Tras unos días lluviosos, el domingo que cerraba la Semana Santa se presentó muy luminoso. Lucía un sol espléndido que, de vez en cuando, se ocultaba tras las nubes, para de nuevo volver a aparecer cargado de una luz cegadora, por lo que el camino desde Córdoba a Montilla, aunque breve, fue muy grato. Antes de verme con Juan Pablo, había quedado con Manolo Bellido, viejo amigo, cuya amistad se alarga hasta aquellos lejanos años en los que me instalé en Montilla.
Manolo reside en Torremolinos, que está a un “tiro de piedra” de Montilla, ya que creo que para él vivir lejos de su pueblo sería una condena que no está dispuesto sufrir. No es, pues, de extrañar que cuando le llamé para quedar de nuevo en un sábado y recorrer juntos los puestos de discos del rastrillo de Fuengirola me indicara que se encontraba en Montilla pasando la Semana Santa.
La verdad que es un verdadero placer iniciar juntos el recorrido sabatino por los puestos que tienen los viejos discos de vinilo, especialmente los elepés. He de apuntar que la salida a Fuengirola tiene que ser muy temprana, casi de noche, pues los “rastreadores”, una especie de secta formada por un reducido grupo de “fanáticos” que mantienen el culto por el antiguo soporte musical y que van a la caza y captura de rarezas, compiten entre ellos para después mostrar orgullosos esas piezas que han localizado en cualquiera de las cajas de los múltiples vendedores del rastro.
Por mi parte, hace años que me pasé al cedé, aunque soy consciente de que los viejos elepés de vinilo los guardábamos como piezas singulares, ya que tenían la ventaja de que las fundas o carátulas eran, en ocasiones, auténticas pequeñas joyas del diseño gráfico, cosa que se perdió cuando se pasa al soporte digital: se mejoró considerablemente el sonido, a costa de perder la componente visual.
Y no digamos ya con las “descargas” que los más jóvenes practican con la misma sencillez como el tomarse una cerveza con los amigos. Quizá éste puede ser un tema de debate en otra ocasión y que el mismo Manolo pudiera abordar.
Tras unos minutos de espera, se nos une Juan Pablo e iniciamos una charla a trío. Manolo nos indica que no puede estar mucho tiempo con nosotros, dado que tiene unos asuntos familiares pendientes que resolver.
Una vez que nos quedamos solos, nos centramos en el tema que iba a ser el motivo del encuentro. De todos modos, la charla sobre los medios de comunicación se entrecruza con los recuerdos que tengo de Montilla y de los años que viví aquí.
Juan Pablo, no sé si como buen periodista o porque forma parte de su carácter, escucha atentamente todo lo que le comento. Quizá, en parte, también se deba al encuentro entre dos generaciones que comparten el entusiasmo por las publicaciones: en su caso enfocado hacia su faceta periodística y en el mío, como docente.
Segunda parte
Juan Pablo, sería bueno retomar el hilo de la charla que iniciamos en la semana anterior y pasar a una de las temáticas más apasionantes que se están dando en los medios de comunicación en los últimos años.
Relacionado con este tema, a principios de mayo estaré en la Universidad Autónoma de Barcelona en un congreso internacional de Comunicación y Educación. Se llevará a cabo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, es decir, en el lugar donde estudian cientos de jóvenes con la intención de ser periodistas, en sus distintas modalidades. Por mi parte, participo como docente que trabaja con las distintas formas de la imagen en la Universidad de Córdoba.
Cuando he leído los títulos de las ponencias y las comunicaciones de los participantes de los muchos países de los que proceden, he comprobado que la cultura digital, sea a través de Internet o con las redes sociales, es un fenómeno que se ha extendido a nivel planetario y con carácter irreversible.
Es más, se diferencia a los actuales jóvenes, a los que se llaman “nativos digitales”, de las generaciones que hemos entrado tardíamente, y con mayores dificultades, en este agitado mundo. En esta segunda entrega, me gustaría que comenzáramos de manera que me dieras tu visión personal acerca del boom de Internet y de las redes sociales.
