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Una jungla de plástico, aluminio y plomo

Vamos a intentar explicar una cosa sin ofender a nadie. Esto es algo bastante simple, pero muy difícil de comprender para algunas personas, y no por su complejidad, sino porque se sale de esos parámetros que mueven a ciertos individuos de Homo sapiens dentro de sus costumbres, sus querencias, sus aficiones o la cultura que les han sido inculcadas por otros ejemplares de su misma especie.

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Sapo corredor (Bufo calamita), una bonita joya de nuestras zonas húmedas.

Vamos al lío. En el año 1953 se firmó en España un decreto que terminó en la ya casi olvidada por los cazadores Ley de Alimañas, con la que ciertas personalidades políticas de aquel entonces nos invitaban a extinguir completamente a todas las “alimañas” de nuestro país.

Se mataron cerca de 2 millones de depredadores, entre ellos, lobos, zorros, ginetas, rapaces, linces y casi todas las especies de esos animales que hoy todavía muchos siguen considerando eso, alimañas.

Fue por aquel entonces cuando una gran persona a la que todos conocemos muy bien, nuestro querido amigo Félix Rodríguez de la Fuente, hizo gala de su don de la palabra y se atrevió a proponerle al mismísimo Franco que cambiase de idea y le diera la vuelta a la tortilla.

Consiguió de forma casi heroica transformar las mentes de los ciudadanos y convertir a esas alimañas en unos animales necesarios para el equilibrio ecológico. El lobo, entre otros, pasó de ser una amenaza para el hombre y para el ganado a ocupar la lista de especies protegidas.

Un año antes, en 1952, un médico francés introdujo la mixomatosis en unos cuantos conejos, cuyo resultado ya conocéis casi todos. La población de conejos descendió tanto en tan corto periodo de tiempo que los pocos depredadores que se alimentan de ellos y que sobrevivieron a la Ley de Alimañas no consiguieron reponerse suficientemente bien.

Sin embargo, los conejos, debido a su elevada capacidad reproductora, sí que volvieron a subir su número con una relativa rapidez en algunas zonas. Por otro lado, los carnívoros, que dependen de esta especie, son más lentos procreando. Si a todo esto le sumamos que hoy día se siguen exterminando a estos animales, el resultado es que actualmente existe un desequilibrio bastante importante en nuestros ecosistemas -por lo contado anteriormente y por otros muchos factores- y los depredadores que nos quedan son insuficientes para poder mantener a raya a los componentes del piso bajo de la pirámide ecológica.

Es por esto que “hacen falta” cazadores. Pero hacen falta cazadores por culpa de los cazadores. De los cazadores, de la destrucción de los hábitats, de la introducción accidental o intencionada de especies exóticas... Somos la única especie animal capaz de agotar sus recursos. Ahora hay cartuchos, perdigones y todo tipo de basura inorgánica por todas partes. Es eso lo que hoy queda en el campo: una jungla de plástico, aluminio y plomo.

Contaminación de plomo en carne de caza



MANUEL CRUZ
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