Hombre, hay algo que deja en entredicho las recientes declaraciones del ministro de Fomento y vicesecretario general del PSOE, José Blanco. Decía Blanco en Lugo que “mientras el PP celebra las encuestas, el PSOE celebrará los resultados”, en referencia a las próximas autonómicas y municipales del 22 de mayo.
Un matiz importante diferencia ambos hechos. Mientras el Partido Popular tiene motivos sobrados para celebrar las encuestas, fundamentalmente porque todas ellas le dan una amplia ventaja sobre los socialistas, el PSOE se mueve en futuribles sin saber a ciencia cierta si los votos le serán favorables o no.
Es más. Con esa rotunda afirmación, Blanco obliga a su partido a celebrar, en su caso, la derrota que pudiera derivarse de los resultados electorales que se produzcan.
Reconozco que no tengo una especial predilección por el político gallego, algo que ya viene de la época en la que compartimos escaño en el Senado, pero no me dirán ustedes que no hay que tener desfachatez para afirmar, como afirmó en el mitin celebrado en la localidad lucense de Foz, que “España tiene ganas de futuro”, postulando a su partido como la opción política que puede ofrecérselo.
En cualquier caso, un 16,5 por ciento de ventaja de los populares sobre los socialistas, como apuntaba la encuesta publicada por El Mundo, sumada a otras consultas y a las propias previsiones del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), representa un estado de opinión que supera la propia propuesta de los populares, para instalarse -lo que debe ser mucho más preocupante para los socialistas- en el rechazo frontal al Gobierno y al PSOE.
Resultará infinitamente más fácil que el Partido Popular avance en cuanto a la percepción que los ciudadanos puedan tener de su proyecto, mejorando sus canales de comunicación, que los socialistas puedan hacer olvidar la realidad de una situación económica y social que, desgraciadamente, no va a solventarse en dos meses.
De ahí que al contrario de estrecharse las diferencias, es mucho más probable que éstas se amplíen, llevando a unos resultados electorales que pueden resultar históricos en el marco autonómico y determinantes en el municipal de cara a las generales que habrán de seguirles.
Celebrar tales resultados representará, de producirse, un trago amargo para quienes desde el Gobierno de la nación los han auspiciado con su gestión. No obstante, también es verdad que si se viesen obligados a la celebración –en política se celebra hasta la derrota, disfrazándola de victoria- su futuro político tendría fecha de caducidad muy cercana, con lo cual, hasta igual poco iba a importarles.
Un matiz importante diferencia ambos hechos. Mientras el Partido Popular tiene motivos sobrados para celebrar las encuestas, fundamentalmente porque todas ellas le dan una amplia ventaja sobre los socialistas, el PSOE se mueve en futuribles sin saber a ciencia cierta si los votos le serán favorables o no.
Es más. Con esa rotunda afirmación, Blanco obliga a su partido a celebrar, en su caso, la derrota que pudiera derivarse de los resultados electorales que se produzcan.
Reconozco que no tengo una especial predilección por el político gallego, algo que ya viene de la época en la que compartimos escaño en el Senado, pero no me dirán ustedes que no hay que tener desfachatez para afirmar, como afirmó en el mitin celebrado en la localidad lucense de Foz, que “España tiene ganas de futuro”, postulando a su partido como la opción política que puede ofrecérselo.
En cualquier caso, un 16,5 por ciento de ventaja de los populares sobre los socialistas, como apuntaba la encuesta publicada por El Mundo, sumada a otras consultas y a las propias previsiones del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), representa un estado de opinión que supera la propia propuesta de los populares, para instalarse -lo que debe ser mucho más preocupante para los socialistas- en el rechazo frontal al Gobierno y al PSOE.
Resultará infinitamente más fácil que el Partido Popular avance en cuanto a la percepción que los ciudadanos puedan tener de su proyecto, mejorando sus canales de comunicación, que los socialistas puedan hacer olvidar la realidad de una situación económica y social que, desgraciadamente, no va a solventarse en dos meses.
De ahí que al contrario de estrecharse las diferencias, es mucho más probable que éstas se amplíen, llevando a unos resultados electorales que pueden resultar históricos en el marco autonómico y determinantes en el municipal de cara a las generales que habrán de seguirles.
Celebrar tales resultados representará, de producirse, un trago amargo para quienes desde el Gobierno de la nación los han auspiciado con su gestión. No obstante, también es verdad que si se viesen obligados a la celebración –en política se celebra hasta la derrota, disfrazándola de victoria- su futuro político tendría fecha de caducidad muy cercana, con lo cual, hasta igual poco iba a importarles.
ENRIQUE BELLIDO