En mi caso, alguna vez he comentado que, tras Internet, las redes sociales constituyen el mayor invento de los últimos cincuenta años. Y defiendo esta idea porque frente a esta sociedad en exceso individualista que nos estábamos construyendo entre todos, las redes sociales han supuesto un soplo de aire fresco que propicia la interacción social y que fomenta las relaciones interpersonales.
En ese sentido, si consideramos que la soledad es uno de los grandes males de este siglo XXI, puede comprenderse la extraordinaria acogida de una herramienta que nos permite integrarnos en una comunidad global en la que hay cientos o miles de personas muy similares a nosotros.
Yo creo que las redes sociales no son más que comunidades de vecinos -virtuales, eso sí- que nos permiten interactuar con nuestros familiares, con nuestros amigos e, incluso, con personas que no conocemos.
Con sus virtudes y con sus defectos, pienso que las redes sociales son un aporte positivo para la humanidad pues han logrado unir a personas de todo el mundo, más allá de las distancias geográficas, demostrando ser uno de los medios más adecuados para establecer afinidad con quienes comparten nuestros gustos, nuestras creencias o nuestra forma de ver la vida.
Sinceramente, yo no lo tengo tan claro como tú. Creo que aportan grandes ventajas, pero también algunos problemas, que quizás los más jóvenes no los percibáis. Como he indicado en alguna otra ocasión, uno de los valores humanos que defiendo es el de la amistad, pues creo que ella nos ayuda a caminar por este laberinto tan intrincado como es la vida. Y la sincera amistad es el resultado de un contacto directo practicado a lo largo del tiempo, pues conocer de verdad a una persona es una labor bastante complicada.
En fin, creo que ésta es una de las diferencias generacionales que tenemos. Veo que los jóvenes tenéis una gran confianza en las nuevas tecnologías de la comunicación; mientras que los que pertenecemos a generaciones anteriores somos más cautos y más proclives a defender la privacidad. De todos modos, el debate está abierto.
Por mi parte, y de manera regular, utilizo el correo electrónico y tengo blogs creados para las distintas asignaturas que imparto, al igual que el creado para la revista Azagala. Sin embargo, y en consonancia con lo que te he indicado, no soy asiduo de las tres redes sociales que en la actualidad dominan en panorama digital. Me mantengo, más bien, como espectador de este nuevo fenómeno.
De todos modos, y como bien recordarás, traté el tema de las redes sociales en dos artículos en Montilla Digital, claro, desde el punto de vista de los jóvenes. Para los que no somos “nativos digitales”, me gustaría que te extendieras un poco y nos comentaras las características de Facebook, Tuenti y Twitter, a ver si nos animamos y perdemos un poco el temor a estos tres “bichos”.
Empezando por la más veterana de las tres, indicaría que Facebook es una comunidad virtual ideada en 2004 por Mark Zuckerberg. Originalmente era un sitio para estudiantes de la Universidad de Harvard, pero, actualmente, cuenta con 600 millones de usuarios, lo que la convierte, salvando las distancias, en uno de los "Estados más poblados de la Tierra".
Su éxito radica en su sencillez y en su gratuidad: cualquier persona con conocimientos informáticos básicos puede tener acceso a todo un mundo de comunidades virtuales en el que confluyen personas de diferentes razas, religiones e ideologías. Y es precisamente su naturaleza intuitiva la que, en mi opinión, la ha convertido en la red social preferida por los usuarios mayores de 25 años -frente a otras alternativas como Tuenti, copada principalmente por adolescentes-.
