En el domingo que cerraba la Semana Santa, me encontré con el director de Montilla Digital, Juan Pablo Bellido, con el fin de hacerle una entrevista para Azagala, revista mensual que codirijo y editamos en Alburquerque, pueblo de Extremadura del que yo provengo.
Esta revista, con cuatro años de publicación, tiene una gran acogida, puesto que sacamos unos 700 ejemplares, cifra nada desdeñable, teniendo en cuenta que no recibimos ninguna subvención, ni tampoco tenemos publicidad, puesto que desde que nos posicionamos en contra del proyecto que se iba a realizar en el Castillo de Luna de Alburquerque, una bella fortaleza con la declaración de Monumento Nacional, para transformarlo en una horrenda hospedería, nos hemos convertido en “enemigos” del Ayuntamiento y de la Junta de Extremadura.
Pues bien, dado que llevo una sección de entrevistas en Azagala con personas expertas o conocedoras de determinados temas, me pareció que Juan Pablo podía ser la persona idónea con la que tratar los nuevos medios de comunicación.
Lo cierto es que aquello que iba a ser una entrevista se convirtió en una amena y larga charla entre dos personas que están inmersas en publicaciones de distinta índole: una impresa y la otra digital.
Una vez que volví a Córdoba, en los días posteriores, realicé una síntesis de lo que habíamos tratado, pero me di cuenta de que había tenido que dejar mucho fuera para poder ajustarme a las dos páginas que cubre la entrevista en Azagala.
Pensé que sería una buena idea trasladar gran parte de lo que habíamos tratado aquella mañana en un café montillano a las páginas virtuales de Montilla Digital. Se lo comenté a Juan Pablo, y, aunque es una persona de gran cordialidad, me indicó que se sentía un tanto incómodo con esa especie de protagonismo que iba a tener.
Acabé convenciéndole, en el sentido de que, ciertamente, la charla que mantuvimos tenía como finalidad ser publicada en una revista extremeña, pero personalmente veía que tendría mucho interés para los lectores de este diario lo que habíamos tratado. Y no solo porque éramos dos personas que estamos inmersas en publicaciones de carácter distinto, sino porque también pertenecemos a dos generaciones diferentes con posibles enfoques diferenciados de los temas que trataríamos.
Una vez que hemos llegado al acuerdo, y para reflejar lo mejor posible los temas abordados, he dividido la entrevista en tres partes, de modo que con el título de Charlas en un café de Montilla comenzamos con la de hoy.
Primera parte
Juan Pablo, en esta serie de entrevistas que realizo suelo comenzar con una pregunta de tipo personal, para que los lectores sepan cómo se inició el interés por el tema que abordamos. En tu caso, ¿cómo surge tu interés por los medios de comunicación y qué recuerdas de pequeño que te impulsara llegar al lugar en el que ahora te encuentras?
En mi caso, y a diferencia de otros niños que deseaban ser futbolistas, bomberos o médicos, siempre tuve claro que quería ser periodista. Desde muy pequeño, con cuatro o cinco años, solía escuchar la radio animado por mi madre, que es una fiel seguidora de este medio. Recuerdo que jugaba con mis amigos a ser Luis del Olmo, Juan Manuel Gozalo, José María García o, incluso, Carlos Pumares, que presentaba un magnífico programa de cine llamado 'Polvo de Estrellas'.
Ya algo más mayor, con ocho o nueve años, colaboraba habitualmente en la revista que editaba el colegio y, tiempo después, con la que se hacía en el instituto. No obstante, mi primera experiencia más directa con el mundo del periodismo fue con 'Aventura Joven', un boletín informativo de pequeño formato editado por la Asociación Jóvenes Aventureros que, con el paso de los años, pasaría a convertirse en 'La Expedición', una revista que contó con el aval cultural y científico de la Universidad de Córdoba y que consiguió reunir a prestigiosos colaboradores.
A mí me sucedió algo parecido, ya que de manera muy temprana se despertó en mí el deseo de ser profesor de Matemáticas, motivado por el hecho de que los amigos acudían a verme para que les resolviera los problemas que no lograban descifrar. Lo de arquitecto es posterior, cuando me traslado a Sevilla y compruebo que allí todavía no existía la Facultad adecuada, y me inclino por hacer Arquitectura.
