¡A buenas horas mangas verdes! Los controladores, por boca de su sindicato USCA, piden disculpas a los miles de viajeros a los que les han fastidiado este largo puente. Con buenas palabras y unos golpecitos en la espalda ya está todo solucionado: "El secretario de Comunicación de la Unión Sindical de Controladores Aéreos (USCA), César Cabo, ha pedido disculpas a los pasajeros afectados por el caos aéreo de los últimos días, y reconoció que la situación fue "terrible", aunque subrayó que estuvo causada por una "presión" de meses".
Quiero imaginarme la rabia primero -por ver sus planes echados por tierra- y la impotencia después -por no poder hacer nada ante tan tremenda situación- de esos miles de pasajeros que habían organizado su tiempo para poder disfrutar de unas minivacaciones.
Pasajeros que habían hipotecado sus cuentas, pagando unos precios más o menos altos, para poder irse por unos días a otros lugares dentro o fuera de la geografía patria. Pasajeros de otros países, que residen entre nosotros y que iban a ver a sus familias. Estudiantes con necesidad de acercarse a sus hogares para recibir el calor familiar. Gente de negocios que dependía de citas concertadas de antemano. Y un largo etcétera de personas afectadas, sin olvidar las mercancías perecederas enviadas a otros destinos (las islas, por ejemplo).
Y hablando de islas, Baleares y Canarias quedan medio bloqueadas, impidiendo que salga o entre el personal. Tampoco podemos olvidarnos del daño hecho al sector turístico y a la marca España con las consecuencias de este brutal aislamiento aéreo. Y no estamos para derrochar ni un centavo dada la grave coyuntura económica por la que atravesamos.
Ante la catastrófica situación, el Gobierno decreta el “estado de alarma” que es aceptado por la mayoría de partidos que componen el espectro político nacional. La oposición está de acuerdo con dicha proclamación y declara que apoyará al Gobierno hasta las últimas consecuencias. El Gobierno dice que, si es menester, prorrogará dicho estado de alarma, una vez consultado al Congreso.
Se me ocurre otra serie de preguntas. Restablecida la situación y derogado el estado de alarma al cumplirse los quince días establecidos, ¿volverán a amargar las Navidades a los sufridos contribuyentes? Porque yo no me creo que hayan aprendido la lección...
Y con respecto al estado de alarma, cuando se organice cualquier otro tipo de huelga, a la que ya nos tienen acostumbrados los sindicatos “mayoritarios”, ¿se decretará de nuevo el estado de alarma? Recuerden el daño, el estropicio que dichas huelgas hacen a los usuarios. Huelga de RENFE, de gasolineras, de metro... donde sale perjudicada la gran mayoría. Y siempre dichas huelgas se hacen usando -secuestrando más bien- al sufrido usuario. Claro que si no hubiera usuarios a los que secuestrar, no tendría sentido la huelga...
Por supuesto que no estoy en contra del derecho a hacer huelga, pero los últimos ejemplos que hemos tenido clamaban al cielo viendo cómo el personal no podía acudir a sus puestos de trabajo (metro en las grandes ciudades) y como los piquetes bloqueaban cualquier posibilidad de desplazarse por dichas ciudades pues, como consecuencia inmediata, el caos circulatorio estaba garantizado. ¡Se siente: daños colaterales!
Y una pregunta más sin ninguna mala intención. Si convocan los sindicatos mayoritarios ¿no habrá motivo para declarar el estado de alarma porque serán huelgas legalmente anunciadas y porque con los sindicatos mayoritarios no es cuestión de meterse? Claro que alguien se podría estar planteando a estas alturas si los sindicatos llamados "mayoritarios" realmente representan a alguien o se representan a ellos solos...
Voces autorizadas dicen que el decreto del viernes debió esperar hasta pasado el puente. Posiblemente tengan razón, aunque hay quien dice que los controladores ya estaban en estado de alerta. Y yo me pregunto ¿se barruntaba el Ejecutivo alguna trastada de este tipo y por esa razón el presidente del Gobierno no viajó a la cumbre de Iberoamérica?
Si esta variable fuera cierta ¿por qué no salió el presidente a dar la cara y a calmar a la opinión pública a la que sólo le faltaba una cerilla para empezar a incendiar todo lo que estuviera relacionado con los controladores aéreos? La gravedad de la situación puede que así lo requiriera. Claro, que no debo olvidar que el portavoz ministerial está para algo...