La segunda en edad es Tuenti, una red social creada en España y a la que se accede por invitación. Es el lugar preferido por los jóvenes españoles de 14 a 25 años y, por ello, Tuenti es uno de los sitios web más visitados en nuestro país. Esta red social ofrece, básicamente, las mismas prestaciones que Facebook, de manera que se pueden subir fotos y vídeos, contactar con amigos, crear eventos, etiquetar a amigos en fotos, comentar sus estados, chatear a través de su propio chat y participar en juegos dentro de la red social.
Esto que nos puede parecer de lo más trivial esconde, sin embargo, una expectativa de negocio inmensa, de ahí que el pasado mes de agosto Telefónica desembolsara algo más de 70 millones de euros para hacerse con la mayoría de las acciones de Tuenti. Ahí es nada.
Por último, encontramos Twitter, una red social basada en el 'microblogging', es decir, en el envío de mensajes de texto con un máximo de 140 caracteres. Pese a que cuenta con más de 200 millones de usuarios, su implantación en España no está siendo tan rápida como cabría esperar y, en mi opinión, a menos que emprenda actualizaciones e implemente nuevos servicios -como viene haciendo Tuenti, que intenta seguir la estela de Facebook-, su uso podría decaer en los próximos años.
Y es que el uso de Twitter no es tan intuitivo como en otras redes sociales, lo que hace que solo el 25 por ciento de sus usuarios sean particulares, frente a una mayoría aplastante de empresas y organismos oficiales que, de alguna forma, impregnan a esta red social con una pátina en exceso institucional o comercial.
Veo, como no podría ser de otro modo, que te conoces las redes sociales como la palma de la mano, lo que implica que eres un gran defensor de ellas. Pareciera que solo ves la parte positiva de ellas, ¿no es así?
Por mi parte, no quiero ser alarmista y apuntarme a los casos que han aparecido en las crónicas negras de la prensa en la que nos cuentan los casos de chicas adolescentes que, tras meses de contacto con “ese amigo” que han conocido a través de la red, se han encontrado con verdaderos psicópatas.
No entraremos en estos casos, a los que los padres deberían prestar una cierta atención, puesto que, ciertamente, Internet ha abierto un nuevo mundo que muchas veces escapan al conocimiento de los que tienen las responsabilidades de educación.
Sin embargo, hay un fenómeno que yo si he notado con mis alumnos y alumnas que han superado la adolescencia, y es que en algunos casos veo que están enganchados a las redes sociales. Por tu parte, ¿qué opinas de ello?
Leía hace unos días que el 60 por ciento de los jóvenes de entre 16 y 34 años no se imagina la vida sin Internet. Es lo que se ha dado en llamar "Generación-i". No obstante, pienso que esta actitud no es nueva: así, podría decirse que los jóvenes de la Ilustración estaban "enganchados" a los libros o que nuestros padres lo estaban a la radio o a las novelas de 'El Coyote', por poner un ejemplo.
Exceptuando los casos de adicciones a Internet -que los hay- o los casos a los que aludes -y que, aunque son numerosos y detestables, no representan por fortuna un porcentaje significativo-, pienso que las redes sociales juegan hoy el papel que antes desempeñaban los parques, el patio del colegio o la sala de recreativos, solo que con muchísimas más posibilidades.
Hace años nos reuníamos para escuchar música en el tocadiscos del padre de algún amigo y ahora compartimos nuestras canciones favoritas por Internet; antes quedábamos para jugar al fútbol en el parque y podíamos estar tres horas seguidas dándole patadas a la pelota sin temor a que nadie pensara que estábamos enganchados al "deporte rey".
Hoy en día, los adolescentes han cambiado el balón por los juegos en red. Y no pasa nada: simplemente, se trata de un cambio de hábitos en el disfrute del ocio y del tiempo libre. Ojo, no digo que haya que sustituir el contacto físico o real por el virtual, pero sí estoy convencido de que, bien usadas, las redes sociales son tan positivas como un buen libro o una tarde de campo.
