuzcoa y San Sebastián y que han vuelto a mandar en las calles vascas. De esa opinión es Jaime Mayor Oreja, ese señor que siempre nos anuncia lo que no queremos creer pero que, en buena parte, acaba teniendo la razón. Y el tiempo, dándosela.

Pero ni siquiera esto y la predicción de don Jaime parecen hoy suficientes. El Gobierno desprende ya un tufo a cadaverina que, con los calores del estío, se está volviendo verdaderamente insoportable. ¿O es que alguien piensa que en esta situación Zapatero puede tomar ya alguna decisión trascendental? Sólo le queda una: marcharse de una vez, aunque esta vez no se despida. Al fin y al cabo, ya lo ha hecho media docena de veces.
ANTONIO PÉREZ HENARES
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