Respetados articulistas, lectores-comentaristas y Montilla Digital: hoy, 23 de abril, celebramos el Día del Libro coincidiendo con la muerte en 1616 de Cervantes, Shakespeare (según el calendario gregoriano muere el 3 de mayo) y El Inca Garcilaso de la Vega. Sí, nuestro insigne Inca Garcilaso, que vivió en la calle Capitán. Esta fecha fue escogida en 1995 por la UNESCO para rendir homenaje mundial al libro y a sus autores y para animar a todos a descubrir el placer de la lectura. En Cataluña, que la celebración data de 1926, hasta que se pasó al 23 de abril en 1930, se tiene la costumbre de regalar una rosa. Hechas las presentaciones, paso al verdadero motivo de esta misiva.
Hoy me gustaría regalar una rosa amarilla para cada uno de los articulistas. Amarilla porque viene a representar la inteligencia, la energía, la originalidad, la alegría, a veces la nostalgia, la riqueza de opiniones, que cada uno de vosotros derrocháis en esas líneas que nos regaláis, porque con ellas estimuláis nuestra actividad mental; con vuestra rica erudición nos potenciáis la capacidad de reflexión y de cuando en cuando, como por arte de magia, desencadenáis en nuestro cerebro un efecto agridulce unas veces, otras es tan intenso el relato que suscita una impresión perturbadora e inquietante en nuestra facultad de pensar.
Color amarillo que hace que nuestra atención se centre en el producto que nos estáis ofreciendo, artimaña de publicistas, y entremos en ardor intelectual con el agradable calorcillo que emana al leer vuestra página. Gracias por el esfuerzo que hacéis el cual viene a rellenar un momento de nuestra vida.
También para los lectores-comentaristas hay una rosa, roja en este caso. Escarlata por la pasión (que sin con-pasión no vale nada), el alma, la creatividad, el buen hacer que cada uno de nosotros depositamos en las hojas virtuales de este libro compartido, cuando elaboramos nuestras apostillas. Bien es verdad que a veces la crítica sube de tono intenso, rojo bermellón, el nivel emocional, hasta el punto de poner en peligro la capacidad de entendernos.
Rosa roja para enaltecer el valor y coraje con el que defendéis dichos pareceres. Consideraciones unas veces llenas de sensibilidad y sensualidad, que con mente infantil nos hacen acercarnos a los relatos y provocarnos un estremecimiento de placer estético.
Otras veces con energía, vigor y no sin cierto grado de fuerza, el artículo o lo que es igual su autor, suscita en nuestra mente una actitud crítica para con las líneas que acabamos de leer. El adulto que llevamos dentro se pone en alerta.
Color taheño que estimula en nosotros un talante de llamada a la precaución para no pasarnos de rosca y herir innecesariamente a otro comentarista-anonimous (sin nombre, aunque entre vosotros puede que os conozcáis) con el que no estamos de acuerdo.
Color sanguíneo que posiblemente nos haga verter cierto grado de ira o malicia ante un determinado tertuliano, secreto, conocido o supuestamente conocido. Color carmesí que nos da energía y valor para firmar el comentario, aún a sabiendas de que vivimos en un universo muy reducido y es muy fácil señalarnos y sobre todo poner etiquetas.
Para Montilla Digital una rosa blanca, como níveas y llenas de luz son las hojas virtuales que nos brinda cada día, para plasmar nuestro pensamiento en ellas. Son pergaminos perfectos donde grabar conceptos llenos de sentimientos, de recuerdos, de declaración de intenciones, de opiniones más o menos acertadas (¿afortunadas?) o provocativas.
Láminas virtuales donde litigamos con la palabra a veces clara, a veces algo túrbida y lacerante, a veces romántica o benevolente. Pero siempre el verbo alanceando el caparazón de la virtualidad para poder llegar al corazón de los lectores. ¡La palabra…, clave de entendimiento!
Amarillo, rojo y blanco; rojo, blanco y amarillo, tanto monta…, se funden en un minúsculo ramo, y se enlazan en una sonata de sensaciones provocada por la fusión de los colores, invitándonos a leer las rebosantes páginas virtuales de las que somos autores y responsables, cronistas y lectores.
Articulistas, lectores y Montilla Digital hemos formado una comunidad virtual de lectura. Vamos perfilando un libro en el que los autores, con sus exposiciones reflexivas unas, poéticas y llenas de magia otras, de repaso a la realidad circundante o relatos de libre imaginación, crean un mundo de pura sensibilidad.
Artículos que todas las tardes aparecen en la pantalla de nuestro ordenador, mezclados con otros aparentemente menos literarios y que cumplen la misión de dar noticias alrededor de nuestra querida Montilla, y sumados a los comentarios que poco a poco brotan de los ordenadores de los lectores interesados en dejar su huella, ocupan el resto de la página.
Parte de las hojas de ese libro están completadas por los juicios que hacemos todos los que leemos Montilla Digital. Juicios finos y llenos de sentimientos cordiales unos; comentarios de artículos otros que, por haber despertado nuestra dormida sensibilidad, provocan consideraciones críticas con el contenido de la columna y en los que damos razones de nuestra postura.
Consideraciones en las que, a veces, sacamos las uñas porque no compartimos las ideas expuestas; dicterios en los que hasta puede que, sin mala intención, hagamos alguna alusión en tono despectivo. Pero quiero suponer que actuamos sin ánimo de ofender a la persona contra la que dimos el parecer. Y si en algún momento nuestro teclado se convirtió en cómplice, para plasmar una chanza desdeñosa, deberíamos ayudarle a eliminar dicha chirigota en pro de un piropo de sonrosada simpatía. Lentamente las rosas se abren en una olorosa exhalación de profusa creatividad.
