La conocí hace pocos días cuando nos reunieron a los integrantes de la candidatura del Partido Popular al Ayuntamiento de Córdoba a fin de conocernos personalmente, conocer la situación a la que nos enfrentamos y ofrecer a los medios de comunicación la imagen de familia y las individuales que pudieran interesarles con las que cubrir la información gráfica de las próximas municipales. Tuve la suerte de que me situaran en la foto a su lado, tanto por la simpatía como por la belleza de Cristina Ruiz.
Mi estancia de años en Cabra y el conocimiento que por ello tenía de Promi me permitió intercambiar con ella algunas frases, si bien reconozco mi desconocimiento total sobre el periodo en el que ella ejerció de directora general del conjunto de empresas dedicadas a la promoción social del minusválido que tantos avatares ha vivido desde que el médico Juan Pérez Marín la fundara.
Cristina, según lo que pude conocer, se había vinculado a la candidatura de forma totalmente desinteresada, sin aspirar, por su puesto en la misma, a un acta de concejal y dispuesta a brindar su experiencia como gestora de servicios sociales en beneficio de la ciudad.
De la noche al día esta joven, entiendo que comprometida y preparada, se ha visto envuelta en una movida mediática, impulsada, con toda probabilidad, desde la administración socialista de la Junta, por la que se la acusa de participar en un ERE fraudulento en la empresa que dirigía, sin que, hasta el momento, se conozca que la juez Mercedes Alaya, que investiga el caso, la haya imputado en el mismo.
Por ello qué más importante que no poder poner la mano en el fuego por ella, porque desconozco absolutamente su actuación profesional, lo es que, en tanto en cuanto no sea imputada por algún delito, Cristina goza de mi total y absoluto apoyo, de mi credibilidad y de mi respeto, como profesional y como persona, y así debiera serlo por parte de aquellos que con absoluta ligereza la han atacado.
Su dimisión de la candidatura del PP representa una expresión más de su madurez política y su sentido de la ética, enfrentados ambos a las actitudes que hemos venido observando en tantos y tantos cargos del PSOE salpicados por la corrupción política.
Habrá de demostrar su inocencia porque otros se han encargado de condenarla, pero una vez suceda esto confío en que el Partido Popular, si finalmente logra la mayoría municipal para gobernar en Córdoba, rehabilite su figura y le ofrezca un cargo de responsabilidad desde el que ejercer sus valores personales y profesionales.
Mi estancia de años en Cabra y el conocimiento que por ello tenía de Promi me permitió intercambiar con ella algunas frases, si bien reconozco mi desconocimiento total sobre el periodo en el que ella ejerció de directora general del conjunto de empresas dedicadas a la promoción social del minusválido que tantos avatares ha vivido desde que el médico Juan Pérez Marín la fundara.
Cristina, según lo que pude conocer, se había vinculado a la candidatura de forma totalmente desinteresada, sin aspirar, por su puesto en la misma, a un acta de concejal y dispuesta a brindar su experiencia como gestora de servicios sociales en beneficio de la ciudad.
De la noche al día esta joven, entiendo que comprometida y preparada, se ha visto envuelta en una movida mediática, impulsada, con toda probabilidad, desde la administración socialista de la Junta, por la que se la acusa de participar en un ERE fraudulento en la empresa que dirigía, sin que, hasta el momento, se conozca que la juez Mercedes Alaya, que investiga el caso, la haya imputado en el mismo.
Por ello qué más importante que no poder poner la mano en el fuego por ella, porque desconozco absolutamente su actuación profesional, lo es que, en tanto en cuanto no sea imputada por algún delito, Cristina goza de mi total y absoluto apoyo, de mi credibilidad y de mi respeto, como profesional y como persona, y así debiera serlo por parte de aquellos que con absoluta ligereza la han atacado.
Su dimisión de la candidatura del PP representa una expresión más de su madurez política y su sentido de la ética, enfrentados ambos a las actitudes que hemos venido observando en tantos y tantos cargos del PSOE salpicados por la corrupción política.
Habrá de demostrar su inocencia porque otros se han encargado de condenarla, pero una vez suceda esto confío en que el Partido Popular, si finalmente logra la mayoría municipal para gobernar en Córdoba, rehabilite su figura y le ofrezca un cargo de responsabilidad desde el que ejercer sus valores personales y profesionales.
ENRIQUE BELLIDO