Bueno, recuperemos el tema y demos un salto hacia adelante. Ahora estás dentro de ese ámbito con el que soñabas desde pequeño, y, además, se nota tu entusiasmo por los medios de comunicación.
Ambos somos conscientes de que en estos medios se están produciendo grandes cambios en los últimos años, lo que yo en un artículo en la sección de Negro sobre blanco llamaba la segunda revolución de la comunicación (la primera la situaba en la invención de la imprenta por Gutenberg).
Me gustaría que me dieras tu propia interpretación, es decir, la visión que tiene un hombre joven acerca de los medios de comunicación digitales y todo lo que ha supuesto Internet dentro de estos cambios.
Por mi parte, discrepo de quienes afirman que "Internet es el futuro de la prensa". En absoluto. Internet es el presente. Por tanto, le concedo toda la importancia del mundo. Las noticias más relevantes del último lustro -las revueltas en el mundo árabe, la muerte de Michael Jackson o la reciente operación que terminó con la vida de Osama Bin Laden, por citar tres informaciones de alcance internacional- se ofrecieron en primicia a través de la Red.
En los últimos años estamos asistiendo a un proceso de transformación continua en los medios de comunicación que no solo obedece a innovaciones tecnológicas, sino también a cambios culturales y sociales. Para muchos consumidores, la prensa tradicional -la impresa-, resulta cara -frente a la prensa digital, que es gratuita-, además de aburrida y poco concisa. Ello está provocando una desconexión del gran público que ha obligado a las grandes cabeceras a replantear su política editorial, apostando por nuevos formatos y por nuevos contenidos.
Por si fuera poco, las ediciones digitales permiten acceder gratuitamente a gran cantidad de información y, sobre todo, en primicia, pues los periódicos impresos se hacen eco de noticias que han sido adelantadas con bastantes horas de antelación en Internet.
Aparte de esta instantaneidad que juega a favor de los medios digitales, la prensa en la Red es eminentemente interactiva, de manera que los lectores cobran protagonismo y dejan de ser meros espectadores o consumidores de contenidos para pasar a interactuar con el propio medio, ofreciendo su punto de vista, matizando interpretaciones o ampliando informaciones.
Yo soy un lector apasionado, especialmente de los libros, y veo con gran preocupación el descenso que se produce y la poca conexión entre el libro y las nuevas generaciones. Lamentaría profundamente que el libro impreso quedara como una reliquia del pasado, puesto que su lectura es sosegada y reflexiva, dos aspectos muy necesarios en la sociedad agitada en la que nos movemos.
Un nivel distinto es el que ofrecen la prensa diaria y las revistas. Creo que también las revistas deberían permanecer, y espero que las mejores resistan el embate a las que están sometidas.
Sin embargo, y aunque soy lector de la prensa impresa, no siento tanto que los periódicos redujeran el número, sean de títulos como de número de ejemplares -otra cosa sería el problema laboral que se les puede presentar a los profesionales del gremio-. ¿Cómo enfocas, desde tu óptica, estos cambios?.
Hay una frase un tanto tétrica de un reconocido periodista, Julio Alonso, que decía que "los periódicos están muertos, pero todavía llevará un rato que se enfríe el cuerpo". Pues eso. El papel es el talón de Aquiles de los medios de comunicación tradicionales. Hay que tener en cuenta que la prensa consume al año algo más de 100 millones de toneladas de papel en todo el mundo. Por eso, cuando tiene lugar alguna crisis económica, los periódicos son más proclives a reducir el gramaje del papel que a incrementar el precio de cada ejemplar, pues son conscientes de que, de esta forma, terminarían perdiendo más lectores.
La evolución que se está registrando en los últimos años desembocará necesariamente en la eliminación del papel en los medios de comunicación. De esta forma, no es descabellado pensar que en ocho o diez años, las principales cabeceras del mundo se ofrezcan casi exclusivamente en formato digital, imprimiéndose a lo mejor algunos ejemplares de forma más o menos testimonial.
Al contrario de lo que opinan muchos, pienso que esta evolución no es necesariamente perjudicial, sobre todo si nos atenemos a factores ecológicos -pues dejarían de talarse millones de eucaliptos, abedules y coníferas cada año- y económicos -teniendo en cuenta que los costes de la distribución analógica representan actualmente el 40 por ciento del precio final del periódico-.
