El mundo árabe sigue en movimiento: Egipto, Argelia, Libia, Túnez, tímidamente Marruecos, Yemen, Siria, etcétera, son países cuyos nombres están casi todos los días en primera plana de los periódicos occidentales. Indudablemente, en estos últimos días es Libia la que acapara la atención. Gadafi no quiere dejar el sillón y las potencias europeas han enviado a fuerzas de la OTAN para que intervengan en ayuda de los rebeldes libios. Lamentablemente nos hemos metido en una guerra más, con permiso del Parlamento (me estoy refiriendo a España). Dicha guerra es con la anuencia de la ONU y por ello no ha habido manifestaciones en contra (¿!?).
FOTO: YANNIS BEHRAKIS (REUTERS)
Pero recordemos que no deja de ser una acción bélica. ¿Por qué esta actitud para con Libia? Simplemente porque Libia tiene petróleo, aunque Europa defienda que es una acción de ayuda humanitaria. En nuestro país no se han oído voces airadas, si acaso unos tímidos susurros, en contra de la guerra.
La Revolución de los Jazmines está dando su fruto. En Túnez se anuncian elecciones en las que la palabra clave es “paridad”. Empieza lentamente un proceso importantísimo de cambio, pero la noticia ha pasado casi de puntillas por los medios de comunicación: una brevísima cuña en el telediario de TVE1 y un conciso artículo en un periódico. Bueno, yo no he visto más información en otros periódicos.
Es una iniciativa sin precedentes en el mundo musulmán: la paridad de hombres y mujeres en las listas de las que serán las primeras elecciones democráticas en los 55 años de independencia de Túnez.
Túnez, un país pequeño, no tiene la importancia económica que puede tener Libia, por ejemplo. Su economía se basa en la agricultura, las minas de fosfato, hierro y cinc y es un modesto exportador de petróleo. Y el que haya elecciones libres y paritarias -repito que esto último es una revolución de trascendencia histórica en el mundo árabe- no es tan importante para Occidente. ¡Los principios son muy bonitos pero lo que interesa es la economía: el petróleo de Libia!
El cambio que se aproxima en Túnez es un salto hacia adelante históricamente de siglos. Túnez está dispuesto a pasar a la modernidad del siglo XXI al admitir en la Asamblea Constituyente el mismo número de mujeres que de hombres.
Cito: “En una decisión histórica, La Alta Instancia encargada de vigilar los objetivos de la revolución ha decidido que todos los partidos que concurran a las elecciones utilicen el método de la cremallera (alternar hombres y mujeres por igual en la lista). De esta forma, se garantiza que la mitad de la nueva Asamblea Constituyente, que será encargada de elaborar la primera Carta Magna del país, esté compuesta al 50% de mujeres”.
"Es un día histórico. La participación de las mujeres en la toma de decisiones es en sí ya una decisión histórica", ha dicho orgulloso el magistrado Mokhtar Yahyaoui, defensor de los Derechos Humanos y represaliado por el depuesto presidente Ben Ali.
La Asamblea Constituyente será elegida el próximo 24 de julio y se encargará de redactar una nueva Carta Magna. “Tras la adopción de la paridad de ambos sexos en las listas, los miembros de la Alta Instancia se pusieron en pie y aplaudieron a rabiar incluidos los islamistas de En Nahda”.
La noticia en sí es una bomba política y socialmente hablando y a cualquier demócrata le debe llenar de alegría. Pero hay pegas. ¡Todo no podía ser de rosas! Lo primero y principal es que no todos los partidos están preparados para incluir mujeres en sus listas.
La economista Zuhur Kurda, del recién creado partido Congreso para la República, se ha mostrado reservada sobre la paridad: “Alegó que perjudicaba a las formaciones con pocas mujeres en sus filas y que acabarían llenando sus listas con candidatas florero (simplemente decorativas por no estar preparadas). Es una decisión histórica, sin precedentes, la que hemos tomado y espero que sirva de ejemplo a otros países”.
