El Partido Socialista de Madrid (PSM) vive tiempos convulsos debido a la injerencia del PSOE en la decisión de quién es el mejor candidato para liderar la candidatura a la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Zapatero, a escondidas, apuesta por Trinidad Jiménez, ministra de Sanidad y ex candidata a la Alcaldía de Madrid; el PSM, por su parte, quiere que sea su secretario general, Tomás Gómez, quien intente un triunfo para la izquierda en Madrid.
En el asalto al PSM, a sus estructuras internas y a la decisión soberana de sus militantes, el PSOE ha usado todos los mecanismos de los que dispone. Pepe Blanco ha sido el correveidile; Manuel Chaves, el padre conciliador; y Zapatero, el jefe cobarde y protector de la candidata tapada.
El argumento usado por los líderes del PSOE para que Gómez desista en su idea de ser candidato es que las encuestas no le son favorables, y que con Trinidad Jiménez, por el contrario, existe la posibilidad de desbancar a Esperanza Aguirre.
Entre bambalinas, las ofensas que se lanzan contra Gómez es que ha ejercido una oposición inútil e incapaz contra la todopoderosa Esperanza Aguirre. ¿Dónde dan, ahora, las encuestas resultados optimistas para los intereses electorales del PSOE? ¿Se piensa desbancar de los escaños, cargos públicos y orgánicos a todos los inútiles que habitan en el PSOE? ¿Se piensa cambiar de candidato en Andalucía, Valencia, Murcia o Cataluña utilizando el discurso, usado en Madrid, de que las encuestas no son halagüeñas para la marca PSOE?
Creo un error mayúsculo la guerra abierta por Zapatero en Madrid y poco inteligente políticamente para las aspiraciones del socialismo madrileño. Lo que se está haciendo a Tomás Gómez es humillante, indigno y más propio de organizaciones mafiosas que de una organización democrática que dice tener al humanismo en su hoja de ruta.
Parafraseando a Blas Infante, que aseguraba que “los diputados y miembros de los partidos más dóciles son siempre los más ineficientes”, diré que mi socialismo, antes que socialista, es humano. La mejor lección posible es la que se da con el ejemplo y con éste no se está contribuyendo a que se aleje la idea de que la política y los políticos son una panda de irresponsables y de mediocres más empeñados en luchas internas fratricidas que en trabajar para la felicidad de sus conciudadanos.
En el asalto al PSM, a sus estructuras internas y a la decisión soberana de sus militantes, el PSOE ha usado todos los mecanismos de los que dispone. Pepe Blanco ha sido el correveidile; Manuel Chaves, el padre conciliador; y Zapatero, el jefe cobarde y protector de la candidata tapada.
El argumento usado por los líderes del PSOE para que Gómez desista en su idea de ser candidato es que las encuestas no le son favorables, y que con Trinidad Jiménez, por el contrario, existe la posibilidad de desbancar a Esperanza Aguirre.
Entre bambalinas, las ofensas que se lanzan contra Gómez es que ha ejercido una oposición inútil e incapaz contra la todopoderosa Esperanza Aguirre. ¿Dónde dan, ahora, las encuestas resultados optimistas para los intereses electorales del PSOE? ¿Se piensa desbancar de los escaños, cargos públicos y orgánicos a todos los inútiles que habitan en el PSOE? ¿Se piensa cambiar de candidato en Andalucía, Valencia, Murcia o Cataluña utilizando el discurso, usado en Madrid, de que las encuestas no son halagüeñas para la marca PSOE?
Creo un error mayúsculo la guerra abierta por Zapatero en Madrid y poco inteligente políticamente para las aspiraciones del socialismo madrileño. Lo que se está haciendo a Tomás Gómez es humillante, indigno y más propio de organizaciones mafiosas que de una organización democrática que dice tener al humanismo en su hoja de ruta.
Parafraseando a Blas Infante, que aseguraba que “los diputados y miembros de los partidos más dóciles son siempre los más ineficientes”, diré que mi socialismo, antes que socialista, es humano. La mejor lección posible es la que se da con el ejemplo y con éste no se está contribuyendo a que se aleje la idea de que la política y los políticos son una panda de irresponsables y de mediocres más empeñados en luchas internas fratricidas que en trabajar para la felicidad de sus conciudadanos.
RAÚL SOLÍS GALVÁN