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Miguel Ángel Herencia | Voto de conciencia

La información que manejamos ciudadanos y ciudadanas es a veces tan limitada que omite aspectos básicos del mecanismo político y económico actual. Mientras que la globalización ha dado pasos de gigante en el terreno del comercio y las finanzas, la inmensa mayoría nos hemos mantenido al margen viviendo en una burbuja hasta que ha explotado la crisis. Podríamos haber tomado el mismo tren que los grandes mandatarios públicos y privados, y haber dado pasos de gigante en lo respectivo a la libre circulación de la cultura, la justicia, la paz y la solidaridad. Pero en su lugar, nos hemos refugiado en la ignorancia de confundir comodidad con felicidad.


Así es como hemos dejado importantes cuestiones de necesaria resolución colectiva en manos de individuos que, en demasiados casos, han decidido guiados por nuestro egoísmo y avaricia. Nuestro individualismo crece para mirar a otro lado cuando vemos sufrir a alguien, para pensar que trabajar por los demás nos perjudica, para creer que colaborar altruistamente en un colectivo no es rentable porque no genera beneficio económico.

Sin embargo, el hecho de votar en unas elecciones sí que se trata de un ejercicio colectivo, de hecho, un colectivo de los más numerosos de los que podemos formar parte en nuestra vida. Este domingo elegimos representantes políticos locales, algunos regionales y el año que viene elegiremos entre todos a nuestros representantes políticos a nivel nacional.

Lástima que más de uno haya hecho méritos para perder nuestra confianza en ellos para siempre, pues los flagrantes casos de corrupción y el descuido de los deseos y necesidades de la ciudadanía no merecen otra cosa que juicio y condena con todas las de la ley.

Por suerte, las elecciones locales hablan más de personas con nombres y apellidos que de partidos de un color u otro, y es más fácil saber cuáles son las virtudes y los defectos de cada cual. Tan solo sería de agradecer que los candidatos mantuvieran un contacto cercano con sus representados de manera más continuada también durante el mandato y no solo en el último mes antes de las elecciones. Las redes sociales de Internet facilitarán mucho este acercamiento.

Aun así, a pesar de haber escuchado con más o menos atención las propuestas de cada partido y de haber analizado parecidos y diferencias, muchas personas no se sienten identificadas con ninguno y deciden hacer cualquier cosa menos depositar su confianza en alguno de los candidatos que se presentan.

Bien, la información que sigue es para todas aquellas personas que hayan pensado no ir a votar, votar en blanco o votar nulo este domingo. En el caso de Montilla, las pasadas elecciones de mayo de 2007 sumaban 6.072 los ciudadanos y ciudadanas que escogieron alguna de estas tres opciones, más del 30 por ciento de los posibles votantes.

Se contarán como abstenciones los casos de votantes que no pasen por las urnas para ejercitar su derecho al voto, como votos nulos los que contengan alguna tachadura o comentario sobre el papel o papeleta que hayan usado para votar, y como votos en blanco los que no introduzcan ninguna papeleta en el sobre.

En los dos primeros casos, ninguno obtiene representación política, ni el que se abstiene ni el que tacha o escribe sobre la papeleta. Por muy elevada que sea la cifra de abstenciones, la Ley Electoral no fija un mínimo de votos para formar gobierno, así que siempre habrá un grupo político elegido por otros para gobernar a quienes se abstienen. Porque quien gobierna, gobierna para todos.

Y por muy ingeniosos que sean los comentarios vertidos en los votos nulos, jamás irán más allá de quienes abren cientos de sobres ese día. Yo recomiendo usar medios de comunicación más oportunos para hacer llegar a los políticos nuestras quejas y sugerencias, como el diálogo hablado o escrito, en persona o a través de Internet.

El voto en blanco se ha explicado a veces como el voto de quien cree en la democracia pero no se siente identificado con ningún candidato. Se ha llegado a pensar que quien vota en blanco apoya por igual a todos los candidatos, o que no beneficia a ninguno en particular. Pero no es así.

Este tipo de voto, a diferencia del nulo y la abstención, cuenta y se suma porcentualmente al recuento de todos los grupos políticos que obtienen representación. Así, al partido más votado se le suman más votos en blanco que al menos votado. Quien vota en blanco está reforzando la victoria del candidato más votado, está depositando su confianza en todos los que obtienen representación, pero no por igual. Está confiando más en quien ha obtenido más votos, sea quien sea. Por tanto, no sabrá a quien ha favorecido hasta finalizar el recuento.

Dicho esto, se entiende que ninguna de estas tres opciones sirve para tomar una decisión plenamente consciente en unas elecciones. Lo más recomendable para quien no se ha decidido todavía sería examinar punto por punto las propuestas de cada partido, escoger el que más se ajuste a sus intereses, y no perder el contacto con éste durante el mandato tanto para verificar, gracias a la transparencia, que cumple con lo que nos prometió, como para que se alimente constantemente, por cercanía con la ciudadanía, de nuestra participación.

Es necesario que el gobierno de nuestro pueblo, nuestra comunidad, nuestro país y el de la comunidad internacional nos interese tanto como el de nuestra propia casa. Porque en el mundo globalizado actual, lo queramos o no, convivimos tanto con el fabricante de electrodomésticos como con el consumidor de aceite que están a miles de kilómetros de nuestra ciudad, como con el pequeño comerciante de nuestro barrio y el profesor que educa a nuestros hijos.

MIGUEL ÁNGEL HERENCIA
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