Y una gran pregunta: ¿Qué harán los demás países musulmanes el día después de la revolución? Cuando escribo estas líneas aparece la noticia de que en Argelia, Buteflika ha anunciado que “se revisarán el código de la familia, para mejorar la situación jurídica de la mujer; la ley electoral, la de partidos y la que rige el funcionamiento de las asociaciones de la sociedad civil y ha abogado por la profundización del proceso democrático, el refuerzo de las bases del Estado de Derecho, la reducción de las desigualdades y la aceleración del desarrollo socioeconómico".
“Sus propuestas deberán ser conformes a los valores fundamentales de la sociedad", ha subrayado Buteflika. ¿Qué sociedad? Sin lugar a dudas la musulmana, no la occidental. Buteflika huele que su sillón está en peligro y sale al paso de las protestas que están teniendo lugar en Argelia, con una ampulosa lista de propuestas que están por venir. Indudablemente sigo diciendo que ¡algo es algo! Argelia está aún muy lejos de Túnez y no geográficamente, precisamente.
Las personas que siguen Montilla Digital se habrán extrañado de que esté a favor de la “paridad” cuando hace unas semanas sostenía, en un artículo anterior que estaba en contra de ella y la consideraba una “parida”. Ni he perdido la chaveta ni me considero un incongruente que cambia de opinión según interesa. Me explico.
En un país, casi maduro democráticamente, como España defendía que, si hay más mujeres mejor preparadas, para detentar un cargo de responsabilidad política, social o laboral, puse por caso, reclamar paridad era hacer un flaco favor a la democracia. Así más o menos lo escribí y así lo defiendo y mantengo.
Ahora bien, en un país musulmán, donde la mujer está menos considerada que un burro, un camello o un coche, donde la mujer tiene limitadísima la libertad de cualquier tipo, pedir “paridad” es algo portentoso y maravilloso.
Túnez es uno de los países musulmanes, del arco mediterráneo, más adelantados, donde las mujeres podían, hasta ahora, participar en la vida pública sólo en un 25 por ciento y ¡ya era mucho, visto lo visto! Claro que ¡menos da una piedra! En el resto de países musulmanes ellas no cuentan para nada.
Por estas y otras razones de respaldo a los derechos más elementales, estoy a favor de la “paridad” en Túnez, y en Marruecos y en Argelia y… por supuesto en cualquier país musulmán que se atreva a propugnarla. ¡Viva la libertad!
FOTO: YANNIS BEHRAKIS (REUTERS)
Pero recordemos que no deja de ser una acción bélica. ¿Por qué esta actitud para con Libia? Simplemente porque Libia tiene petróleo, aunque Europa defienda que es una acción de ayuda humanitaria. En nuestro país no se han oído voces airadas, si acaso unos tímidos susurros, en contra de la guerra.
La Revolución de los Jazmines está dando su fruto. En Túnez se anuncian elecciones en las que la palabra clave es “paridad”. Empieza lentamente un proceso importantísimo de cambio, pero la noticia ha pasado casi de puntillas por los medios de comunicación: una brevísima cuña en el telediario de TVE1 y un conciso artículo en un periódico. Bueno, yo no he visto más información en otros periódicos.
Es una iniciativa sin precedentes en el mundo musulmán: la paridad de hombres y mujeres en las listas de las que serán las primeras elecciones democráticas en los 55 años de independencia de Túnez.
Túnez, un país pequeño, no tiene la importancia económica que puede tener Libia, por ejemplo. Su economía se basa en la agricultura, las minas de fosfato, hierro y cinc y es un modesto exportador de petróleo. Y el que haya elecciones libres y paritarias -repito que esto último es una revolución de trascendencia histórica en el mundo árabe- no es tan importante para Occidente. ¡Los principios son muy bonitos pero lo que interesa es la economía: el petróleo de Libia!
El cambio que se aproxima en Túnez es un salto hacia adelante históricamente de siglos. Túnez está dispuesto a pasar a la modernidad del siglo XXI al admitir en la Asamblea Constituyente el mismo número de mujeres que de hombres.
