Nació en Las Palmas de Gran Canaria pero siempre se sintió montillano. Por eso, Francisco Jiménez-Alfaro y Alaminos sigue siendo, de momento, el único vecino de esta ciudad que ha participado en el acontecimiento deportivo por antonomasia: los Juegos Olímpicos.
Ocurrió hace 88 años en Ámsterdam. La capital holandesa acogía la octava edición de esta gran cita mundial con el deporte y Curro Jiménez-Alfaro, que por aquel entonces ya era capitán de Caballería a sus 35 años de edad, formó parte de la Selección Española de Hípica, a lomos de su caballo Quart d´heure.
Pero este montillano que pasó sus últimos años en la finca de La Retamosa no tuvo demasiada fortuna en su primera actuación y, probablemente fruto de los nervios, tomó la salida del concurso completo individual por una bandera incorrecta, lo que provocó que los jueces declarasen nula su prueba.
Sin embargo, en la competición por equipos se colgó la medalla de oro junto a sus compañeros del equipo español, lo que confiere aún más valor a su hazaña, ya que, además de ser el primer deportista olímpico nacido en las Islas Canarias y en el único montillano de adopción en participar en unos Juegos, acabó logrando la presea más preciada.
Tras su paso por las Olimpiadas de 1928, Francisco Jiménez-Alfaro y Alaminos llegaría a ser coronel de Caballería y, tres décadas más tarde, se convertiría en noveno marqués de Alhendin de la Vega de Granada, título que heredó de un pariente en 1962.
Hijo de un teniente de la Guardia Civil que fue asesinado por un subordinado, el único olímpico montillano contrajo matrimonio en 1933 con Magdalena Salas y García de Zúñiga, con la que tuvo dos hijos: José Carlos y María del Carmen, actual condesa de Prado Castellano.
Muy vinculado a las provincias de Córdoba y Sevilla, donde desempeñó varios cargos relacionados con la equitación y el polo, Francisco Jiménez-Alfaro y Alaminos trasladó su residencia hasta la popular finca de La Retamosa, junto al Hospital Comarcal de Montilla, donde falleció el 6 de mayo de 1973, meses antes de cumplir los 80 años de edad.
Ocurrió hace 88 años en Ámsterdam. La capital holandesa acogía la octava edición de esta gran cita mundial con el deporte y Curro Jiménez-Alfaro, que por aquel entonces ya era capitán de Caballería a sus 35 años de edad, formó parte de la Selección Española de Hípica, a lomos de su caballo Quart d´heure.
Pero este montillano que pasó sus últimos años en la finca de La Retamosa no tuvo demasiada fortuna en su primera actuación y, probablemente fruto de los nervios, tomó la salida del concurso completo individual por una bandera incorrecta, lo que provocó que los jueces declarasen nula su prueba.
Sin embargo, en la competición por equipos se colgó la medalla de oro junto a sus compañeros del equipo español, lo que confiere aún más valor a su hazaña, ya que, además de ser el primer deportista olímpico nacido en las Islas Canarias y en el único montillano de adopción en participar en unos Juegos, acabó logrando la presea más preciada.
Tras su paso por las Olimpiadas de 1928, Francisco Jiménez-Alfaro y Alaminos llegaría a ser coronel de Caballería y, tres décadas más tarde, se convertiría en noveno marqués de Alhendin de la Vega de Granada, título que heredó de un pariente en 1962.
Hijo de un teniente de la Guardia Civil que fue asesinado por un subordinado, el único olímpico montillano contrajo matrimonio en 1933 con Magdalena Salas y García de Zúñiga, con la que tuvo dos hijos: José Carlos y María del Carmen, actual condesa de Prado Castellano.
Muy vinculado a las provincias de Córdoba y Sevilla, donde desempeñó varios cargos relacionados con la equitación y el polo, Francisco Jiménez-Alfaro y Alaminos trasladó su residencia hasta la popular finca de La Retamosa, junto al Hospital Comarcal de Montilla, donde falleció el 6 de mayo de 1973, meses antes de cumplir los 80 años de edad.
J.P. BELLIDO / REDACCIÓN