Juan Puigcercós -sé que le molesta que digan su nombre en castellano-, licenciado en Filosofía y Letras y en Ciencias Políticas, parece ser que conoce de primera mano la Hacienda Pública andaluza -o, al menos, a sus tributantes- cuando afirma que "en Andalucía no paga impuestos ni Dios".
Una cosa sé con toda seguridad: si Hacienda me preguntase, como lo hace en el caso de la Iglesia, si estoy dispuesto a financiar con parte de mis impuestos a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), como lo venimos haciendo todos los españoles -también los andaluces-, mi respuesta sería clara y rotunda, por mucho que hubiese quien la pudiera interpretar como desviada del espíritu constitucional: "no".
Y es que no estoy de acuerdo con financiar a quienes un día no muy lejano se reunieron con ETA para llegar a un acuerdo con la banda terrorista para que ésta no cometiese atentados en Cataluña -no les importaba que los cometiese en el resto de España-.
No quiero financiar a quienes no respetan la Carta Magna que mayoritariamente nos dimos los españoles en 1978, abogando por una decisión unilateral de independencia; ni a quienes desprecian nuestra lengua común, faltando el respeto a quienes la ejercen.
Por último, sin ser lo último, no quiero financiar a quienes pretenden denigrar a otras comunidades autónomas, como es Andalucía, de forma insolidaria, tildándolas de "defraudadoras" y de "consumidoras de recursos ajenos" -por mucho que los socialistas nos hayan sumido en cifras alarmantes de gasto social-. Todo ello resulta de un masoquismo tal que no creo que pueda protegerse en nuestra Constitución.
Pero es que Juanito, como familiarmente deben conocerlo en su casa, tenía solo 17 angelicales años cuando atendió a la llamada de los Independentistas de los Países Catalanes (IPC) y, ya a partir de los 21, comenzó su andadura institucional -y supongo que laboral- como concejal del Ayuntamiento de Ripoll, para no dejar la "teta" política hasta nuestros días.
De ahí que "tan largo recorrido por la realidad española" le ofrezca, ahora que precisamente se juega los votos que le pueden mantener su salario y su poder, una visión tan peculiar de la realidad económica y tributaria de España.
Claro, Juan se niega a reconocer las cifras de endeudamiento público en Sanidad o en inversiones en infraestructuras que pesan sobre Cataluña y el esfuerzo que hemos debido hacer el resto de los españoles para financiar, con los presupuestos del Estado, gran parte de ellas.
Se olvida, también, que para mantener durante más de seis años su poder en las instituciones catalanas, ha debido coquetear a ser socio de un partido de corte nacional como es el PSOE, e incluso a apoyarlo en el Congreso de los Diputados cuando la necesidad lo requería.
Pero claro, estos lodos vienen de aquellos polvos, y si a organizaciones políticas como éstas no se les diera juego mediante la cesión de consejerías o presidencias de instituciones, como los socialistas han venido haciendo con ERC, a cambio de dar vida a un tripartito que quitase el poder a la fuerza triunfadora, su recorrido no hubiese tenido la distancia que hasta ahora han alcanzado.
Déjese de monsergas, D. Juan, y afronte con la gallardía que debiera el fracaso de gestión que ha representado su coalición de gobierno, sin pretender echar podredumbre sobre una comunidad, la andaluza, que cargó a sus espaldas, hace ya muchos años, con el papel obrero del desarrollo catalán con una dignidad de la que usted parece carecer y que, además, resulta ser la patria chica de aquél con el que usted ha venido cohabitando en los últimos cuatro años: José Montilla.
Una cosa sé con toda seguridad: si Hacienda me preguntase, como lo hace en el caso de la Iglesia, si estoy dispuesto a financiar con parte de mis impuestos a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), como lo venimos haciendo todos los españoles -también los andaluces-, mi respuesta sería clara y rotunda, por mucho que hubiese quien la pudiera interpretar como desviada del espíritu constitucional: "no".
Y es que no estoy de acuerdo con financiar a quienes un día no muy lejano se reunieron con ETA para llegar a un acuerdo con la banda terrorista para que ésta no cometiese atentados en Cataluña -no les importaba que los cometiese en el resto de España-.
No quiero financiar a quienes no respetan la Carta Magna que mayoritariamente nos dimos los españoles en 1978, abogando por una decisión unilateral de independencia; ni a quienes desprecian nuestra lengua común, faltando el respeto a quienes la ejercen.
Por último, sin ser lo último, no quiero financiar a quienes pretenden denigrar a otras comunidades autónomas, como es Andalucía, de forma insolidaria, tildándolas de "defraudadoras" y de "consumidoras de recursos ajenos" -por mucho que los socialistas nos hayan sumido en cifras alarmantes de gasto social-. Todo ello resulta de un masoquismo tal que no creo que pueda protegerse en nuestra Constitución.
Pero es que Juanito, como familiarmente deben conocerlo en su casa, tenía solo 17 angelicales años cuando atendió a la llamada de los Independentistas de los Países Catalanes (IPC) y, ya a partir de los 21, comenzó su andadura institucional -y supongo que laboral- como concejal del Ayuntamiento de Ripoll, para no dejar la "teta" política hasta nuestros días.
De ahí que "tan largo recorrido por la realidad española" le ofrezca, ahora que precisamente se juega los votos que le pueden mantener su salario y su poder, una visión tan peculiar de la realidad económica y tributaria de España.
Claro, Juan se niega a reconocer las cifras de endeudamiento público en Sanidad o en inversiones en infraestructuras que pesan sobre Cataluña y el esfuerzo que hemos debido hacer el resto de los españoles para financiar, con los presupuestos del Estado, gran parte de ellas.
Se olvida, también, que para mantener durante más de seis años su poder en las instituciones catalanas, ha debido coquetear a ser socio de un partido de corte nacional como es el PSOE, e incluso a apoyarlo en el Congreso de los Diputados cuando la necesidad lo requería.
Pero claro, estos lodos vienen de aquellos polvos, y si a organizaciones políticas como éstas no se les diera juego mediante la cesión de consejerías o presidencias de instituciones, como los socialistas han venido haciendo con ERC, a cambio de dar vida a un tripartito que quitase el poder a la fuerza triunfadora, su recorrido no hubiese tenido la distancia que hasta ahora han alcanzado.
Déjese de monsergas, D. Juan, y afronte con la gallardía que debiera el fracaso de gestión que ha representado su coalición de gobierno, sin pretender echar podredumbre sobre una comunidad, la andaluza, que cargó a sus espaldas, hace ya muchos años, con el papel obrero del desarrollo catalán con una dignidad de la que usted parece carecer y que, además, resulta ser la patria chica de aquél con el que usted ha venido cohabitando en los últimos cuatro años: José Montilla.
ENRIQUE BELLIDO