Cito: “En una decisión histórica, La Alta Instancia encargada de vigilar los objetivos de la revolución ha decidido que todos los partidos que concurran a las elecciones utilicen el método de la cremallera (alternar hombres y mujeres por igual en la lista). De esta forma, se garantiza que la mitad de la nueva Asamblea Constituyente, que será encargada de elaborar la primera Carta Magna del país, esté compuesta al 50% de mujeres”.
"Es un día histórico. La participación de las mujeres en la toma de decisiones es en sí ya una decisión histórica", ha dicho orgulloso el magistrado Mokhtar Yahyaoui, defensor de los Derechos Humanos y represaliado por el depuesto presidente Ben Ali.
La Asamblea Constituyente será elegida el próximo 24 de julio y se encargará de redactar una nueva Carta Magna. “Tras la adopción de la paridad de ambos sexos en las listas, los miembros de la Alta Instancia se pusieron en pie y aplaudieron a rabiar incluidos los islamistas de En Nahda”.
La noticia en sí es una bomba política y socialmente hablando y a cualquier demócrata le debe llenar de alegría. Pero hay pegas. ¡Todo no podía ser de rosas! Lo primero y principal es que no todos los partidos están preparados para incluir mujeres en sus listas.
La economista Zuhur Kurda, del recién creado partido Congreso para la República, se ha mostrado reservada sobre la paridad: “Alegó que perjudicaba a las formaciones con pocas mujeres en sus filas y que acabarían llenando sus listas con candidatas florero (simplemente decorativas por no estar preparadas). Es una decisión histórica, sin precedentes, la que hemos tomado y espero que sirva de ejemplo a otros países”.
Y una gran pregunta: ¿Qué harán los demás países musulmanes el día después de la revolución? Cuando escribo estas líneas aparece la noticia de que en Argelia, Buteflika ha anunciado que “se revisarán el código de la familia, para mejorar la situación jurídica de la mujer; la ley electoral, la de partidos y la que rige el funcionamiento de las asociaciones de la sociedad civil y ha abogado por la profundización del proceso democrático, el refuerzo de las bases del Estado de Derecho, la reducción de las desigualdades y la aceleración del desarrollo socioeconómico".
“Sus propuestas deberán ser conformes a los valores fundamentales de la sociedad", ha subrayado Buteflika. ¿Qué sociedad? Sin lugar a dudas la musulmana, no la occidental. Buteflika huele que su sillón está en peligro y sale al paso de las protestas que están teniendo lugar en Argelia, con una ampulosa lista de propuestas que están por venir. Indudablemente sigo diciendo que ¡algo es algo! Argelia está aún muy lejos de Túnez y no geográficamente, precisamente.
Las personas que siguen Montilla Digital se habrán extrañado de que esté a favor de la “paridad” cuando hace unas semanas sostenía, en un artículo anterior que estaba en contra de ella y la consideraba una “parida”. Ni he perdido la chaveta ni me considero un incongruente que cambia de opinión según interesa. Me explico.
En un país, casi maduro democráticamente, como España defendía que, si hay más mujeres mejor preparadas, para detentar un cargo de responsabilidad política, social o laboral, puse por caso, reclamar paridad era hacer un flaco favor a la democracia. Así más o menos lo escribí y así lo defiendo y mantengo.
Ahora bien, en un país musulmán, donde la mujer está menos considerada que un burro, un camello o un coche, donde la mujer tiene limitadísima la libertad de cualquier tipo, pedir “paridad” es algo portentoso y maravilloso.
Túnez es uno de los países musulmanes, del arco mediterráneo, más adelantados, donde las mujeres podían, hasta ahora, participar en la vida pública sólo en un 25 por ciento y ¡ya era mucho, visto lo visto! Claro que ¡menos da una piedra! En el resto de países musulmanes ellas no cuentan para nada.
Por estas y otras razones de respaldo a los derechos más elementales, estoy a favor de la “paridad” en Túnez, y en Marruecos y en Argelia y… por supuesto en cualquier país musulmán que se atreva a propugnarla. ¡Viva la libertad!
PEPE CANTILLO