Posdata: Al transcribir la charla, en esta segunda entrega nos hemos alargado un poco más que la anterior. Con todo, veo que Juan Pablo es tan optimista que me deja un tanto sorprendido y desarmado. Y me pregunto: ¿Son los jóvenes tan entusiastas como él? ¿El futuro camina inevitablemente por las formas digitales? ¿Y si estas algún día desaparecieran?
Manolo reside en Torremolinos, que está a un “tiro de piedra” de Montilla, ya que creo que para él vivir lejos de su pueblo sería una condena que no está dispuesto sufrir. No es, pues, de extrañar que cuando le llamé para quedar de nuevo en un sábado y recorrer juntos los puestos de discos del rastrillo de Fuengirola me indicara que se encontraba en Montilla pasando la Semana Santa.
La verdad que es un verdadero placer iniciar juntos el recorrido sabatino por los puestos que tienen los viejos discos de vinilo, especialmente los elepés. He de apuntar que la salida a Fuengirola tiene que ser muy temprana, casi de noche, pues los “rastreadores”, una especie de secta formada por un reducido grupo de “fanáticos” que mantienen el culto por el antiguo soporte musical y que van a la caza y captura de rarezas, compiten entre ellos para después mostrar orgullosos esas piezas que han localizado en cualquiera de las cajas de los múltiples vendedores del rastro.
Por mi parte, hace años que me pasé al cedé, aunque soy consciente de que los viejos elepés de vinilo los guardábamos como piezas singulares, ya que tenían la ventaja de que las fundas o carátulas eran, en ocasiones, auténticas pequeñas joyas del diseño gráfico, cosa que se perdió cuando se pasa al soporte digital: se mejoró considerablemente el sonido, a costa de perder la componente visual.
Y no digamos ya con las “descargas” que los más jóvenes practican con la misma sencillez como el tomarse una cerveza con los amigos. Quizá éste puede ser un tema de debate en otra ocasión y que el mismo Manolo pudiera abordar.
Tras unos minutos de espera, se nos une Juan Pablo e iniciamos una charla a trío. Manolo nos indica que no puede estar mucho tiempo con nosotros, dado que tiene unos asuntos familiares pendientes que resolver.
Una vez que nos quedamos solos, nos centramos en el tema que iba a ser el motivo del encuentro. De todos modos, la charla sobre los medios de comunicación se entrecruza con los recuerdos que tengo de Montilla y de los años que viví aquí.
Juan Pablo, no sé si como buen periodista o porque forma parte de su carácter, escucha atentamente todo lo que le comento. Quizá, en parte, también se deba al encuentro entre dos generaciones que comparten el entusiasmo por las publicaciones: en su caso enfocado hacia su faceta periodística y en el mío, como docente.
Segunda parte
Juan Pablo, sería bueno retomar el hilo de la charla que iniciamos en la semana anterior y pasar a una de las temáticas más apasionantes que se están dando en los medios de comunicación en los últimos años.
Relacionado con este tema, a principios de mayo estaré en la Universidad Autónoma de Barcelona en un congreso internacional de Comunicación y Educación. Se llevará a cabo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, es decir, en el lugar donde estudian cientos de jóvenes con la intención de ser periodistas, en sus distintas modalidades. Por mi parte, participo como docente que trabaja con las distintas formas de la imagen en la Universidad de Córdoba.
Cuando he leído los títulos de las ponencias y las comunicaciones de los participantes de los muchos países de los que proceden, he comprobado que la cultura digital, sea a través de Internet o con las redes sociales, es un fenómeno que se ha extendido a nivel planetario y con carácter irreversible.
Es más, se diferencia a los actuales jóvenes, a los que se llaman “nativos digitales”, de las generaciones que hemos entrado tardíamente, y con mayores dificultades, en este agitado mundo. En esta segunda entrega, me gustaría que comenzáramos de manera que me dieras tu visión personal acerca del boom de Internet y de las redes sociales.