¡A veces llegan cartas…! Mi intención con esta misiva, es sólo de agradecimiento a todos los participantes y a Montilla Digital que nos pone en contacto. Quiero animar a todos a leer, leer y leer: artículos, libros del género que sea, periódicos, etcétera. ¡La lectura da cultura!
FOTO: DAVID CANTILLO OROZCO ® ORÁDEA
Hoy me gustaría regalar una rosa amarilla para cada uno de los articulistas. Amarilla porque viene a representar la inteligencia, la energía, la originalidad, la alegría, a veces la nostalgia, la riqueza de opiniones, que cada uno de vosotros derrocháis en esas líneas que nos regaláis, porque con ellas estimuláis nuestra actividad mental; con vuestra rica erudición nos potenciáis la capacidad de reflexión y de cuando en cuando, como por arte de magia, desencadenáis en nuestro cerebro un efecto agridulce unas veces, otras es tan intenso el relato que suscita una impresión perturbadora e inquietante en nuestra facultad de pensar.
Color amarillo que hace que nuestra atención se centre en el producto que nos estáis ofreciendo, artimaña de publicistas, y entremos en ardor intelectual con el agradable calorcillo que emana al leer vuestra página. Gracias por el esfuerzo que hacéis el cual viene a rellenar un momento de nuestra vida.
También para los lectores-comentaristas hay una rosa, roja en este caso. Escarlata por la pasión (que sin con-pasión no vale nada), el alma, la creatividad, el buen hacer que cada uno de nosotros depositamos en las hojas virtuales de este libro compartido, cuando elaboramos nuestras apostillas. Bien es verdad que a veces la crítica sube de tono intenso, rojo bermellón, el nivel emocional, hasta el punto de poner en peligro la capacidad de entendernos.
Rosa roja para enaltecer el valor y coraje con el que defendéis dichos pareceres. Consideraciones unas veces llenas de sensibilidad y sensualidad, que con mente infantil nos hacen acercarnos a los relatos y provocarnos un estremecimiento de placer estético.
Otras veces con energía, vigor y no sin cierto grado de fuerza, el artículo o lo que es igual su autor, suscita en nuestra mente una actitud crítica para con las líneas que acabamos de leer. El adulto que llevamos dentro se pone en alerta.
Color taheño que estimula en nosotros un talante de llamada a la precaución para no pasarnos de rosca y herir innecesariamente a otro comentarista-anonimous (sin nombre, aunque entre vosotros puede que os conozcáis) con el que no estamos de acuerdo.
Color sanguíneo que posiblemente nos haga verter cierto grado de ira o malicia ante un determinado tertuliano, secreto, conocido o supuestamente conocido. Color carmesí que nos da energía y valor para firmar el comentario, aún a sabiendas de que vivimos en un universo muy reducido y es muy fácil señalarnos y sobre todo poner etiquetas.
Para Montilla Digital una rosa blanca, como níveas y llenas de luz son las hojas virtuales que nos brinda cada día, para plasmar nuestro pensamiento en ellas. Son pergaminos perfectos donde grabar conceptos llenos de sentimientos, de recuerdos, de declaración de intenciones, de opiniones más o menos acertadas (¿afortunadas?) o provocativas.
Láminas virtuales donde litigamos con la palabra a veces clara, a veces algo túrbida y lacerante, a veces romántica o benevolente. Pero siempre el verbo alanceando el caparazón de la virtualidad para poder llegar al corazón de los lectores. ¡La palabra…, clave de entendimiento!
Amarillo, rojo y blanco; rojo, blanco y amarillo, tanto monta…, se funden en un minúsculo ramo, y se enlazan en una sonata de sensaciones provocada por la fusión de los colores, invitándonos a leer las rebosantes páginas virtuales de las que somos autores y responsables, cronistas y lectores.
Articulistas, lectores y Montilla Digital hemos formado una comunidad virtual de lectura. Vamos perfilando un libro en el que los autores, con sus exposiciones reflexivas unas, poéticas y llenas de magia otras, de repaso a la realidad circundante o relatos de libre imaginación, crean un mundo de pura sensibilidad.
Artículos que todas las tardes aparecen en la pantalla de nuestro ordenador, mezclados con otros aparentemente menos literarios y que cumplen la misión de dar noticias alrededor de nuestra querida Montilla, y sumados a los comentarios que poco a poco brotan de los ordenadores de los lectores interesados en dejar su huella, ocupan el resto de la página.
Parte de las hojas de ese libro están completadas por los juicios que hacemos todos los que leemos Montilla Digital. Juicios finos y llenos de sentimientos cordiales unos; comentarios de artículos otros que, por haber despertado nuestra dormida sensibilidad, provocan consideraciones críticas con el contenido de la columna y en los que damos razones de nuestra postura.
Consideraciones en las que, a veces, sacamos las uñas porque no compartimos las ideas expuestas; dicterios en los que hasta puede que, sin mala intención, hagamos alguna alusión en tono despectivo. Pero quiero suponer que actuamos sin ánimo de ofender a la persona contra la que dimos el parecer. Y si en algún momento nuestro teclado se convirtió en cómplice, para plasmar una chanza desdeñosa, deberíamos ayudarle a eliminar dicha chirigota en pro de un piropo de sonrosada simpatía. Lentamente las rosas se abren en una olorosa exhalación de profusa creatividad.
¡A veces llegan cartas…! Mi intención con esta misiva, es sólo de agradecimiento a todos los participantes y a Montilla Digital que nos pone en contacto. Quiero animar a todos a leer, leer y leer: artículos, libros del género que sea, periódicos, etcétera. ¡La lectura da cultura!
PEPE CANTILLO