Esta revista, con cuatro años de publicación, tiene una gran acogida, puesto que sacamos unos 700 ejemplares, cifra nada desdeñable, teniendo en cuenta que no recibimos ninguna subvención, ni tampoco tenemos publicidad, puesto que desde que nos posicionamos en contra del proyecto que se iba a realizar en el Castillo de Luna de Alburquerque, una bella fortaleza con la declaración de Monumento Nacional, para transformarlo en una horrenda hospedería, nos hemos convertido en “enemigos” del Ayuntamiento y de la Junta de Extremadura.
Pues bien, dado que llevo una sección de entrevistas en Azagala con personas expertas o conocedoras de determinados temas, me pareció que Juan Pablo podía ser la persona idónea con la que tratar los nuevos medios de comunicación.
Lo cierto es que aquello que iba a ser una entrevista se convirtió en una amena y larga charla entre dos personas que están inmersas en publicaciones de distinta índole: una impresa y la otra digital.
Una vez que volví a Córdoba, en los días posteriores, realicé una síntesis de lo que habíamos tratado, pero me di cuenta de que había tenido que dejar mucho fuera para poder ajustarme a las dos páginas que cubre la entrevista en Azagala.
Pensé que sería una buena idea trasladar gran parte de lo que habíamos tratado aquella mañana en un café montillano a las páginas virtuales de Montilla Digital. Se lo comenté a Juan Pablo, y, aunque es una persona de gran cordialidad, me indicó que se sentía un tanto incómodo con esa especie de protagonismo que iba a tener.
Acabé convenciéndole, en el sentido de que, ciertamente, la charla que mantuvimos tenía como finalidad ser publicada en una revista extremeña, pero personalmente veía que tendría mucho interés para los lectores de este diario lo que habíamos tratado. Y no solo porque éramos dos personas que estamos inmersas en publicaciones de carácter distinto, sino porque también pertenecemos a dos generaciones diferentes con posibles enfoques diferenciados de los temas que trataríamos.
Una vez que hemos llegado al acuerdo, y para reflejar lo mejor posible los temas abordados, he dividido la entrevista en tres partes, de modo que con el título de Charlas en un café de Montilla comenzamos con la de hoy.
Primera parte
Juan Pablo, en esta serie de entrevistas que realizo suelo comenzar con una pregunta de tipo personal, para que los lectores sepan cómo se inició el interés por el tema que abordamos. En tu caso, ¿cómo surge tu interés por los medios de comunicación y qué recuerdas de pequeño que te impulsara llegar al lugar en el que ahora te encuentras?
En mi caso, y a diferencia de otros niños que deseaban ser futbolistas, bomberos o médicos, siempre tuve claro que quería ser periodista. Desde muy pequeño, con cuatro o cinco años, solía escuchar la radio animado por mi madre, que es una fiel seguidora de este medio. Recuerdo que jugaba con mis amigos a ser Luis del Olmo, Juan Manuel Gozalo, José María García o, incluso, Carlos Pumares, que presentaba un magnífico programa de cine llamado 'Polvo de Estrellas'.
Ya algo más mayor, con ocho o nueve años, colaboraba habitualmente en la revista que editaba el colegio y, tiempo después, con la que se hacía en el instituto. No obstante, mi primera experiencia más directa con el mundo del periodismo fue con 'Aventura Joven', un boletín informativo de pequeño formato editado por la Asociación Jóvenes Aventureros que, con el paso de los años, pasaría a convertirse en 'La Expedición', una revista que contó con el aval cultural y científico de la Universidad de Córdoba y que consiguió reunir a prestigiosos colaboradores.
A mí me sucedió algo parecido, ya que de manera muy temprana se despertó en mí el deseo de ser profesor de Matemáticas, motivado por el hecho de que los amigos acudían a verme para que les resolviera los problemas que no lograban descifrar. Lo de arquitecto es posterior, cuando me traslado a Sevilla y compruebo que allí todavía no existía la Facultad adecuada, y me inclino por hacer Arquitectura.
Bueno, recuperemos el tema y demos un salto hacia adelante. Ahora estás dentro de ese ámbito con el que soñabas desde pequeño, y, además, se nota tu entusiasmo por los medios de comunicación.