En mi caso, alguna vez he comentado que, tras Internet, las redes sociales constituyen el mayor invento de los últimos cincuenta años. Y defiendo esta idea porque frente a esta sociedad en exceso individualista que nos estábamos construyendo entre todos, las redes sociales han supuesto un soplo de aire fresco que propicia la interacción social y que fomenta las relaciones interpersonales.
En ese sentido, si consideramos que la soledad es uno de los grandes males de este siglo XXI, puede comprenderse la extraordinaria acogida de una herramienta que nos permite integrarnos en una comunidad global en la que hay cientos o miles de personas muy similares a nosotros.
Yo creo que las redes sociales no son más que comunidades de vecinos -virtuales, eso sí- que nos permiten interactuar con nuestros familiares, con nuestros amigos e, incluso, con personas que no conocemos.
Con sus virtudes y con sus defectos, pienso que las redes sociales son un aporte positivo para la humanidad pues han logrado unir a personas de todo el mundo, más allá de las distancias geográficas, demostrando ser uno de los medios más adecuados para establecer afinidad con quienes comparten nuestros gustos, nuestras creencias o nuestra forma de ver la vida.
Sinceramente, yo no lo tengo tan claro como tú. Creo que aportan grandes ventajas, pero también algunos problemas, que quizás los más jóvenes no los percibáis. Como he indicado en alguna otra ocasión, uno de los valores humanos que defiendo es el de la amistad, pues creo que ella nos ayuda a caminar por este laberinto tan intrincado como es la vida. Y la sincera amistad es el resultado de un contacto directo practicado a lo largo del tiempo, pues conocer de verdad a una persona es una labor bastante complicada.
En fin, creo que ésta es una de las diferencias generacionales que tenemos. Veo que los jóvenes tenéis una gran confianza en las nuevas tecnologías de la comunicación; mientras que los que pertenecemos a generaciones anteriores somos más cautos y más proclives a defender la privacidad. De todos modos, el debate está abierto.
Por mi parte, y de manera regular, utilizo el correo electrónico y tengo blogs creados para las distintas asignaturas que imparto, al igual que el creado para la revista Azagala. Sin embargo, y en consonancia con lo que te he indicado, no soy asiduo de las tres redes sociales que en la actualidad dominan en panorama digital. Me mantengo, más bien, como espectador de este nuevo fenómeno.
De todos modos, y como bien recordarás, traté el tema de las redes sociales en dos artículos en Montilla Digital, claro, desde el punto de vista de los jóvenes. Para los que no somos “nativos digitales”, me gustaría que te extendieras un poco y nos comentaras las características de Facebook, Tuenti y Twitter, a ver si nos animamos y perdemos un poco el temor a estos tres “bichos”.
Empezando por la más veterana de las tres, indicaría que Facebook es una comunidad virtual ideada en 2004 por Mark Zuckerberg. Originalmente era un sitio para estudiantes de la Universidad de Harvard, pero, actualmente, cuenta con 600 millones de usuarios, lo que la convierte, salvando las distancias, en uno de los "Estados más poblados de la Tierra".
Su éxito radica en su sencillez y en su gratuidad: cualquier persona con conocimientos informáticos básicos puede tener acceso a todo un mundo de comunidades virtuales en el que confluyen personas de diferentes razas, religiones e ideologías. Y es precisamente su naturaleza intuitiva la que, en mi opinión, la ha convertido en la red social preferida por los usuarios mayores de 25 años -frente a otras alternativas como Tuenti, copada principalmente por adolescentes-.
La segunda en edad es Tuenti, una red social creada en España y a la que se accede por invitación. Es el lugar preferido por los jóvenes españoles de 14 a 25 años y, por ello, Tuenti es uno de los sitios web más visitados en nuestro país. Esta red social ofrece, básicamente, las mismas prestaciones que Facebook, de manera que se pueden subir fotos y vídeos, contactar con amigos, crear eventos, etiquetar a amigos en fotos, comentar sus estados, chatear a través de su propio chat y participar en juegos dentro de la red social.
