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Víctor Barranco | El tesoro de Alvear

Tal día como hoy nacía en Montilla, hace 261 años, Diego de Alvear y Ponce de León, nieto del fundador de las históricas bodegas Alvear. En octubre de 1804, Reino Unido se “olvida” de la tregua firmada con el Tratado de Amiens y bombardea la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, provocando su hundimiento. En febrero de 2011, el Tribunal de Apelaciones de Atlanta (Georgia), estudiará una reclamación de la empresa cazatesoros Odyssey.


No desesperen. Todo esta caótica sucesión de acontecimientos tienen una cohesión lógica. Diego de Alvear y Ponce de León nació, efectivamente, en la Montilla de 1749, en el seno de la familia Alvear, propietaria de la bodega más antigua de Andalucía.

Plurilingüe y cosmopolita, Diego ingresó a muy temprana edad en la Armada Española, desarrollando la mayor parte de su carrera militar en el americano Virreinato del Río de la Plata, ascendiendo vertiginosamente hasta alcanzar el grado de general.

Hombre de notable cultura, poseía amplios conocimientos de Matemáticas, Geografía, Topografía y Botánica. Conocimientos con los que influyó notablemente en la delimitación fronteriza entre España y Portugal, elaboró tratados botánicos y alzó planos de diversas zonas del Río de la Plata.

En 1804, después de media vida en el continente americano, inició desde Montevideo una misión marítima para regresar a España, formando una flota con los navíos Fama, Santa Clara, Medea y Nuestra Señora de las Mercedes.

En la última de ellas iba el general Alvear con su esposa y sus ocho hijos, aunque la casualidad quiso que aquél, por ser el oficial de mayor graduación, sustituyera la baja de Tomás Ugarte en la capitanía de la fragata Medea, trasladándose a ella con su hijo Carlos y dejando en La Mercedes al resto de su familia. Años después, Carlos tendría una importante labor en la Independencia de Argentina y su nieto, Marcelo Torcuato de Alvear, sería presidente de aquel país.

Llegando frente al Algarve portugués, el militar montillano observó desde Medea cómo cuatro barcos ingleses violaban la Paz de Amiens y hostigaban a la flota española, que aceptó el combate y acabó perdiendo la batalla.

Los británicos se cebaron con La Mercedes, cuya santabárbara sufrió un bombardeo que no pudo salvar. El navío español voló por los aires y se hundió. Con él, 249 personas, entre ellas la esposa y siete de los ocho hijos del general montillano, y una interesante fortuna en monedas de oro y plata. Dos meses después, España declaraba la guerra a Gran Bretaña.

Diego de Alvear volvió a España en 1807, tras haber sido apresado, liberado, indemnizado y esposado en segundas nupcias en Gran Bretaña. De vuelta en Andalucía, llegó a ser gobernador Militar y Civil en Cádiz, desde donde desarrolló una crucial resistencia a la invasión napoleónica y defendió el trabajo de las Cortes que constituyeron la primera Carta Magna en 1812.

Posteriormente, en Montilla, y tras la debacle liberal, sufrió detenciones y acoso por parte del absolutista Fernando VII. Se le retiraron y devolvieron honores y condecoraciones al antojo del monarca hasta que, en 1829, fue repuesto de todos ellos. Un año después, murió en Madrid sin demasiadas ceremonias.

Aquel tesoro hundido por barcos ingleses en 1804 fue descubierto por la empresa buscatesoros Odyssey en mayo de 2007. Tras hacerse público el hallazgo, España reclamó el botín; el juez Merryday obligó a la empresa a devolverlo; Perú quiso hacerlo suyo y la compañía, finalmente, recurrió la decisión judicial.

Y así es como, casi por arte de magia, la casualidad ha querido que un ataque naval de principios del XIX acabe discutiéndose en un tribunal de Atlanta. Grosso modo...

VÍCTOR BARRANCO
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