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Charlas en un café de Montilla (y III)

Aunque aquella mañana lucía un sol espléndido, nubes densas y algodonosas se paseaban por el cielo, de manera que, de vez en cuando, el sol se ocultaba para volver a aparecer al rato. En un momento dado, empezó a caer una fina lluvia, por lo que tuvimos que protegernos del agua que empezaba a empaparnos.

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En medio de la charla miro a lo lejos y veo a Pepa Polonio, también colaboradora de Montilla Digital. Me levanto y me dirijo a ella para saludarla e invitarla a que se una a nosotros. Pepi, como así la llamo desde que fue alumna mía en la antigua Escuela de Magisterio de Córdoba, nos indica que solo puede quedarse un rato, ya que su padre se encuentra muy mal y tiene que ir a su casa a atenderle. Tristemente, la tuve que acompañar de nuevo a los pocos días por el fallecimiento de su padre.

De Pepi podría hablar largo y tendido, pues la amistad con ella se alarga nada más y nada menos que al primer año en que comencé a impartir docencia en la Universidad de Córdoba, a finales de la década de los setenta.

Con todo, y dado que el sentido del humor preside muchos de nuestros encuentros, ella en alguna ocasión me recuerda, no sin cierta dosis de ironía, que fui el primer profesor que la puso en un compromiso en la clase; aunque tengo que aclarar que fue a través de la enrevesada pregunta que le hice en medio de sus compañeros.

Me reitera que siempre se las había arreglado y había tenido recursos para responder a cualquier pregunta que se le había hecho desde la tarima, por lo que no “me perdona” aquella enrevesada pregunta.

Reconozco que cuando entré en la enseñanza lo hacía con el entusiasmo del profesor novel que busca motivar al alumnado a través de preguntas un tanto complicadas para intentar que pensaran por su cuenta. Con el paso de los años, me fui atemperando y ajustándome a la realidad, en el sentido de que comprendí que no hay que hacer preguntas inquietantes a los alumnos.

Lo que no sabe Pepi es que recuerdo exactamente la pregunta que lancé a los presentes, y que por cosas del azar fue a recalar hacia ella. La próxima vez que la vea, después de mas de treinta años, le volveré a hacer la misma pregunta a ver si ya ha resuelto el dilema que les planteé. Por lo pronto, me imagino la respuesta que me soltará y que nada tiene que ver con la lógica cartesiana que preside muchos de sus razonamientos.

Un rato después de estar los tres juntos, se despide de Juan Pablo y de mí, por lo que ambos volvimos a retomar el hilo de la charla que habíamos comenzado algunas horas antes...

Tercera y última parte

Juan Pablo, antes de pasar a debatir sobre la pequeña (o gran) historia de Montilla Digital, me gustaría que cerráramos la segunda parte de estas charlas de manera que nos expusieras las ventajas e inconvenientes que, a tu modo de ver, existen en las redes sociales. De esta forma, cerramos un tema que está a la orden del día.

Sinceramente, me confieso un usuario bastante activo de Facebook, Twitter y, en menor medida, de Tuenti. Por ello, encuentro muchísimas más ventajas que inconvenientes en el uso racional de estas herramientas. En mi opinión, propician la sociabilidad de las personas, fomentan la interacción y, sin duda, constituyen una fuente de información de primer orden.

En numerosas ocasiones, Montilla Digital ha informado a sus lectores de hechos que estaban ocurriendo en ese mismo momento, gracias a la participación de usuarios que, a través de Facebook o Tuenti, los daban a conocer, ofreciendo incluso fotografías o vídeos.

Desde un punto de vista periodístico, creo que se trata de una herramienta fundamental y, precisamente por eso, los grandes medios de comunicación se han esforzado en los dos últimos años por formar equipos de periodistas con habilidades de comunicación en redes sociales.

¿Inconvenientes? Salvando los casos de adicciones, que se vienen dando, la gran asignatura pendiente de las redes sociales es el de la privacidad. El fundador de Wikileaks, Julian Assange, aseguraba hace unos días que Facebook es la “máquina de espionaje más atroz jamás inventada” y sostenía que esta y otras redes sociales ofrecían datos al Gobierno de EEUU.

A muchas personas les puede resultar descabellado que un Gobierno como el que preside Barack Obama pueda estar interesado por sus gustos musicales, su novela preferida o su círculo de amigos. Pero si tenemos en cuenta que Facebook aglutina a más de 600 millones de usuarios que, en muchos casos, informan sobre sus creencias religiosas, sobre sus ideologías o sobre sus noviazgos más recientes, estaremos de acuerdo en que, como mínimo, la red ideada por Mark Zuckerberg es la base de datos más completa del mundo, dado que incorpora información sobre personas, sobre sus relaciones sentimentales o profesionales, sobre sus direcciones, sus localizaciones, sus números de teléfono o sus parientes.