Esto que nos puede parecer de lo más trivial esconde, sin embargo, una expectativa de negocio inmensa, de ahí que el pasado mes de agosto Telefónica desembolsara algo más de 70 millones de euros para hacerse con la mayoría de las acciones de Tuenti. Ahí es nada.
Por último, encontramos Twitter, una red social basada en el 'microblogging', es decir, en el envío de mensajes de texto con un máximo de 140 caracteres. Pese a que cuenta con más de 200 millones de usuarios, su implantación en España no está siendo tan rápida como cabría esperar y, en mi opinión, a menos que emprenda actualizaciones e implemente nuevos servicios -como viene haciendo Tuenti, que intenta seguir la estela de Facebook-, su uso podría decaer en los próximos años.
Y es que el uso de Twitter no es tan intuitivo como en otras redes sociales, lo que hace que solo el 25 por ciento de sus usuarios sean particulares, frente a una mayoría aplastante de empresas y organismos oficiales que, de alguna forma, impregnan a esta red social con una pátina en exceso institucional o comercial.
Veo, como no podría ser de otro modo, que te conoces las redes sociales como la palma de la mano, lo que implica que eres un gran defensor de ellas. Pareciera que solo ves la parte positiva de ellas, ¿no es así?
Por mi parte, no quiero ser alarmista y apuntarme a los casos que han aparecido en las crónicas negras de la prensa en la que nos cuentan los casos de chicas adolescentes que, tras meses de contacto con “ese amigo” que han conocido a través de la red, se han encontrado con verdaderos psicópatas.
No entraremos en estos casos, a los que los padres deberían prestar una cierta atención, puesto que, ciertamente, Internet ha abierto un nuevo mundo que muchas veces escapan al conocimiento de los que tienen las responsabilidades de educación.
Sin embargo, hay un fenómeno que yo si he notado con mis alumnos y alumnas que han superado la adolescencia, y es que en algunos casos veo que están enganchados a las redes sociales. Por tu parte, ¿qué opinas de ello?
Leía hace unos días que el 60 por ciento de los jóvenes de entre 16 y 34 años no se imagina la vida sin Internet. Es lo que se ha dado en llamar "Generación-i". No obstante, pienso que esta actitud no es nueva: así, podría decirse que los jóvenes de la Ilustración estaban "enganchados" a los libros o que nuestros padres lo estaban a la radio o a las novelas de 'El Coyote', por poner un ejemplo.
Exceptuando los casos de adicciones a Internet -que los hay- o los casos a los que aludes -y que, aunque son numerosos y detestables, no representan por fortuna un porcentaje significativo-, pienso que las redes sociales juegan hoy el papel que antes desempeñaban los parques, el patio del colegio o la sala de recreativos, solo que con muchísimas más posibilidades.
Hace años nos reuníamos para escuchar música en el tocadiscos del padre de algún amigo y ahora compartimos nuestras canciones favoritas por Internet; antes quedábamos para jugar al fútbol en el parque y podíamos estar tres horas seguidas dándole patadas a la pelota sin temor a que nadie pensara que estábamos enganchados al "deporte rey".
Hoy en día, los adolescentes han cambiado el balón por los juegos en red. Y no pasa nada: simplemente, se trata de un cambio de hábitos en el disfrute del ocio y del tiempo libre. Ojo, no digo que haya que sustituir el contacto físico o real por el virtual, pero sí estoy convencido de que, bien usadas, las redes sociales son tan positivas como un buen libro o una tarde de campo.
Posdata: Al transcribir la charla, en esta segunda entrega nos hemos alargado un poco más que la anterior. Con todo, veo que Juan Pablo es tan optimista que me deja un tanto sorprendido y desarmado. Y me pregunto: ¿Son los jóvenes tan entusiastas como él? ¿El futuro camina inevitablemente por las formas digitales? ¿Y si estas algún día desaparecieran?
AURELIANO SÁINZ