Desde luego no lo siento por los controladores, que han perdido cualquier rescoldo que quedara de simpatía hacia ellos, y sí lamento los sufrimientos de los miles de pasajeros que estos días han estado muchos de ellos al borde del infarto y han vivido una experiencia que nunca van a olvidar -¿daños colaterales otra vez?-. Habrá que plantearse las salidas cerciorándonos antes de que no va a haber huelga en cualquier tipo de medio de transporte. ¿Hasta la próxima huelga?
Quiero imaginarme la rabia primero -por ver sus planes echados por tierra- y la impotencia después -por no poder hacer nada ante tan tremenda situación- de esos miles de pasajeros que habían organizado su tiempo para poder disfrutar de unas minivacaciones.
Pasajeros que habían hipotecado sus cuentas, pagando unos precios más o menos altos, para poder irse por unos días a otros lugares dentro o fuera de la geografía patria. Pasajeros de otros países, que residen entre nosotros y que iban a ver a sus familias. Estudiantes con necesidad de acercarse a sus hogares para recibir el calor familiar. Gente de negocios que dependía de citas concertadas de antemano. Y un largo etcétera de personas afectadas, sin olvidar las mercancías perecederas enviadas a otros destinos (las islas, por ejemplo).
Y hablando de islas, Baleares y Canarias quedan medio bloqueadas, impidiendo que salga o entre el personal. Tampoco podemos olvidarnos del daño hecho al sector turístico y a la marca España con las consecuencias de este brutal aislamiento aéreo. Y no estamos para derrochar ni un centavo dada la grave coyuntura económica por la que atravesamos.
Ante la catastrófica situación, el Gobierno decreta el “estado de alarma” que es aceptado por la mayoría de partidos que componen el espectro político nacional. La oposición está de acuerdo con dicha proclamación y declara que apoyará al Gobierno hasta las últimas consecuencias. El Gobierno dice que, si es menester, prorrogará dicho estado de alarma, una vez consultado al Congreso.
Se me ocurre otra serie de preguntas. Restablecida la situación y derogado el estado de alarma al cumplirse los quince días establecidos, ¿volverán a amargar las Navidades a los sufridos contribuyentes? Porque yo no me creo que hayan aprendido la lección...
Y con respecto al estado de alarma, cuando se organice cualquier otro tipo de huelga, a la que ya nos tienen acostumbrados los sindicatos “mayoritarios”, ¿se decretará de nuevo el estado de alarma? Recuerden el daño, el estropicio que dichas huelgas hacen a los usuarios. Huelga de RENFE, de gasolineras, de metro... donde sale perjudicada la gran mayoría. Y siempre dichas huelgas se hacen usando -secuestrando más bien- al sufrido usuario. Claro que si no hubiera usuarios a los que secuestrar, no tendría sentido la huelga...
Por supuesto que no estoy en contra del derecho a hacer huelga, pero los últimos ejemplos que hemos tenido clamaban al cielo viendo cómo el personal no podía acudir a sus puestos de trabajo (metro en las grandes ciudades) y como los piquetes bloqueaban cualquier posibilidad de desplazarse por dichas ciudades pues, como consecuencia inmediata, el caos circulatorio estaba garantizado. ¡Se siente: daños colaterales!
Y una pregunta más sin ninguna mala intención. Si convocan los sindicatos mayoritarios ¿no habrá motivo para declarar el estado de alarma porque serán huelgas legalmente anunciadas y porque con los sindicatos mayoritarios no es cuestión de meterse? Claro que alguien se podría estar planteando a estas alturas si los sindicatos llamados "mayoritarios" realmente representan a alguien o se representan a ellos solos...
Voces autorizadas dicen que el decreto del viernes debió esperar hasta pasado el puente. Posiblemente tengan razón, aunque hay quien dice que los controladores ya estaban en estado de alerta. Y yo me pregunto ¿se barruntaba el Ejecutivo alguna trastada de este tipo y por esa razón el presidente del Gobierno no viajó a la cumbre de Iberoamérica?
Si esta variable fuera cierta ¿por qué no salió el presidente a dar la cara y a calmar a la opinión pública a la que sólo le faltaba una cerilla para empezar a incendiar todo lo que estuviera relacionado con los controladores aéreos? La gravedad de la situación puede que así lo requiriera. Claro, que no debo olvidar que el portavoz ministerial está para algo...
Desde luego no lo siento por los controladores, que han perdido cualquier rescoldo que quedara de simpatía hacia ellos, y sí lamento los sufrimientos de los miles de pasajeros que estos días han estado muchos de ellos al borde del infarto y han vivido una experiencia que nunca van a olvidar -¿daños colaterales otra vez?-. Habrá que plantearse las salidas cerciorándonos antes de que no va a haber huelga en cualquier tipo de medio de transporte. ¿Hasta la próxima huelga?
PEPE CANTILLO