¿Y qué valor tendrían esos datos? Bueno, cabría la posibilidad de que Facebook realizara estudios de mercado para empresas multinacionales, valiéndose de datos personales que nosotros, al añadirlos a nuestro perfil, pensamos que no pueden interesar a nadie. Es probable que esos datos carezcan de importancia si los consideramos individualmente, pero una información sobre gustos musicales, prendas de vestir, ideología política o creencias religiosas referida a millones de usuarios puede que tenga un valor que, desde luego, a mí se me escapa pero que Mark Zuckerberg sabrá rentabilizar con toda seguridad.


Pasemos al tercer tema de esta charla: la participación en la dirección de prensa o revistas. En mi caso, y a lo largo del tiempo, he participado en la creación de distintas revistas de carácter cultural, algunas de ellas ligadas al ámbito universitario. Ni que decir tiene que han sido todas impresas, aunque en la última aventura, la de Azagala, ya incorporamos un blog para recabar la opinión de sus lectores. Me gustaría que nos contaras cómo surge Montilla Digital, pues estoy seguro de que a muchos de sus seguidores les gustaría saber el proceso de gestación.

Montilla Digital representa, por decirlo de alguna forma, mi tercera incursión en el mundo de la Web 2.0. En enero de 2005 puse en marcha 'Montilla: Historia, Cultura y Vino', un blog personal en el que compartía con varios cientos de lectores mi opinión particular sobre determinadas cuestiones referidas a esta localidad cordobesa. Lo cierto es que, para tratarse de un blog personal, la página tuvo bastante aceptación y, de hecho, aspiré como finalista al VIII Premio Cibersur a la Mejor Web Andaluza.

Tres años más tarde, di un giro al blog con la intención de ofrecer contenidos eminentemente informativos. Y de ahí surgió 'Montilla, a debate', un espacio que tan solo se actualizaba una vez al día y de lunes a sábado. Por motivos profesionales, me desligué del mismo al poco tiempo, aunque puede decirse que fue el paso previo que me animó a lanzar, ya a finales de 2009, Montilla Digital, que, ahora sí, nacía con la intención de convertirse en el primer periódico dedicado a la localidad en Internet.

Empecé solo y sin demasiadas pretensiones aunque, en la actualidad, el equipo de redacción de Montilla Digital está formado por nueve personas, a los que hay que unir otros tantos columnistas de opinión. La web ofrece a diario noticias de actualidad sobre los más diversos temas, aunque todos ellos relacionados directamente con Montilla. Así, los seguidores de la página pueden encontrar crónicas de varios deportes, además de información cultural, económica o política.

En las últimas semanas hemos reforzado la sección de Opinión con la incorporación de nuevas firmas que, sin duda, contribuyen a enriquecer los debates que mantienen los lectores en cada uno de los temas propuestos. De igual forma, el periódico incorpora una agenda cultural que recoge los actos promovidos por las asociaciones de la localidad o por el propio Ayuntamiento, además de una amplia sección de enlaces e información de utilidad, entre la que destacan las farmacias de guardia o las predicciones meteorológicas.


¿Qué nivel de aceptación tiene?

La acogida ha sido muy buena -desde luego, mucho mejor de la que esperaba-. Hace unas semanas, Montilla Digital superó los dos millones de visitas antes de cumplir sus quince primeros meses de funcionamiento. Desde su puesta en marcha a finales del mes de diciembre de 2009, la página ha ido incrementando tanto su número de lectores como el de seguidores en Facebook, Twitter y Tuenti.

En este caso, he de reconocer que la incorporación del periódico a las tres redes sociales que cuentan con una mayor implantación en España ha resultado decisiva a la hora de incrementar el número de lectores y, lo más importante, a la hora de fidelizarlos.

De todas las visitas que recibimos -en torno a 7.900 de media cada día durante el pasado mes de abril-, un uno por ciento procede de países como Francia, Reino Unido, Estados Unidos o Italia, donde residen montillanos que, de esta forma, se mantienen informados acerca de lo que acontece en su ciudad. Ni que decir tiene que esta buena acogida supone una gran satisfacción para el equipo de personas que hacen posible este proyecto.


Como indiqué en la segunda parte, en el caso de la revista Azagala, y aunque parezca mentira, no podemos tener publicidad por la presión que se ejerce desde las instituciones al habernos posicionado en contra de un proyecto que como arquitecto lo considero aberrante.

Nos autofinanciamos con el alto número de suscriptores y lectores de la revista, y sin que ninguno de los que participamos cobremos por el trabajo que realizamos. Como en ocasiones digo, es casi un milagro que una revista así siga viva tras cuatro años de existencia.