Ambos somos conscientes de que en estos medios se están produciendo grandes cambios en los últimos años, lo que yo en un artículo en la sección de Negro sobre blanco llamaba la segunda revolución de la comunicación (la primera la situaba en la invención de la imprenta por Gutenberg).
Me gustaría que me dieras tu propia interpretación, es decir, la visión que tiene un hombre joven acerca de los medios de comunicación digitales y todo lo que ha supuesto Internet dentro de estos cambios.
Por mi parte, discrepo de quienes afirman que "Internet es el futuro de la prensa". En absoluto. Internet es el presente. Por tanto, le concedo toda la importancia del mundo. Las noticias más relevantes del último lustro -las revueltas en el mundo árabe, la muerte de Michael Jackson o la reciente operación que terminó con la vida de Osama Bin Laden, por citar tres informaciones de alcance internacional- se ofrecieron en primicia a través de la Red.
En los últimos años estamos asistiendo a un proceso de transformación continua en los medios de comunicación que no solo obedece a innovaciones tecnológicas, sino también a cambios culturales y sociales. Para muchos consumidores, la prensa tradicional -la impresa-, resulta cara -frente a la prensa digital, que es gratuita-, además de aburrida y poco concisa. Ello está provocando una desconexión del gran público que ha obligado a las grandes cabeceras a replantear su política editorial, apostando por nuevos formatos y por nuevos contenidos.
Por si fuera poco, las ediciones digitales permiten acceder gratuitamente a gran cantidad de información y, sobre todo, en primicia, pues los periódicos impresos se hacen eco de noticias que han sido adelantadas con bastantes horas de antelación en Internet.
Aparte de esta instantaneidad que juega a favor de los medios digitales, la prensa en la Red es eminentemente interactiva, de manera que los lectores cobran protagonismo y dejan de ser meros espectadores o consumidores de contenidos para pasar a interactuar con el propio medio, ofreciendo su punto de vista, matizando interpretaciones o ampliando informaciones.
Yo soy un lector apasionado, especialmente de los libros, y veo con gran preocupación el descenso que se produce y la poca conexión entre el libro y las nuevas generaciones. Lamentaría profundamente que el libro impreso quedara como una reliquia del pasado, puesto que su lectura es sosegada y reflexiva, dos aspectos muy necesarios en la sociedad agitada en la que nos movemos.
Un nivel distinto es el que ofrecen la prensa diaria y las revistas. Creo que también las revistas deberían permanecer, y espero que las mejores resistan el embate a las que están sometidas.
Sin embargo, y aunque soy lector de la prensa impresa, no siento tanto que los periódicos redujeran el número, sean de títulos como de número de ejemplares -otra cosa sería el problema laboral que se les puede presentar a los profesionales del gremio-. ¿Cómo enfocas, desde tu óptica, estos cambios?.
Hay una frase un tanto tétrica de un reconocido periodista, Julio Alonso, que decía que "los periódicos están muertos, pero todavía llevará un rato que se enfríe el cuerpo". Pues eso. El papel es el talón de Aquiles de los medios de comunicación tradicionales. Hay que tener en cuenta que la prensa consume al año algo más de 100 millones de toneladas de papel en todo el mundo. Por eso, cuando tiene lugar alguna crisis económica, los periódicos son más proclives a reducir el gramaje del papel que a incrementar el precio de cada ejemplar, pues son conscientes de que, de esta forma, terminarían perdiendo más lectores.
La evolución que se está registrando en los últimos años desembocará necesariamente en la eliminación del papel en los medios de comunicación. De esta forma, no es descabellado pensar que en ocho o diez años, las principales cabeceras del mundo se ofrezcan casi exclusivamente en formato digital, imprimiéndose a lo mejor algunos ejemplares de forma más o menos testimonial.
Al contrario de lo que opinan muchos, pienso que esta evolución no es necesariamente perjudicial, sobre todo si nos atenemos a factores ecológicos -pues dejarían de talarse millones de eucaliptos, abedules y coníferas cada año- y económicos -teniendo en cuenta que los costes de la distribución analógica representan actualmente el 40 por ciento del precio final del periódico-.
AURELIANO SÁINZ