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¿Quién le pone el cascabel al gato?

Noticias recogidas de la prensa nacional: “Rajoy ha anunciado que va a plantear en el Congreso la revisión del sistema de pensiones de los diputados y senadores y la eliminación de cualquier cosa que pueda suponer un privilegio". “Marcelino Iglesias, secretario de organización del PSOE, ha asegurado que su partido está dispuesto a hablar con el PP sobre las pensiones de los parlamentarios aunque ha considerado que no hay ningún privilegio”.

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Con referencia al primero, si esto fuera verdad, habría que felicitarlo porque al fin alguien es capaz de coger el toro por los cuernos. Nuestros políticos gozan de una serie de privilegios que, con lo que llueve, es necesario recortar, máxime cuando se han llevado a término diversos recortes en amplios sectores de la población. No voy a hacerme pesado enumerando lo que ya todos conocemos.

Pero me asalta una gran duda y en esta materia soy tozudamente desconfiado. Ninguno de los partidos ha querido hasta ahora enfrentarse con el tema, y ya estamos sumidos en una larga crisis desde hace tiempo -crisis que la está pagando el pueblo: desempleo, recortes, congelaciones, subida de precios, gasolina por las nubes, etc.-. Siempre somos los mismos los que pagamos los tiestos rotos. Por eso siento una gran desconfianza ante estas afirmaciones. ¿Le pondrán el cascabel al gato?

Hay una canción italiana que dice “parole, parole, soltanto parole...”. ¿Es éste el caso de Rajoy que, viendo las elecciones próximas, anuncia lo que haga falta? No quiero arremeter contra el presidente del PP, ni contra el del PSOE, ni contra cualquier partido existente en el panorama nacional, quede eso muy claro.

Quiero reflexionar, e invito a los comentaristas de este periódico para que, sin “acritudes ni pedradas”, reflexionemos sobre el hecho innegable de que la clase política española se mueve en y para sacar provecho personal de su situación antes, durante y después de ser elegidos. Para que propongamos posibles soluciones.

Muchos estéis pensando en que esa lacra es corriente en todas partes. A mí, lamentablemente, sólo me interesa el país en el que vivo. Si yo fuera muy mal hablado, que no pretendo serlo, diría que sólo les mueve “el chupar del bote” de forma continua y descarada.

Quiero manifestar que nuestros políticos -es una sensación colectiva- se mueven en un plano de prebendas y privilegios muy por encima de la situación socio-económica que está viviendo el pueblo. Cuando hay que apretarse el cinturón debemos hacerlo todos para poder salir del “charco”. El problema está en que al pueblo nos aprietan el cinturón desde arriba. ¡Quien manda, manda!

¡Señorías han tocado diana para todos! Y si eso lo entienden los partidos políticos e intentan poner coto a tantos dispendios, hasta es posible que vayamos decididos a votar en las próximas elecciones. Caso contrario, deberíamos votar en blanco. Votar es una obligación que tenemos como ciudadanos libres y responsables, pero votar en blanco puede ser una seria llamada de alerta para la clase política.

Ser político en este país se ha convertido en una profesión que, con la excusa de trabajar para el bien común, va medrando y alcanzando un estatus social que de otra manera no lo habría conseguido. El político actual ya nace afiliado al partido, y sin más méritos que la militancia y los muchos mítines que se ha tragado, es propuesto como candidato para las próximas elecciones.

Ya hay bastantes en esta situación. Sí, sí, ya sé que hay muchos políticos aún, afortunadamente, que juegan limpio y defienden los intereses del pueblo, que se presentan con clara conciencia de servicio.

Los políticos de antes eran gente con puestos de trabajo en la vida privada, más o menos cualificados. Digamos que la mayoría tenía la vida resuelta. Eran políticos que se comprometían con la ciudadanía para, en nombre de la misma, buscar las mejores soluciones a los múltiples problemas que surgían en el ámbito local o estatal.

Como botón de muestra se me ocurre sacar a colación la entrega política de dos de ellos. El primero, Tierno Galván, político, sociólogo, jurista y ensayista. Del Profesor Tierno Galván es la bonita frase que cito a continuación: “los bolsillos de los gobernantes deben ser de cristal”. ¡Estupenda lección de ética sociopolítica la que nos da el viejo Profesor! Se puede decir más alto pero no más claro lo que debe y cómo debe ser un político.

El otro político, que vivió en su etapa pública entregado a la honrada labor de trabajar por los demás desde un cargo político, es Julio Anguita, al que hay que calificar de “hombre sabio” y que desde la tribuna pública ha sabido trabajar con una entrega encomiable por el bien del pueblo. Podremos estar o no de acuerdo con sus planteamientos políticos pero lo que no podemos negar es su honrada labor.

Ya sé que hay más políticos, vivos o muertos, que merecen un reconocido recordatorio, pero esta página tampoco pretende ser un vademécum ni un santoral de los buenos prohombres de la patria.

El político, posiblemente, debería ser una persona de probada experiencia en su campo laboral, para así luego poder entender y defender acertadamente los intereses de todos nosotros. ¿Debería alcanzar una determinada edad desde la cual ha cogido experiencia y conoce la realidad que le rodea? Posiblemente. Hoy están llegando a la política, con responsabilidad en cargos, gente que carece de experiencia vital y que lo mismo sirven para un roto que para un descosido.

En fin estoy divagando y paulatinamente me he ido retirando de la hipótesis con la que arrancaba estas líneas. ¿Llegaremos a ver cómo se le pone el cascabel al gato? La presión popular puede cambiar muchas situaciones anómalas e injustas.
PEPE CANTILLO
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