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Respondiendo

No lo puedo evitar, aún me sorprende. Miren que llevo años escribiendo –en este medio y en otros sitios, anteriormente- y charlando con gente en la calle, en el trabajo, en los bares y en casi todos los sitios a los que voy. Pues aún me sorprende, y dependiendo del estado de ánimo con que me levante ese día, a veces me irrita y a veces me produce sonoras carcajadas el hilo argumental con que responde el personal a mis opiniones, vertidas con franqueza y sin ánimo de ofender. La colección de comentarios al artículo de la semana pasada, por poner, es un claro ejemplo de lo que les digo.

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En alguna parte debo reconocer que es culpa mía -y así pido disculpas a los lectores, al diario Montilla Digital y al mismo D. Alfredo- como por ejemplo cuando llamo (sin explicar por qué) “Goebbels” a Sr. Pérez Rubalcaba. Los lectores lo han tomado por la tremenda, acusándome de llamar "nazi" al vicepresidente. Nada más lejos de mi intención, pero como realmente no expliqué la razón del apodo, asumo el castigo.

Y después, lo explico: Joseph Goebbels era el ministro de propaganda del Gobierno nazi. O sea, el responsable de la actitud inconsciente y borrega de millones de alemanes excitados por continuos mensajes manipulando sus conciencias y sus éticas personales.

La comparación de Rubalcaba con este siniestro personaje no es casual: el vicepresidente y candidato a candidato es el tipo que mejor ha manejado, gestionado y enviado ese complicado concepto que es la “información” en los últimos años en España.

No lo digo en sentido peyorativo en absoluto, sino más bien al contrario: mi admiración por esa capacidad de manipulación –en sentido positivo, una vez más; es decir, gestión de la información- es inmensa en el caso de Rubalcaba, capaz de concentrar a miles de personas en una calle madrileña con un solo mensaje SMS.

Una vez aclarado esto, prosigo con lo que decía. Resumiendo: se nota que la derrota electoral del PSOE tiene más que cabreados a muchos de sus afiliados y simpatizantes. Si no tenemos en cuenta este piadoso atenuante, resultaría difícil de tragar algunos de los epítetos que se nos dedican a algún lector y a servidor de ustedes.

Insisto, no sólo la forma, sino el mismo fondo argumental resultan deplorables. Llamar jilipollas –mal escrito, además: se escribe "gilipollas", muchacho- a un lector por defender una opinión me parece un ejemplo práctico de la tolerancia y el talante del que presume la progresía.

Resulta asimismo curioso el mensaje que van dejando caer los comentarios de los detractores del artículo. En seguida deja de comentarse el asunto principal –una propuesta de acontecimientos futuros a raíz de la propuesta de Rubalcaba como candidato- para empezar con la retahíla de amenazas del tipo ¡que viene la derecha!.

Está claro que la consigna ahora es meter miedo: si llega el PP al Gobierno privatizará la educación, la sanidad y el sursum corda. Como si eso de privatizar fuera la panacea de los partidos liberales o de centro-derecha o de derecha –a propósito de esto, confundir (como pretenden hacer los representantes del PSOE e Izquierda Unida) al PP con la extrema derecha es una memez absoluta, del tamaño de la catedral de Burgos; es lo mismo que pretender que en el PSOE la corriente principal de pensamiento fuera el marxismo-leninismo-.

Otro día les hablaré de cuáles creo que son las soluciones a los sistemas públicos sanitario y educativo, y a algunos otros más; de momento me parece un atrevimiento malintencionado y marrullero esta campaña de invención de programas ocultos.

Por último, otro lector –ignoro si el mismo de antes, porque además no firma con nombre alguno, sintomático, ya ven- se permite el lujo de llamar "hijo de puta" a un conocido seguidor de este espacio y, por generalización, a todos los votantes del Partido Popular.

No haré demasiado comentario acerca de esto: este individuo se califica solo, sobre todo teniendo en cuenta los rasgos característicos del pensamiento progre: talante y tolerancia. Gracias, estimado Anónimo, por describir mejor que yo quiénes son y cómo piensan los animales como usted.
MARIO J. HURTADO
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