Entiendo que nuestro caso en bastante singular, puesto que sin la publicidad es casi imposible que una publicación pueda mantenerse. Por tu parte, ¿qué importancia le concedes a la publicidad en la edición de prensa impresa o digital?

La publicidad es, para cualquier medio de comunicación, la principal fuente de financiación. Por eso, es de alabar el esfuerzo que realiza mensualmente Azagala por poner en la calle, sin el respaldo económico de patrocinadores públicos o privados, una revista de calidad, con contenidos diversos, bien estructurados y bien presentados.

En el caso de la prensa gratuita, como Montilla Digital, la publicidad representa el único modo de obtener ingresos. Lamentablemente, los soportes publicitarios en Internet no están aun lo suficientemente valorados como para hacer rentable un periódico digital, de ahí que los medios no hayan terminado de consolidarse en la Red, salvo honrosas excepciones.

Pienso que habrá que esperar todavía algún tiempo para que las empresas consideren atractivo publicitarse en Internet y para que cualquier cabecera pueda sobrevivir por medio de patrocinios, sin tener que recurrir a las suscripciones de pago.


Contamos en ambas revistas con un amplio número de colaboradores. En el caso de Azagala no podríamos salir a la calle sin ese grupo estable que generosamente nos envía sus trabajos mensualmente. Para el caso de Montilla Digital, ¿qué importancia les concedéis a los colaboradores que participan en la sección de Opinión?

En nuestro caso, les concedo toda la importancia porque Montilla Digital es lo que es gracias a sus colaboradores y, cómo no, gracias a sus lectores. Y créeme que no lo digo por decir: en la Web 2.0, la interactividad entre los lectores y los colaboradores es un valor al alza y supone una ventaja indudable con respecto a los soportes tradicionales.

Desde un primer momento quisimos ofrecer un nuevo concepto de periodismo basado en la libertad, en la participación, en la pluralidad y en la creatividad y, para ello, nos hemos ido rodeando de un extraordinario grupo de colaboradores que ofrecen su particular punto de vista sobre las más diversas cuestiones.

Por si fuera poco, nuestros colaboradores comparten su opinión con los lectores de Montilla Digital de forma absolutamente desinteresada. De hecho, no habría dinero para pagar una nómina de columnistas formada por especialistas en Economía, Pedagogía, Filosofía, Historia, Periodismo, Política... Sin duda, la de Opinión es la "sección estrella" de Montilla Digital.


Vamos a cerrar esta serie de charlas que hemos mantenido con un tema que en Montilla Digital, en cierta forma, fue tratado por Pepe Cantillo como es el de los comentarios anónimos que pueden darse en los foros, la prensa y las redes sociales digitales. Desde tu punto de vista como director, ¿qué ventajas e inconvenientes presentan estos comentarios anónimos que llenan las páginas digitales?

Como te he dicho anteriormente, una de las ventajas que ofrecen los medios digitales es la interactividad con los lectores. Pienso que la participación de los destinatarios finales es el gran avance del periodismo actual y, por ende, creo que debemos poner todos los medios a nuestro alcance para que esa participación pueda producirse de manera efectiva.

Desgraciadamente, y no sé si como reflejo de épocas pasadas, en España todavía existe cierto temor a expresar la opinión en público y, por eso, se recurre al anónimo con excesiva frecuencia. Montilla Digital admite los comentarios anónimos porque pensamos que, de esta forma, las personas pueden sentirse "más libres" a la hora de emitir un juicio de valor, sobre todo en una ciudad como Montilla que, pese a contar con casi 25.000 habitantes, se conoce más o menos todo el mundo.

No obstante, el inconveniente fundamental de la admisión de anónimos es que algunos lectores creen disfrutar de una especie de patente de corso para decir lo primero que se les pasa por la cabeza, sin reparar a lo mejor en el daño que causan a terceras personas -o reparando en ello, lo que me parece incluso más grave-.

Curiosamente, los medios de comunicación que implantaron en España un sistema de registro para comentar sus contenidos terminaron suprimiéndolo, ya que la participación se reducía de forma considerable.

Nuestra experiencia también nos ha demostrado que los usuarios son reacios a registrarse para emitir su opinión, de ahí que Montilla Digital permita los comentarios anónimos aunque, eso sí, sujetos a moderación. De esta forma, en nuestra página no admitimos opiniones contrarias a las leyes o que puedan considerarse injuriosas, calumniosas, homófobas o xenófobas. Es el "filtro" del que nos valemos para propiciar un clima más amable en nuestra comunidad, algo que no siempre se consigue.


Posdata: Con esta tercera entrega, cierro (cerramos) la charla que mantuve con Juan Pablo Bellido. Solo queda me dar las gracias por su cordialidad y a los lectores de Montilla Digital su paciencia por seguirnos.
AURELIANO SÁINZ
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