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Donde las dan, las toman

Definitivamente, Mariano Rajoy no es un líder. Ni siquiera convence a algunos de los suyos, por lo que sorprende la última encuesta del diario El País, que le sitúa a más de dieciocho puntos porcentuales sobre el PSOE en intención de voto. Sin embargo, he de decir que ayer jueves, en el Congreso de los Diputados, estuvo listo, y si me lo permiten, casi genial.

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La cara de Pepe Blanco cuando oyó aquello de el ministro de Fomento es un "inútil (…) caradura (…)" es de antología. El hombre, ya de por sí bastante pálido y blanquecino, pareció perder todo el color facial que le quedaba. Pero aún más significativa es la carita de Alfredo “Goebbels” Rubalcaba cuando el jefe del PP matiza que ésas eran declaraciones del actual vicepresidente del Gobierno cuando Rafael Arias Salgado era ministro de Fomento.

Mire usted por dónde. Al bueno de Arias le dijeron inútil y caradura porque había habido retrasos en los vuelos procedentes y con destino a Barajas. Al bueno de Blanco no le han dicho casi nada por haber visto –bajo su mandato- cómo se paralizaba completamente el tráfico aéreo dentro, hacia y desde la península y las islas. A uno poco menos que lo ahorcaron –mediáticamente hablando, claro-; el otro aparece como el salvador de España.

Pues no. No me creo ni lo de uno, ni lo de otro. Es más, me parece lamentable todo lo que está relacionado con el tema del pasado fin de semana. Si les parece, les digo por qué.

Una pandilla de chalados multimillonarios no puede poner en jaque todo un sistema de comunicaciones y transportes continental, sencillamente porque no. Llamarlo delito de sedición o auténtica cabronada es simplemente una cuestión de matices.

Lo que no puede ser una cuestión de matices es el castigo –sí, he escrito castigo aunque los psicopedagogos quieran enterrarme vivo- que deben recibir todos estos cornúpetas. De momento, la cifra de posibles imputados va bajando por días; veremos en cuántos queda esto.

No soy muy experto en Derecho constitucional, pero intuyo –y, de hecho, he realizado algunas consultas con profesionales del Derecho- que no era en absoluto necesario montar todo este tinglado del estado de alarma para que los aeropuertos volvieran a funcionar. Y desde luego, si era necesario, es una medida a tomar desde el minuto uno siguiente al conocimiento de lo que estaba pasando. Eso de dejarlo para el día siguiente ha sido, cuando menos, negligente.

Pero lo más lamentable de todo ha sido la ausencia. Ni el viernes por la tarde, ni el sábado por la mañana, se dignó el señor presidente a aparecer ante los ciudadanos para explicar qué estaba pasando y cómo pensaban solucionarlo. Esto ya me parece absolutamente intolerable.

Zapatero se escondió como una comadreja herida, dejando al alfil al frente de las tropas y de la nación. Ya no es que los españoles nos merezcamos o no otro Gobierno que nos mienta, es que no merecemos ni siquiera un presidente con coraje y vergüenza suficientes para salir a la palestra y exponerse a que le partan la cara. Inútil, caradura... ¿Quién es qué?
MARIO J. HURTADO
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