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Soledad Galán | Nueva savia para la Iglesia

Hace unas semanas supe que la orden de los Padres Jesuitas dejaba de estar al frente de nuestra iglesia de La Encarnación, más conocida en Montilla como "la de los Jesuitas”. En esta nueva etapa, el templo va a estar a cargo de dos jóvenes sacerdotes montillanos -José Almedina y Carlos Jesús Gallardo- que, sin duda alguna, aportarán la frescura de un Evangelio actual y renovado, propio de su edad y preparación.



Tuve la ocasión de estar en la primera misa de uno de estos jóvenes y quedé impresionada por la sencillez, la sinceridad y la profundidad de su discurso evangélico y pienso que la elección de ambos para esta nueva tarea al frente de la iglesia es una decisión valiente pero sólida, pues apostar por la juventud cuando está preparada es un valor seguro.

Cuando tanto se habla de la "pérdida de valores" en la sociedad en general -y en la juventud en particular-, encontrarse con chicos jóvenes que vocacionalmente deciden dedicar su vida a ayudar a otros, es un soplo de aire fresco en nuestras vidas.

Es frecuente hablar con personas que te dicen que el discurso de la Iglesia está anticuado y, a veces, hasta falto de contenido; que los tiempos han cambiado y que los Evangelios están muy bien, pero que son algo repetitivo que hoy ya no encajan en el modelo de sociedad que vivimos.

También hay quienes defienden que la Iglesia ha dado muy mala imagen ocultando hechos ciertamente vergonzosos que nunca debería haber permitido. Las opiniones están ahí y son para respetarlas, porque en todas ellas hay parte de razón.

Pero, personalmente, pienso que el discurso evangélico es universal e intemporal, pues a pesar de los cambios sociales, de los avances tecnológicos y de la mayor preparación de las personas, el ser humano, como tal, sigue siendo el mismo, tiene las mismas e idénticas miserias y grandezas que siempre, y necesita que alguien se las recuerde y que, a la vez, le ayude a ver la luz en ese momento de oscuridad que suponen los problemas y la desesperación -que, sin duda, llegan en determinados épocas a la vida del ser humano-.

Hay quien encuentra esa luz en la lectura de los Evangelios o de cualquier otro libro basado en la meditación, en la reflexión y en el conocimiento del ser humano, sin ser necesariamente de inspiración cristiana; otros, sin embargo, necesitan que la paz llegue a sus vidas a través de estas personas dedicadas vocacionalmente a ayudar al ser humano.

Pensemos en los enfermos que viven solos -incluso rodeados de gente-, en esa visita desinteresada, en ese apretón de manos que reconforta, en ese sentirse apoyados en momentos difíciles...

Esa inapreciable labor está a cargo de las personas que deciden vivir la vida ayudando al prójimo. Entre ellas, seguro que están estos dos jóvenes que toman posesión el próximo domingo de nuestra iglesia de La Encarnación. José y Carlos, desde esta página y desde lo más profundo de mi corazón, gracias por vuestra labor, por esa juventud desprendida del yo y volcada hacia los demás.

Gracias por esa palabra de ánimo en los difíciles trances en los que a veces nos pone la vida, por volcaros con los más desfavorecidos, por visitar al enfermo, por escuchar al angustiado, por devolvernos un Evangelio joven y actual. Gracias por vuestra valentía y humildad, por ser responsables…No decaigáis aunque soplen vientos contrarios: coged fuerte el timón y seguid vuestro camino. Que Dios os bendiga.

SOLEDAD GALÁN JORDANO
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